Sunday, August 14, 2011

Bala mata voto

En: http://www.eluniversal.com/2011/08/14/bala-mata-voto.shtml

GUSTAVO LINARES BENZO |  EL UNIVERSAL
domingo 14 de agosto de 2011  12:00 AM
Regresan las reflexiones sesudas de Chávez sobre la pertinencia y necesidad de elecciones libres, se ve que está perdiendo. Estos academicismos del movimiento político que menos ha respetado la palabra y la verdad siempre son ordenados desde el vértice cuando las encuestas desfavorecen al líder o más que las encuestas el gobierno se hace insostenible por sus propios fallos y contradicciones.

El nuevo capítulo de este cursillo de golpismo pretende el examen de la futurible victoria de los alzados el 4 de febrero de 1992, qué hubiera pasado si Chávez triunfa en vez de recibir la pela que le dio el Pérez, comparando este supuesto con lo que sucedió en realidad, su victoria electoral en 1998. Bala mata voto, para ponerlo claro. La pregunta asombra, si no fuera porque la costura se ve de lejos, como ya se dijo, la victoria de la oposición en las elecciones del 2012 parece cada vez más segura.

Pero no se eche en saco roto el sustrato filosófico, verdadero y creído por el Presidente y sus amigos, de que las elecciones no son el único modo en que se expresa la soberanía. En la derrotada reforma constitucional de 2007 (el peor error político de Chávez) se leía que "la soberanía no depende de elección alguna, sino de la organización popular". Exactamente lo que ahora se dice, pero con pretensiones de constitucionalidad. Se pueden perder las elecciones, pero no el poder, se gana o se arrebata, porque la legitimación de un gobierno revolucionario no son los votos, nunca lo serán, sino las fuerzas de la historia y de la vanguardia del proletariado, el partido (en el siglo XXI, el líder, dicho sin ambages). Chávez lo dijo, soy marxista, y para el marxismo las elecciones son trampa de la burguesía.

En este orden de ideas se inserta también la declaración del ministro de la Defensa en la que reitera la doctrina Rangel Silva: las elecciones sólo son válidas si gana Chávez. Como dijo Petkoff, se trata de una declaración sediciosa, de una amenaza de golpe de Estado, asombrosa si no estuviéramos ante un gobierno que renuncia a detener a los delincuentes, como dice la doctrina Valera. Más allá de la condena que las generaciones futuras harán de estos desmanes, este clima hace del esfuerzo y de las victorias de la oposición verdadera epopeya, David contra Goliat.

El desconocimiento de las derrotas electorales no es sólo amenaza, sino realidad que se comprueba, por ejemplo, con cada aparición de la jefa del gobierno del Distrito Capital, que electoralmente es Ledezma, o con la invasión de autopistas, puertos y aeropuertos por los mandarines de Miraflores, en vez de las autoridades electas, los gobernadores correspondientes.

El clímax del irrespeto al voto es precisamente que Chávez sea de nuevo candidato presidencial. Con absoluta claridad la Constitución dice que las propuestas de reforma constitucional derrotadas no podrán plantearse de nuevo en el mismo período. Y la reelección indefinida es el refrito, un año después, de la reelección que se propuso en la reforma derrotada del 2007.

La oposición ha respondido con tino a estas provocaciones, como ha hecho con la enfermedad del Presidente: seguir el camino de los votos, del convencimiento, de la democracia. Pero no puede olvidar nunca que su adversario no tiene las mismas convicciones.

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