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Robert J. Samuelson
Washington Post
Noviembre 14, 2016
https://www.washingtonpost.com/syndication/columnists/robert-j-samuelson-spanish/
Donald Trump, parece, adoptará el viejo dicho: No hagas planes
pequeños. Ya publicó un programa para sus primeros 100 días en el
cargo, que recuerda el lanzamiento de Franklin Roosevelt del New
Deal. No es de sorprender que casi en el tope de la lista de Trump
figure la promesa de duplicar el crecimiento económico de su reciente
desganada tasa del 2 por ciento anual al 4 por ciento--mediante
recortes fiscales masivos, la relajación de regulaciones
gubernamentales y medidas para reducir las importaciones.
¿Quién podría frustrar a Trump?
Pues, Donald Trump.
Una enorme contradicción yace en el centro de su programa
económico. Trump quiere un crecimiento económico más rápido
(¿quién no?), pero las políticas que propone también elevarían la
incertidumbre económica--y la incertidumbre daña el crecimiento
económico. Si el presidente propone profundos recortes fiscales, ¿qué
promulgará el Congreso? ¿Quién se beneficiará, quién no? La misma
incertidumbre se aplica a la reducción regulatoria y a la política antiimportaciones.
Hasta que el panorama se clarifique, las empresas y las
familias postergarán sus gastos. El crecimiento económico sufrirá.
Por supuesto, siempre hay algo de incertidumbre. La diferencia yace en
la envergadura de las propuestas de Trump. Trump aboga por un gran
trastrocamiento de las políticas actuales.
Por ejemplo, la reducción fiscal que propone transformará
radicalmente el impuesto a los ingresos. Tendrá sólo tres tasas (12,25 y
33) en lugar de las siete tasas actuales. Su costo en el curso de una
década, según la entidad no partidista Tax Foundation, será entre 4,4
billones de dólares y 5,9 billones de dólares, lo que equivale a alrededor
de entre un 11 y un 15 por ciento de los ingresos fiscales actuales en el
curso de 10 años.
O consideremos sus planes comerciales. Trump no aboga por cambios
marginales. Quiere renegociar el Tratado de Libre Comercio de Norte
América, lo que podría virar dramáticamente el flujo comercial con
México y Canadá. (En 2015, esos dos países absorbieron 605.000
millones de dólares en exportaciones de Estados Unidos y proveyeron
de 642.000 millones de dólares en importaciones.)
Hay muchas cosas que se desconocen. En regulaciones, Trump
“cancelaría toda medida, memorando y orden ejecutiva
inconstitucional expedida por el presidente Obama”, un compromiso
radical cuyo efecto real es ambiguo.
Esas propuestas controversiales y otras (sobre inmigración y
Obamacare, por ejemplo) inspirarán un lobbying feroz. Mientras no se
decidan las cosas, los gerentes de las empresas y, probablemente, los
consumidores, tal vez retrasen sus gastos cuando puedan hacerlo. La
cruzada para acelerar el crecimiento económico ralentizaría--al menos
temporariamente--el crecimiento económico.
“La incertidumbre es un riesgo real”, dice el economista Michael Strain
de American Enterprise, un centro de investigaciones de centro
derecha. “Yo me sentiría renuente a iniciar una empresa ahora, y si
tuviera una, me sentiría renuente a aumentar la nómina en un 15 por
ciento hasta ver cómo se desarrollaban los hechos.”
Esto no es sólo un presentimiento fundamentado. Tres economistas
académicos recientemente crearon un índice de “incertidumbre de
políticas” para ver si una mayor incertidumbre perjudicaría el
crecimiento económico. Hallaron que sí lo hacía. (El índice está basado
en un examen de artículos periodísticos, informes de la Oficina de
Presupuesto del Congreso y pronósticos de economistas.)
Una mayor incertidumbre en Estados Unidos “anuncia declives en las
inversiones, en la producción y el empleo,” escriben los economistas
Scott R. Baker, de Northwestern University, Nicholas Bloom, de
Stanford University y Steven J. Davis, de la Universidad de Chicago, en
The Quarterly Journal of Economics.
La presidencia de Trump sugiere muchos caminos a una mayor
incertidumbre: Un choque entre la Casa Blanca y la Reserva Federal o
una disputa sobre déficits presupuestarios son posibilidades obvias.
Como señala Davis, algunos de los pronunciamientos no-económicos
de Trump--el cuestionamiento del futuro de la OTAN, por ejemplo--
también aumentan la incertidumbre económica.
Nada de eso significa que Trump no pueda lograr que todo su
programa o parte de él se apruebe. Significa que el proceso será
contencioso y que la incertidumbre será contraproducente para logar el
objetivo de Trump de un crecimiento económico más rápido. “La
incertidumbre de las políticas a seguir hará que los mercados
financieros se enloquezcan,” dice el economista Mark Zandi de Moody’s
Analytics. Los precios de las acciones, las tasas de interés y las tasas de
cambio serán especialmente volátiles.
Tampoco se sabe si la estrategia económica de Trump funcionará como
se espera. Zandi, en primer lugar, es escéptico. La oferta y la demanda
están enfrentadas, dice. Trump estimula la demanda con los recortes
fiscales masivos pero limita la oferta al desalentar las importaciones y
expulsar a los inmigrantes ilegales. Una demanda fuerte chocará en
última instancia con la oferta restringida. La inflación y las tasas de
interés se elevarán; podría seguir una crisis.
Bajo las circunstancias más favorables, el gran plan de Trump--su
búsqueda de un crecimiento económico más rápido--será una tarea de
enorme envergadura. Bajo circunstancias realistas, podría ser una
misión imposible.
© 2016, The Washington Post Writers Group
Robert J. Samuelson (Nueva York, 1945). Graduado
en la Universidad de Harvard (1967). Inició su carrera
periodística como reportero del Washington Post en la
sección empresarial, en 1969. Cuatro años después salió
del periódico para trabajar como free-lance. En 1976 se
incorporó a The National Journal como corresponsal de
Economía, iniciando su columna “Economic Focus”.
Comenzó a escribir una columna para The Washington
Post en 1977. La columna de explora asuntos políticos,
económicos y sociales. Explica enjambres de datos, cifras y
afirmaciones en conflicto, produciendo conclusiones de
sentido común sobre temas desconcertantes.
“ Tengo que dar una perspectiva diferente. Si digo lo que
todo el mundo dice, es una pérdida de tiempo. Por otra
parte, ser diferente por el sólo hecho de ser diferente es
moral e intelectualmente un fracaso. Tengo que quedarme
con mi mejor interpretación de los hechos. Cuando éstos
cambien, mi pensamiento y mis escritos cambiarán”.
Ha colaborado con Sunday Times of London- The Los
Angeles Times- The Boston Globe- Newsweek- The New
Republic y otras publicaciones
Autor de los siguientes libros:
The Good Life and Its Discontents: The American
Dream in the Age of Entitlement, 1945-1995 (Times
Books, 1995 )
Untruth: Why the Conventional Wisdom is (Almost
Always) Wrong (2001)
The Great Inflation and Its Aftermath: The Past and
Future of American Affluence (2008, Edición
revisada en rústica, 2010)
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