EN: http://konzapata.com/2015/07/estados-unidos-juega-a-fondo-para-resolver-el-conflicto-interno-de-venezuela/
Por Gloria M. Bastidas @gloriabastidas.
Bob Corker tiene nombre de pelotero. Pero no lo es. Juega, sí, en las
grandes ligas de la política. Hace poco, le concedió una entrevista a la periodista Susan Page, de USA Today, en la
que critica algunos términos del acuerdo nuclear que Estados Unidos negocia con Irán.
El presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado norteamericano habla desde el olimpo que significa ser
una suerte de Kaspárov del tablero de poder mundial. Es un peso pesado (da lo mismo que la metáfora sea
beisbolística o boxística) capaz de retar a Obama.
En la conversación con Page, le advierte que si Estados Unidos hace muchas concesiones a Teherán, demócratas y
republicanos podrían unirse para bloquear un eventual pacto con el país del Medio Oriente. El blanco de su crítica no
solo es Obama, sino, en el fondo, el guía supremo de Irán, Alí Khamenei.
Eso es Corker: un parlamentario cuyos interlocutores son los colosos de la política internacional. Recordemos que,
además de Estados Unidos, que está a la cabeza de las negociaciones, también participan en ellas Gran Bretaña,
China, Francia, Alemania y Rusia. Son las grandes potencias.
Más allá del ángulo geopolítico, el senador Corker también tiene su vena soñadora. De pronto lo podemos ver en una
imagen colgada en su cuenta de Twitter con el astronauta Butch Wilmore a su regreso de una misión de 167 días en
el espacio, y después de haber viajado 112 millones de kilómetros en torno al planeta Tierra.
Corker se relaciona con hombres que hacen caminatas espaciales, como Wilmore, y con hombres que hacen
triatlones para poner orden en las complejas relaciones de poder que existen en el mapamundi.
Y ese senador, que es una pieza clave en el ajedrez mundial, acaba de visitar Caracas. Eso es una prueba
contundente de cómo Estados Unidos está jugando muy duro en el conflicto interno de Venezuela.
Washington está muy activo. Ha movilizado a su Poder Ejecutivo (con Shannon como emisario); ha movilizado al
Poder Legislativo (con el influyente senador Corker haciendo una caminata por Caracas); y tiene (si las informaciones
aportadas por la prensa española y norteamericana son ciertas) a su Poder Judicial (la Fiscalía de Nueva York y de
Miami) abocado a una investigación sobre el supuesto nexo que habría entre figuras del alto gobierno y el
narcotráfico.
La estrategia de Estados Unidos ha consistido en mostrar primero los dientes. Citemos los antecedentes: el FBI
incluyó en su lista de más buscados a Ghazi Nasr al –Din, quien tiene nacionalidad libanesavenezolana. El FBI
asegura que este ciudadano habría señalado que crearía un centro comunitario en Venezuela. Al Din es acusado de
sospechoso de terrorismo y de estar vinculado al grupo extremista Hezbolá. Todo esto es oficial. Está publicado en la
página web del FBI.
Además, está la orden ejecutiva dictada por Obama en marzo pasado. Hay que hablar también de la investigación
que adelanta el Departamento del Tesoro, a través de su Red de Delitos Financieros, sobre el lavado de dinero en
Andorra (cerca de 4200 millones de dólares provenientes de Venezuela).
Luego de que Estados Unidos ha mostrado los dientes, ha usado sus cartas como un factor de negociación a la hora
de sentarse a la mesa. Eso es lo que pareciera que ocurrió en Haití, donde Washington presionó para que se abriera
el juego electoral y para que se liberara a los presos políticos so pena de continuar divulgando elexpediente negro de
la revolución bolivariana y de tomar acciones más contundentes. Y eso es lo que pareciera que ocurrió también con la
visita de Corker.
El senador vino a lo que sabe hacer: presionar. Y tal vez a asegurarse de que el pacto forjado entre Shannon y
Cabello en Haití, que, ciertamente, contemplaría una salida electoral para Venezuela, no termine ejecutándose en
términos que supongan un obsceno ventajismo para el Gobierno, que lo termine atornillando en el poder, y una
estocada para la alternativa democrática.
