Rocío San Miguel/Tal Cual
Una de las acciones estratégicas en marcha del gobierno nacional, que ha quedado claramente en evidencia en los últimos días, es la de hacernos creer que la Fuerza Armada Nacional es revolucionaria, roja rojita.
Las modalidad de ejecución escogida para ello, ha sido la patética idea de convertir a militares del alto mando militar en políticos en acción, estimulando el franco y abierto desconocimiento de los artículos 328 y 330 de la Constitución, que señalan claramente que los miembros de la Fuerza Armada Nacional les está prohibido participar en actos de propaganda, militancia o proselitismo político o estar al servicio de persona o parcialidad política alguna.
En estos momentos es claro que no existe voluntad de los poderes del Estado capaz de permitir se restablezca el cumplimiento de la Constitución. Sin embargo es bueno recordar frente a este desmadre, el contenido del artículo 68 de la Ley Contra la Corrupción que establece: El funcionario público que abusando de sus funciones, utilice su cargo para favorecer o perjudicar electoralmente a un candidato, grupo, partido o movimiento político, será sancionado con prisión de un (1) año a tres (3) años.
Es clara la norma. Y aplica a todos los militares activos que han realizado discursos políticos a favor del candidato presidencial del oficialismo para el 2012: el Comandante-Presidente. La pregunta es ¿quién hace respetar el estado de derecho en Venezuela? Contralor General de la República no tenemos y el país parece haberse olvidado que debe nombrarse uno. La fiscal General de la República es claro no se da por aludida, a pesar de estarse dando un delito de acción pública de ejecución continuada por parte de algunos miembros de la Fuerza Armada Nacional, tal como lo demuestran las declaraciones que han venido adelantando desde noviembre pasado, calculadamente el actual Ministro de la Defensa y el Comandante Estratégico Operacional, amén de otros militares de mayor o menor grado.
Tenemos en estos momentos en Venezuela, políticos disfrazados de militares haciendo campaña electoral; autorizados y avalados por el Presidente de la República para usar guerreras, soles, estrellas o galones en su oficio y para hacernos creer que cuenta la Revolución con un partido armado a su favor. El problema es que no parándose esto a tiempo, se crean estos militares que pueden empastelar las cosas de cara a las elecciones presidenciales del 2012, aun a sabiendas de no contar con el grueso de la Fuerza Armada Nacional en la aventura.
Hay una responsabilidad política ineludible frente a este hecho. El no pararse esta situación a tiempo, puede costar caro a la Nación.
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