Editorial El Nacional
Si alguien tenía dudas del deterioro mental de los altos jefes de este gobierno, con lo que ha pasado esta semana ya todas han quedado despejadas. Ni siquiera en un show sabatino en el que sorprenden al telespectador con los más extraños y estrambóticos personajes suceden las cosas que pasan en Miraflores y sus alrededores.
Lo cierto es que, como dijo el difunto líder galáctico, el show debe continuar, aunque con ello ya estaba dando muestras en esos días de alguna falla en el cacumen, pues sus palabras no podían ser menos inoportunas porque las pronunció en Amuay, donde parte de la refinería había ardido y provocado una explosión con pérdidas de vidas y decenas de militares y civiles heridos.
Sin embargo, en estos últimos diez días que preceden a las fiestas navideñas las aguas se han salido de cauce y la velocidad en la aparición de las locuras se ha ido incrementando para preocupación de los venezolanos.
El peregrinar de locuras se inicia con el triple pago de aguinaldos a pensionados que, de inmediato, creó una avalancha de exigencia de dinero imposible de suplir de la noche a la mañana, debido a que los únicos que sirven son los de 50 y 100 bolívares. De forma que a la escasez de alimentos y medicinas se sumó la “escasez de billetes de alta denominación”, lo que provocó el caos en los cajeros automáticos y en las taquillas de los bancos.
Con la llegada de uno de los tantos huracanes en el Caribe, al oficialismo no se le ocurrió otra cosa que enviar a Cuba medicinas y alimentos que se necesitan en Venezuela. Estalló la ira popular ante el desparpajo de Nicolás de anunciarlo en cadena televisiva como si fuera una gracia y no una bofetada.
Simultáneamente, al señor Nicolás le vendieron la idea (las compra todas) sobre sus habilidades de bailarín de salsa, y a los pocos días estaba el jefe de Miraflores ocupado en mover el esqueleto mientras el país se derrumba, y no propiamente por la rumba sino por la corrupción, la ineptitud y la voracidad por los dólares a diez bolívares que muestran civiles y militares del oficialismo.
En medio de ese quítate tú pa’ ponerme yo, sale a la luz el final del caso de los narcosobrinos, declarados culpables por el jurado escogido por las dos partes, la Fiscalía y la defensa, para que no surgieran excusas, mientras que en las interioridades del juicio se filtran informaciones sobre el uso de bienes e instalaciones del Estado para trasladar alijos de cocaína.
El rosario de locuras incluye una noticia lacerante: los cadáveres de una docena de campesinos y obreros aparecen en una fosa común, cavada por ellos mismos antes de ser asesinados por soldados y oficiales de la FANB. Los reportes de la Fiscalía y la Defensoría indican que fueron torturados, desmembrados, y otros desaparecidos, como en los viejos tiempos.
Por último, a Venezuela la sacan de Mercosur y Nicolás anuncia que se meterá por la ventana cuan grande es. Habrá que ver este show. Y ya para terminar estos días irracionales, el gobierno mete en la cárcel a un doctor y un obrero que facilitaban la entrada de medicinas a un hospital depauperado y en ruinas. ¿Qué delito es ese?
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