Editorial El Nacional
“No son de fiar”, dijo al Nuevo Herald un vocero de la oposición, en referencia a los ex presidentes que Maduro utiliza como puntas de lanzas para impedir que la Organización de Estados Americanos dé curso a la Carta Democrática a fin de analizar la situación venezolana, en lo que atañe a derechos humanos, libertades ciudadanas, y las políticas de hambre del régimen rojo y verde oliva.
No; no merecen confianza ninguna, en especial José Luis Rodríguez Zapatero, quien a lo largo de su intermediación ni por asomo ha mencionado la solicitud de referendo revocatorio adelantada por las fuerzas mayoritarias del país. Por eso, el liderazgo de las organizaciones agrupadas en la Mesa de la Unidad Democrática ha rechazado la invitación de Zapatero a un “diálogo secreto” para concretar algún tipo de componenda con el gobierno. Y es que, ya se sabe, a la sombra, solo trabaja el crimen.
No ceja, pues, el doble de Mr. Bean en su forcejeo para prolongar la agonía de un presidente nominal –con tan menguante capacidad de mando que no ha podido siquiera desalojar La Casona de unos huéspedes abusivamente instalados allí, lo que es irregularidad rayana en delito–, sin fuelle ni apoyo para continuar en la jefatura de Estado.
Está claro, clarísimo, que Zapatero se empeña en darle largas a cualquier salida constitucional que ponga término al ejercicio de Maduro, por más constitucional que ésta sea. Tal circunstancia concita nuestra adhesión ética al rechazo opositor. No porque seamos contrarios al diálogo, sino porque pensamos que los oficios del hispano ya no son buenos y que él se ha convertido en obstáculo para la concertación de un arreglo honorable para las partes.
Se tiene conocimiento –y ello forma parte del comentario periodístico– de que hay un grupúsculo que insiste en negociar, con base en la liberación de uno o dos presos políticos emblemáticos, una suerte de capitulación en la batalla por la remoción presidencial. De ello se hace eco el parte noticioso citado en el que, además, se afirma que el gobierno nacional ofrece zanahorias sin dejar de blandir el garrote.
En El Nacional sospechamos que la propuesta de una reunión secreta forma parte de un maquiavélico expediente dilatorio diseñado para que la mayoría aparezca como intransigente. En pocas palabras, se trata de una emboscada cazatontos preparada para ver si alguien pisa el peine y fracturar la cohesión del frente unitario, porque el cogollo mandante presiente que debe dividir para imponer la tesis continuista.
De acuerdo con el responsable jurídico de la OEA, la Carta Democrática ya se estaría aplicando. Zapatero –que pide se excluyan a Henrique Capriles y María Corina Machado de cualquier conversatorio– y los otros integrantes de la misión madurista, Fernández y Torrijos, se revelan no solo como “agentes al servicio del régimen”, sino como insinceros terciadores que “torpedean los esfuerzos de Luis Almagro por hacer que la organización se aboque a la búsqueda de soluciones a la grave crisis venezolana”. Por tales motivos cabe pedir a Zapatero que zapatee para otro lado
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