Me explico: una cosa es que a Shannon se le haya prometido una fecha para las elecciones y la celebración del acto
electoral propiamente dicho y otra muy distinta es que esa contienda termine haciéndose bajo cánones equitativos.
Allí está la médula. No basta con la realización de comicios. Los comicios tienen que ser limpios.
Cuando Shannon va a Haití, no había fecha oficial para las parlamentarias. Ya la hay. Y eso marca un avance. Un
fruto del tête à tête entre Cabello y el consejero del Departamento de Estado. Pero, superado el punto álgido del
cronograma, es de suponer que la mera realización de elecciones no será suficiente para dirimir civilizadamente la
pugna que existe en Venezuela. Y eso lo sabe Estados Unidos. Y eso lo sabe Cabello. Y eso lo sabe el puntilloso
Corker.
Porque de ganar elecciones, las ganan hasta los cubanos. Ese no es el punto. El punto está en que esas elecciones
deben guardar las mínimas formas democráticas. Por eso vino Corker. Vino a abogar por los presos políticos, claro. Y
vino a ofrecer sus buenos oficios para que el pacto Shannon Cabello se deslice hacia el camino natural de una
contienda en la que las partes desconfían una de la otra, pero una de ellas tiene el control omnímodo del árbitro
electoral: ese camino es el de la observación internacional.
Corker debe estar muy consciente de que sin unas elecciones creíbles Venezuela puede irse por el despeñadero. Y
unas elecciones creíbles implican desde la libertad de los presos políticos hasta la presencia en el país, y desde dos
meses antes de las parlamentarias, de misiones de observación de la OEA y de la Unión Europea.
No basta con la UNASUR. Lo dicen los expertos en veeduría electoral. UNASUR no está calificada técnicamente para
esta tarea y, encima, ha mostrado una descarada simpatía hacia el Gobierno.
Lo que seguramente veremos en adelante será un triatlón para que el chavismo acepte la vigilancia profesional de las
elecciones. No será nada fácil que la élite gobernante ceda en este aspecto. Pero si no hay presión, mucho menos lo
hará. Nadie va al cadalso por voluntad propia.
Eso lo tiene claro Corker, acostumbrado a manejarse en el gran podio de la coacción. ¿O no es coacción su postura
de que Irán debe permitir la inspección estricta de sus instalaciones nucleares y, para hacerse sentir, le mandó una
fuerte carta a Obama el pasado 15 de junio en la que lo culpa de haber llevado las negociaciones con Irán a un punto
que dista mucho de las pretensiones originales de Estados Unidos?
Corker sabe cómo pegar duro. Tenga a quien tenga de interlocutor: desde a Obama hasta a Khamenei.
Corker es parte de la artillería política y diplomática que Washington despliega para tratar de buscar una solución
pacífica al complejo conflicto venezolano. Y aunque el senador republicano pueda tener sus diferencias con Obama
sobre temas geopolíticos, como el de un acuerdo nuclear definitivo con Irán que, según su lectura, resultaría, tal
como van las negociaciones, muy permisivo con Teherán, lo cierto es que también guarda sus afinidades con el
Presidente. Y una de esas afinidades tiene que ver con la veeduría internacional de las parlamentarias del 6D en
Venezuela.
Sí, Corker coincide con Obama. Es la misma línea. Obama acaba de recibir a Rousseff en la Casa Blanca y uno de los
puntos incluidos en la agenda fue el caso Venezuela. ¿Qué dijeron Obama y Rousseff en el comunicado que fue
divulgado luego de la reunión? Que quieren diálogo. Que quieren elecciones legislativas creíbles, transparentes y
con monitoreo internacional.
Atención a las cursivas.
Eso no es casualidad. Esa es parte de la estrategia. Por eso vino Corker, que se divierte escuchando el relato de la
épica espacial de Butch Wilmore, pero que también está dispuesto a escuchar, de primera mano, el relato de la épica
del Gobierno (con quien se reunió) y de la oposición (con quien también se reunió) para después mover las fichas del
ajedrez con la destreza de un Kaspárov. Y sin contemplaciones.
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