Judith Sukerman
Según informes de prensa, Efraín Antonio Campo Flores, uno de los narcosobrinos de Cilia Flores y ahijado del Nicolás Maduro, enjuiciado en los Estados Unidos de Norteamérica, declaró que ha obtenido ganancias cercanas a los diez mil millones de dólares gracias a negocios ligados al petróleo venezolano. Esta escandalosa cifra hay que contrastarla con la publicada en el mes de Julio, por el BCV, indicando que las reservas internacionales de Venezuela son de 12,1 millones de dólares, es decir, en apenas un par de años este privilegiado joven revolucionario ha logrado obtener un patrimonio, muy similar al monto de las reservas de nuestra saqueada y arruinada República.
Este nuevo caso de corrupción y despojo del patrimonio público, que se suma a otros emblemáticos como el del General Carlos Osorio, responsable principal de la peor crisis de abastecimiento alimentario de nuestra historia o el de los 300 mil millones de dólares que se malversaron durante la primera etapa del control de cambio, según denunciaron recientemente, los ex ministros chavistas Jorge Giordani y Héctor Navarro, solo por nombrar algunos, están terminando de desnudar una estructura que se creía intocable.
La escasez, la hiperinflación, la inseguridad, el hambre y el desplome de los niveles de calidad de vida de todos los venezolanos, también han corroído las bases de la revolución, nada es igual, la gente ya no cree en promesas, y sabe que mientras Maduro esté frente al gobierno, la situación empeorará cada día, lo que está produciendo una desbandada en los militantes del chavismo, que se unen a las filas de quienes exigimos un cambio inmediato en la conducción del país.
La diáspora chavista, se da en sus bases, pero también en su superficie, a finales de la semana pasada, vimos como ex ministros y militares afines al proceso acudían al CNE a pedir la activación del referéndum revocatorio; leíamos declaraciones de dirigentes de partidos políticos miembros del polo patriótico, manifestando la necesidad de buscar la salida de Maduro del gobierno para darle solución a la crisis; y eso sucede porque el terror los invade, los espanta pensar que cuando Maduro y la “revolución”, terminen en lo profundo de una fosa, puedan ser arrastrados con ellos. Tratan de salvarse, de hacernos creer que ellos no sabían nada de lo que sucedía y que no tienen responsabilidad de las condiciones desastrosas en que están dejando a Venezuela
Esas declaraciones de Efraín Campo Flores, son como una bala de plata, que hiere directamente el corazón de un chavismo, que ya sin rumbo, decepcionado y avergonzado de un gobierno incapaz, represivo y corrupto, reconoce que han hundido al país en la más absoluta miseria.
A Stalin, su ex camarada León Trotski, lo llamaba el sepulturero de la revolución. En Venezuela, Maduro y sus cómplices, pala en mano, cavan día a día la tumba de la revolución del siglo XXI.
@judithsukerman /judithsukerman@yahoo.com / Judith Sukerman CONTIGO
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