Gustavo Coronel
Arria nos dice:
"Desde
la oposición se escuchan voces que dicen que con un cambio en las
reglas del juego económico, Venezuela abandonaría la crisis que la
afecta”
Diego Arria dice que esto no es cierto. Y agrega: “Desgraciadamente
conceptos como estos, que formulan dirigentes de la oposición oficial,
no solo no son verdad, sino que facilitan el encubrir la verdadera
realidad -que no quieren reconocer o enfrentar. Parecen olvidar que
estamos ante una dictadura; y en consecuencia, sin un cambio de modelo
político -un cambio de régimen- nada importante es posible. A una
dictadura no se le presentan propuestas, y menos aún de carácter
económico, cuando la prioridad es el rescate de la libertad y de los
derechos de todos. En ese sentido, la libertad de los presos políticos y
el fin a la persecución de dirigentes son elementos indispensables. Las
sugerencias, preñadas de buenas intenciones, por una parte no las
atienden quienes están en el ejercicio del poder, y por otra se da la
impresión al mundo –y a muchos conciudadanos- de estar interactuando con
un gobierno democrático que escucha las denuncias de los ciudadanos;
cuando sabemos que esto un régimen tiránico y brutal, reconocido
crecientemente así en el mundo.
Para Diego Arria este tipo de afirmaciones contribuye a legitimar el régimen. Por qué, pregunta, “Dan
esa imagen de cohabitación, en la cual las diferencias que nos
separarían son de naturaleza económica, como si el cambio político no
fuera lo fundamental?”
Para Diego Arria lo esencial es enfrentar y combatir las dictaduras.
¿Cómo? :
“Apelando a todos los cauces que nos permite la Constitución. Hay que
recordar siempre que esta Constitución tiene 350 artículos, no solo tres
o cuatro, que son los que siempre se utilizan para llamar radicales a
quienes la han leído un poco más. Esos cauces, descritos en la
Constitución, hay que usarlos con firmeza y contundencia”. Arria agrega:“Las
propuestas deben ser para los ciudadanos, que incluyen –por supuesto- a
las Fuerzas Armadas. Las propuestas son para convocarlos, para ejercer
en plenitud los derechos constitucionales. Para dejar de estar
humillados, vejados y abusados por las pandillas del régimen, por su
elenco de torturadores en el poder judicial, por la comisión repetida y
continuada del fraude y del abuso electoral, por la corrupción y el
saqueo del patrimonio nacional, por su asociación a las peores causas de
la humanidad -entre ellas la del narcotráfico. Las propuestas son para
dejar de ser todo lo que nos conforma hoy como un estado forajido y a
punto de ser fallido”.
Diego
Arria tiene razón. No es posible combatir la dictadura desde una
perspectiva de naturaleza conciliadora. Hay que combatirla de frente. Es
verdad que los hampones del régimen, Maduro, sus secuaces y sus
consejeros Cubanos, violan todos los días las leyes del país buscando
desesperadamente una reacción violenta de la oposición para suspender
elecciones. Es verdad. Pero, al mismo tiempo, es necesario establecer
los límites de tolerancia de la oposición democrática. Es necesario
denunciar ante el mundo los abusos que los hampones del chavismo llevan a
cambio en Venezuela. Y, si eso no funciona, será necesario insurgir con
todos los hierros en contra de estos bárbaros. Estamos al borde de una
elección que los hampones del chavismo quieren cancelar a toda costa. Y
por ello las jineteras del CEN establecen reglas a posteriori y los
hampones de la Contraloría inhabilitan a los candidatos de oposición. No
es fácil decidir cuál es el momento de asaltar a Miraflores para sacar
al payaso a las patadas.
Pero la dignidad del pueblo venezolano no se puede estirar indefinidamente, como si fuera un chicle.
Arria tiene razón. Hay que enfrentar a esa gentuza corrupta e inepta. No es posible coexistir pacíficamente con ellos.
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