Venezuela está en bancarrota. Aunque no se trata de una quiebra cualquiera. “Es una regresión brutal y sin precedentes, en términos de crecimiento, en términos de caída de la actividad económica, difícil de registrar en un país fuera de tiempos de guerra, así como es un proceso de aceleración inflacionaria y de empobrecimiento que no tiene precedentes en países petroleros”, diagnostica el economista venezolano Miguel Ángel Santos desde su oficina en el Centro de Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard, en Cambridge (Massachussets, EE UU) en entrevista de Ewald Sharfenberg para El País (España)
“Estamos en una crisis que es sistémica y es integral. La OPEP asegura que en mayo Venezuela perdió 120.000 barriles-día de producción, que es la mayor caída que jamás se haya reportado para un país en un mes. Y respecto al mismo mes del año pasado, la caída es de 300.000 barriles. (…) estamos ante una crisis mayor que requiere de un enfoque mucho más integral, con un cambio de modelo y apoyo internacional masivo en el corto plazo”, dijo Santos
A juicio de Santos, una ventaja de la situación actual es que lo peor ya está ocurriendo: “No conozco ningún programa de ajustes de organismo multilaterales que haya sometido a la población a vivir algo similar a lo que los venezolanos ahora enfrentan”. Por el contrario, cualquier programa macroeconómico tendrá que ser expansivo, para recuperar las importaciones, el consumo, el empleo y la producción. Eso sí, advierte, esto pasará por una liberación del sistema de precios y una ayuda internacional que califica de “masiva”. “Porque, si no, ¿cuál es la alternativa? ¿Lo que está haciendo el Gobierno ahora? ¿Recortar las importaciones a 16.000 millones de dólares para pagar 10.300 millones de dólares de servicio de la deuda, y crear una crisis humanitaria, porque no tenemos capacidad para abrir los mercados internacionales? ¿Decretar aumentos de salario de solo 30% cuando la inflación anda rodando por 300%? ¡Esos son los verdaderos mecanismos de ajuste fiscal de este Gobierno! ¡Y son ajustes salvajes!”.
Santos asegura que la moraleja es que “no existe ninguna posibilidad de que el Estado pueda sustituir a la sociedad, ni al sistema de precios y de mercado como mecanismo de organización de los esfuerzos de una sociedad. Ese intento ha conducido a Venezuela a la ruina”.
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