ELIDES J. ROJAS L. | EL UNIVERSAL
miércoles 3 de agosto de 2011 12:00 AM
Ya viene el Censo y esta vez huele a cubano. En Venezuela, a decir verdad, todo huele a cubano. Cédulas, pasaportes, documentos registrados o notariados, las policías, el deporte, la agricultura, la medicina, los militares, los cuarteles, la propaganda, el espionaje, Miraflores, Chávez, la voz de las cadenas, Pdvsa, los negocios, la corrupción. Todo huele a cubano. A ese olor, vetusto y desvencijado que despide el fracaso de gestión de más de medio siglo que presentan los Castro. Hasta los afiches de Chávez o las pintas en las calles se parecen a Cuba. Hay una estética especial alrededor de los Castro y su pavoso sistema dictatorial.
La diferencia, en este caso muy evidente, es el extremo personalismo de Chávez en su andar por esta tierra. Castro, muy por el contrario, es enemigo del busto, el afiche y el dibujito donde el criminal del Caribe aparezca hasta el cansancio. Chávez no. El líder intergaláctico no está en los billetes no se sabe por qué. Y en las fiestas patronales, además, quedó demostrado su extrema egolatría y un inocultable gusto por la adulancia extrema, el jalamecatismo en grado de crimen de lesa humanidad. Es decir, la jalada criminal, la que mata.
Y en eso los cubanos son expertos. Para poder comer y mantener viva la ruina del comunismo de Fidel y Raúl le han jalado mecate a toda persona o gobierno en el que detecten una cosa muy sencilla: que le guste. Luego viene lo demás. La toma, la invasión ideológica y el asalto final. En Venezuela ya están en la etapa de asalto. Y, como sucede con estos vividores, antes de irse defenderán su mina chavista hasta el último momento. A los Castro les da miedo, terror, perder la jugosa mesada chavista que reciben por sus extraños servicios.
La próxima cubanada castrista parece que será el censo nacional. Ya está corriendo por ahí una copia del cuestionario, pero el problema no es el papel. El problema es un cubano, o un criollo adoctrinado, metido en su casa, improvisando, viendo y anotando. Y preguntando lo que realmente les interesa. ¿Usted es, o fue, adeco o copeyano? ¿Cuántas veces ha ido a Disney? ¿Le gusta la sonrisa de micomandante? ¿El perro duerme con usted o tiene cuarto propio? ¿Con cuantos carros hace mercado? ¿Gasta su quincena en Mercal? ¿Le gustan los militares? ¿Qué piensa de Mario Silva? ¿Usted cree que sí tiene cáncer? ¿Le gusta lo majunche? ¿Se queja cuando no hay luz? ¿Depende de Cadivi para viajar? ¿Cuántas horas diarias se pega usted en VTV? ¿Le gusta el olor a azufre? ¿Los cubanos vienen a llevarse los reales? ¿Ya botó todas las franelas rojas que tenía en su casa? ¿Le gustaría bañarse en el Guaire o prefiere el esperar por el parque en La Carlota?
Por ahí va la cosa.
La diferencia, en este caso muy evidente, es el extremo personalismo de Chávez en su andar por esta tierra. Castro, muy por el contrario, es enemigo del busto, el afiche y el dibujito donde el criminal del Caribe aparezca hasta el cansancio. Chávez no. El líder intergaláctico no está en los billetes no se sabe por qué. Y en las fiestas patronales, además, quedó demostrado su extrema egolatría y un inocultable gusto por la adulancia extrema, el jalamecatismo en grado de crimen de lesa humanidad. Es decir, la jalada criminal, la que mata.
Y en eso los cubanos son expertos. Para poder comer y mantener viva la ruina del comunismo de Fidel y Raúl le han jalado mecate a toda persona o gobierno en el que detecten una cosa muy sencilla: que le guste. Luego viene lo demás. La toma, la invasión ideológica y el asalto final. En Venezuela ya están en la etapa de asalto. Y, como sucede con estos vividores, antes de irse defenderán su mina chavista hasta el último momento. A los Castro les da miedo, terror, perder la jugosa mesada chavista que reciben por sus extraños servicios.
La próxima cubanada castrista parece que será el censo nacional. Ya está corriendo por ahí una copia del cuestionario, pero el problema no es el papel. El problema es un cubano, o un criollo adoctrinado, metido en su casa, improvisando, viendo y anotando. Y preguntando lo que realmente les interesa. ¿Usted es, o fue, adeco o copeyano? ¿Cuántas veces ha ido a Disney? ¿Le gusta la sonrisa de micomandante? ¿El perro duerme con usted o tiene cuarto propio? ¿Con cuantos carros hace mercado? ¿Gasta su quincena en Mercal? ¿Le gustan los militares? ¿Qué piensa de Mario Silva? ¿Usted cree que sí tiene cáncer? ¿Le gusta lo majunche? ¿Se queja cuando no hay luz? ¿Depende de Cadivi para viajar? ¿Cuántas horas diarias se pega usted en VTV? ¿Le gusta el olor a azufre? ¿Los cubanos vienen a llevarse los reales? ¿Ya botó todas las franelas rojas que tenía en su casa? ¿Le gustaría bañarse en el Guaire o prefiere el esperar por el parque en La Carlota?
Por ahí va la cosa.
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