Saturday, November 26, 2016

1000 días con Leopoldo preso

EN:
ALEXANDER CAMBERO/ @ALECAMBERO
Caminó entre la gente vestido de blanco. Con gran soltura se subió al pedestal de la estatua del apóstol de la independencia cubana José martí. Su esposa, Lilian Tintori, lo sostenía como tratando de resguardar sus últimos instantes en las calles de Venezuela, un beso sentido los mostró unidos frente al gran paso que daría minutos después. La muchedumbre escuchaba atentamente al emergente líder que se inmolaba por conseguir un sendero que nos condujera hasta el retorno de la democracia; un río de pueblo lo acompañó en aquella travesía sobre el campo minado de la injusticias que sembró el régimen para hacerlo preso.
Los gendarmes del régimen lo custodiaban como si se tratase del resguardo de un peligroso asesino serial, todo un despropósito de equipos antimotines para llevar a un hombre que se entregó por su propia voluntad. Un individuo de bien, sin armas ni ejército, de desafiantes especímenes del catálogo del rencor: solo con la conciencia de representar el grito de millones de seres que se hicieron su voz para clamar en el desierto del país en cautiverio, con sólidos principios que no se arrastraron ante el omnímodo poder de una tiranía; que se yergue sobre el destino de una nación que anhela mantener inalterable sus principios de fe democrática. Un hombre cargado de un profundo amor por Venezuela estaba destinado a escribir este capítulo en la historia de una nación sometida en el oscurantismo de un proceso desquiciado. Párrafos llenos de esfuerzos de un pueblo de raza inextinguible.
Cruzó la puerta y lo arrestaron con toda la parafernalia de los actos totalitarios. Inmediatamente lo incomunicaron, cero conversaciones con sus familiares y amigos. Con saña le impidieron cualquier contacto con su esposa e hijos. Una medida que ni siquiera recibieron los criminales de guerra nazis cuando fueron condenados en Nuremberg. Muchos de ellos antes de ser castigados tuvieron tiempo para estar con los suyos. Cuando dejaron entrar a su esposa querían humillarla con requisas que horadaban su dignidad de mujer, inclusive buscaron filmarla sin ropa para tratar de humillar a su marido en verdaderos arrebatos de martirios continuados.
Varios días metidos en una estrecha celda durmiendo en el frío piso de cemento. De noche lo sacaban a un espacio más estrecho, para llevarlo otra vez a su celda esta vez cubierta de excrementos en sus paredes. Además de rociar de orina el sitio en el que dormiría este baluarte de la libertad. Al verlo no claudicar ante semejante acción criminal comenzaron a cercenarle cualquier posibilidad de tener un beneficio. Cero diarios y libros para impedirle que el hombre tuviese contacto con el mundo del pensamiento. Casi conminado a transformarse en uno de ellos. Es decir: en un ser huérfano de cerebro y con una carencia similar al Equus africanus asinus o animal doméstico de la familia de los équidos. Léase: burro.
Un juicio amañado en el que la juez Susana Barreiros se encargó de condenarlo. 400.000 dólares en una maleta que salió del hotel Alba Caracas como estímulo para que decidiera la suerte de un líder al que Hugo Chávez temía. Luego ese personaje manchado de deshonra recibió el cargo de Defensora Pública Nacional, después de que el gobierno chileno rechazó su intención de asilarse en el país austral. El gobierno de Michelle Bachelet no quiso que en el suelo en donde un gran venezolano como Andrés Bello logró darle aportes fundamentales en el crecimiento de su nación, llegase alguien que es un insulto para el maestro caraqueño que amó a Chile como a su patria de origen. Ninguna nación de gobiernos honorables le ofreció facilidades para recibirla, a pesar de los esfuerzos del régimen de Nicolás Maduro por lograrle un lugar de confort.
Mil días en cautiverio. Son los barrotes inhiestos de un régimen pútrido. Sólido enjaule de hierros reforzado con placas de cemento de amplio grosor, una mazmorra ideada para quebrar la férrea voluntad de Leopoldo López. En el azaroso plan no contaban con la dignidad del líder. De sus labios no salió una palabra para rendirse, tampoco ha buscado mejores condiciones que haga que tenga que negociar sus principios con la dictadura. Nada de dialogar con quien te pone una pistola en la sien. Esa determinación romperá las cadenas de su cautiverio, un pueblo gallardo lo espera con ansias; saldrá con la misma dignidad con la que caminó entre la muchedumbre vestido de blanco…

No comments:

Post a Comment