La Presidencia de la República en manos militares nunca fue tan descarada; la renuncia de Maduro y el traspaso del Poder Ejecutivo al general Padrino López quedó evidenciada en la que debería ser la fecha máxima para una revolución que se dice bolivariana: el Natalicio del Libertador. Por primera vez, desde que los restos de Simón Bolívar regresaron desde Santa Marta, un presidente en ejercicio no participa en los actos conmemorativos. Ni siquiera acudió el vicepresidente Istúriz. Al día siguiente, Maduro prefirió celebrar en el confiscado Teatro Teresa Carreño un acto en conmemoración de la muerte del líder comunista Jorge Rodríguez, quien se encontraba preso por ser uno de los secuestradores del industrial estadounidense William Niehous, que escapó de Rodríguez y los demás delincuentes después de tres años de cautiverio. El régimen trata de reavivar la propaganda de la igualdad socialista de aquellos años, pero se presentan gordos, buchones, más burgueses y nuevos ricos que todo cuanto sus padres y predecesores repudiaron durante las guerrillas comunistas, cuando añoraban una invasión armada cubana. Hoy verían ese sueño hecho realidad: somos colonia cubana, aunque los tiros ocurren entre venezolanos para robar, secuestrar y asesinar a mansalva con la más alta impunidad.
Dorar la píldora
Cada vez más rechazado y golpeado por la brutal caída de popularidad y por el escándalo de tráfico de drogas en el que están involucrados miembros de su familia, Maduro prefirió no dar la cara el día del Natalicio de Bolívar, cuando la prensa internacional publicó las contundentes pruebas filtradas por la Fiscalía de Nueva York: fotografías y videos irrefutables de los narco sobrinos presidenciales manipulando droga y armas de guerra suministradas por la narcoguerrilla de la FARC. Es una vergüenza que hasta el momento la Fiscalía General de la República no ha emitido siquiera un comunicado para iniciar una investigación ante un hecho que exige muchas explicaciones del alto poder. Y lo que ha sido, es y seguirá siendo un secreto a voces: la movilización de droga de los narcoterroristas hacia Venezuela, desde donde la comercializan como un puente protegido por altas esferas civiles y militares. Los vínculos de Chávez con la FARC y sus complicidades con las actividades delictivas de la guerrilla están bien documentados, hay que recordar los hallazgos encontrados en las computadoras del fallecido portavoz de la FARC, Raúl Reyes, donde también se señalan los negocios con petróleo venezolano por la vía del mercado negro.Una de las alianzas más emblemáticas en ese tráfico ilegal fue el gobierno de Leonel Fernández y de su mano derecha, alias “Miguelón”, quien sirvió de mula para el envío a las FARC de dinero en efectivo proveniente de Venezuela, por orden expresa de Chávez. Siempre discreto y actuando como motolito, Fernández –junto al ex presidente Torrijos, miembro del llamado Clan Chavista C.A. panameño y el servil negociador de comisiones militares y confeso admirador de la tiranía cubana, Rodríguez Zapatero, convertido en una especie de embajador outsourcing del régimen castrista en Venezuela– es hoy uno de los aliados claves de Maduro para evitar el referendo revocatorio, con el diálogo como pretexto. Personajes de la picaresca política comenzaron a dorarnos la píldora haciendo piruetas para presentar a Zapatero como el “salvador” que facilitará el referendo. Si la MUD acepta sentarse en lo que podría ser una bomba de tiempo y se pierde la oportunidad del revocatorio este año, la aplanadora de la historia los apartará del camino. Los acontecimientos se están precipitando. El tiempo se agota y el hambre azota.
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