Gustavo Coronel
Mientras
el reloj de la muerte y de la miseria sigue marcando los minutos y las
horas del desastre
nacional Zapatero y Samper siguen visitando a Venezuela en búsqueda de
un diálogo absurdo. No lo hacen por amor al país. La Conferencia
Episcopal Venezolana acaba de decir que el régimen de Maduro es un
estado totalitario, mensaje que aún no ha llegado a Roma,
desde donde se sigue hablando de diálogo.
¿Diálogo en un país en caos?
En
el campo financiero las reservas internacionales han bajado de $30.000
millones en 2011 a
menos de $12000 millones en Julio 2016 y siguen bajando. El régimen
está ya en la etapa de vender el oro. Hace unos días una estampida de
120.000 venezolanos pasó la frontera con Colombia para comprar comida y
otros productos básicos, en lo que constituye
un claro referendo en contra del gobierno. Las encuestas hablan de un
85% de venezolanos quienes votarían por revocar a Nicolás Maduro. La
Fuerza Armada está profundamente dividida y no reprimirá al pueblo
cuando salga a protestar masivamente en las calles.
Se siguen encontrando casos de híper-corrupción entre los funcionarios
del régimen chavista. El Tribunal Supremo de Justicia y el Consejo
nacional Electoral se han convertido en indignos apéndices del Poder
Ejecutivo, a su vez tutelado por los Castro.
Venezuela es un país en caos.
Sin
embargo, Maduro y su reducida pandilla de hampones pretenden
atornillarse en el poder violando
la Constitución a cada momento, porque temen – con toda razón - la
ira del país. Ha habido mucho robo, mucho tráfico de drogas, mucha
negligencia e indiferencia desde el gobierno. Esa gente no puede ser
perdonada y ellos lo saben. Hasta Jorge Giordani, co-responsable
del desastre, dice que los chavistas-maduristas y sus cómplices de
diversas ideologías se han robado más de $300.000 millones durante los
17 años que han estado en el poder. Existe ya una oposición al gobierno
dentro del chavismo, la cual está basada – sin
embargo - en la absurda premisa de que Maduro es malo y Chávez era
bueno y que Maduro ha traicionado “el legado” de Chávez. Maduro
ciertamente ha sido un fracaso porque no sabe lo que hace pero Chávez
fue peor porque si sabía lo que estaba haciendo.
Pongamos
un ejemplo. La ruina del sector salud generada por Chávez ha resultado
en grandes tragedias:
regreso de epidemias que habían desaparecido, regreso de la sarna y del
paludismo, muerte de niños y adultos por carencia de medicamentos.
Hasta un hermano de Chávez, Aníbal, ha muerto de mengua en la Venezuela
creada por el difunto sátrapa.
Yo
digo a mis compatriotas: Esto no se puede arreglar por las buenas, con
diálogos, negociaciones
y reconciliación, procesos en los cuales los grandes responsables, los
ladrones y violadores de los derechos humanos saldrían libres del país, a
disfrutar de sus ganancias mal habidas en otros países. Esto sería una
traición a los millones de venezolanos quienes
han sido víctimas de esta pandilla horrible. No hay pacto posible con
ellos. La justicia debe prevalecer.
La
historia muestra que una negociación entre gente decente y una
pandilla corrupta generalmente
resulta en concesiones indebidas. Ese fue el caso de Chamberlain con
Hitler. Afortunadamente ni Churchill ni Eisenhower aceptaron negociar
con el nazismo, simplemente lo derrotaron. Las transiciones a la
democracia en Brasil, España, Chile y otros países
dejaron heridas abiertas, aún no cerradas después de muchos años,
porque incorporaron negociaciones en las cuales los hampones obtuvieron
concesiones indebidas. Se trató de barrer la basura debajo de la mesa.
Tratemos de hacer un ejercicio de imaginación. ¿Cuál sería la agenda para un diálogo en Venezuela?
¿Crisis alimentaria? El régimen la niega
¿Liberación de presos políticos? No existen tales presos, dice el gobierno
¿Acudir al Fondo Monetario Internacional? Impensable, dirá el gobierno
¿Legitimar los poderes públicos? Ya están legitimados, diría el gobierno
¿Investigar el narcotráfico en la Fuerza armada y la corrupción en PDVSA? No existe tal cosa,
dirá el gobierno
No
existe una agenda sobre la cual el régimen y la oposición puedan lograr
un piso común. No
existe. Ello condena esta alternativa desde el punto de vista
pragmático. Pero, más importante aún, es el aspecto ético de tal
diálogo.
Al
dialogar con el régimen ¿Podremos olvidar las víctimas del régimen?
¿Es que los muertos
y los desamparados por la ineptitud del régimen no valen nada? ¿Es que
los principios y los valores pueden ser objeto de intercambio? ¿Es que
el crimen cometido por el chavismo al endeudarse con China para ganar
las elecciones de 2012 con un candidato agonizante
puede ser perdonado? ¿Es que la destrucción institucional y el
embrutecimiento de millones de venezolanos puede ser objeto de un borrón
y cuenta nueva?
El
chavismo tiene que salir cuanto antes del poder. No hay otra
alternativa que le permita a
Venezuela recuperar sus credenciales de país digno, decente, libre y
democrático. Venezuela no puede ser objeto de una negociación debido a
la cual se consoliden la pudrición moral, el odio de clases y la
ineptitud como factor de gobierno.
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