CARLOS BLANCO
30 DE NOVIEMBRE 2016 - 12:05 AM
Tom Shannon en Caracas parece hacer el papel del abuelo gringo, al que solo le falta el gorro de Santa Claus, para abrazar a Nicolás, el muchachote gordo y bobo que no entiende a cabalidad sus tareas. Sin embargo, ni el primero es un visitante desprevenido, ni Maduro es bobo, aunque su ignorancia monumental opaque su talento para la ruindad.
Shannon está al tanto de todo. Sabe quiénes son los actores, cómo se mueven y qué piensan. Pierden el tiempo quienes en Washington o en Caracas intentan mostrarle detalles sobre las andanzas de la tiranía. A veces es él quien informa a sus interlocutores venezolanos sobre pormenores que desconocen. Además, no cabe suponerle simpatías por un régimen cuyas perversidades sabe. Entonces, ¿por qué Mr. Shannon representa un camino tan equivocado para la restitución de la democracia venezolana?
Mi hipótesis es que la política de Estados Unidos hacia el régimen chavista busca convencer a los próceres criollos mediante el ejercicio del poder moral, pero sin ejercer el poder político (que no son los “marines”, por cierto); poder político que asoman desde lejos sin continuidad y consistencia, como con las sanciones espasmódicas. En las reuniones con Maduro, Shannon seguramente le muestra con cordialidad el camino promisor que se le abriría al lado de su familia y cofrades, si de buen grado cambia, libera presos políticos y adopta nuevas estrategias; mientras Maduro tan impertérrito como el coronel Aramendi, ve pa’l techo.
Las sanciones adoptadas por el Congreso y luego la Casa Blanca no fueron del agrado del Departamento de Estado porque “interrumpían” lo que se podía obtener con el “diálogo”; y lo de los juicios en Nueva York parece una acción autónoma de la inteligencia norteamericana y luego de la justicia de ese país.
El intento de Mr. Shannon de convencer a Mr. Maduro sin molestarlo, le ha impedido visitar a Leopoldo, Ledezma, Simonovis y los demás presos políticos. Asimismo lo obliga a tener como interlocutores privilegiados dentro de la oposición solo a los de un sector. Lo más terrible es que ha sido promotor –si es que no es inspirador– del esperpento de diálogo protagonizado por Samper y Zapatero, a los cuales parece asociado en objetivos y prácticas hacia Venezuela, después de haber dejado a la intemperie a Luis Almagro en la OEA.
Hay fuerzas que se mueven para que Donald Trump conserve a Shannon al frente de la política hacia Venezuela. No sé si ocurrirá, pero lo que no debería continuar es la alimentación de una línea fracasada, con un “diálogo” que para Maduro solo significa ganar tiempo.
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