Kennedy y Betancourt
Una amistad que produjo el fortalecimiento de las relaciones entre Venezuela y EEUU
MARÍA TERESA ROMERO | EL UNIVERSAL
miércoles 24 de noviembre de 2010 12:00 AM
El pasado 22/11 se cumplieron 47 años del asesinato del ex presidente John F. Kennedy. El suceso recuerda la amistad entre el mandatario estadounidense y nuestro Rómulo Betancourt, ambos símbolos de la sempiterna lucha por la democracia representativa. Fue un acercamiento enmarcado en la peor manifestación de la Guerra Fría en el continente, cuando la URSS y Cuba se afanaban en exportar el comunismo en la región, cuando los ultras de izquierda y derecha llenaban de sangre las calles de las principales ciudades latinoamericanas.
Esa amistad trajo a Kennedy a Caracas en 1961 y llevó a Betancourt a Washington en 1963 y produjo el fortalecimiento de las relaciones bilaterales entre Venezuela y EEUU. El buen entendimiento entre ambos se manifestó en la OEA y en la ONU, donde hicieron causa común en varios temas de actualidad: el anticastrismo, el respeto a los derechos humanos y la descolonización, entre otros. Betancourt apoyó y promovió sin complejos la Alianza para el Progreso, iniciativa estadounidense para el desarrollo económico, social e institucional de América Latina.
No obstante, ese nexo amistoso no se tradujo en una adhesión incondicional del Gobierno betancourista hacia EEUU. Aunque fue un aliado confiable, mantuvo su autonomía en toda su política exterior. Betancourt siempre rechazó y criticó sin ambages las acciones intervencionistas de la potencia del Norte, y sus amistades con los dictadores de derecha (Somoza en Nicaragua y Trujillo en República Dominicana).
Don Rómulo, pues, sí hizo realidad su consigna de conducirse sin desplantes y cordialidad, pero con firmeza y sin sumisión, hacia EEUU.
Por su parte, el Gobierno de Kennedy siempre se resistió a las razonadas peticiones de Betancourt de adoptar su doctrina de ruptura y no reconocimiento a todos aquellos gobiernos del continente que llegaran al poder a través de un golpe de Estado. Ese tipo de relación madura y de respeto mutuo entre dos demócratas cabales, es la que echamos de menos y necesitamos con urgencia.
Esa amistad trajo a Kennedy a Caracas en 1961 y llevó a Betancourt a Washington en 1963 y produjo el fortalecimiento de las relaciones bilaterales entre Venezuela y EEUU. El buen entendimiento entre ambos se manifestó en la OEA y en la ONU, donde hicieron causa común en varios temas de actualidad: el anticastrismo, el respeto a los derechos humanos y la descolonización, entre otros. Betancourt apoyó y promovió sin complejos la Alianza para el Progreso, iniciativa estadounidense para el desarrollo económico, social e institucional de América Latina.
No obstante, ese nexo amistoso no se tradujo en una adhesión incondicional del Gobierno betancourista hacia EEUU. Aunque fue un aliado confiable, mantuvo su autonomía en toda su política exterior. Betancourt siempre rechazó y criticó sin ambages las acciones intervencionistas de la potencia del Norte, y sus amistades con los dictadores de derecha (Somoza en Nicaragua y Trujillo en República Dominicana).
Don Rómulo, pues, sí hizo realidad su consigna de conducirse sin desplantes y cordialidad, pero con firmeza y sin sumisión, hacia EEUU.
Por su parte, el Gobierno de Kennedy siempre se resistió a las razonadas peticiones de Betancourt de adoptar su doctrina de ruptura y no reconocimiento a todos aquellos gobiernos del continente que llegaran al poder a través de un golpe de Estado. Ese tipo de relación madura y de respeto mutuo entre dos demócratas cabales, es la que echamos de menos y necesitamos con urgencia.
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