FRANCISCO RIVERO VALERA | EL UNIVERSAL
viernes 26 de agosto de 2011 02:47 PM
Miedo es una cosa y respeto es otra.
El miedo es la reacción instintiva y desagradable de los seres vivos contra todo lo que amenace su supervivencia. Puede ser provocado intencionalmente. Su máxima expresión es el terror. Y su ausencia es la libertad, porque libertad es la ausencia de miedo. Montesquieu.
El respeto, en cambio, es una reacción afectiva y espontánea del ser humano que genera aceptación incondicional de los derechos de todo ser vivo a ser diferente. Es sinónimo de atención, tolerancia y pluralidad. Es el principio básico de la convivencia. Y es el ingrediente más importante de la paz. Benito Juárez.
El miedo esclaviza y congela el comportamiento de la persona. Y muchas veces la lleva a negociar lo más sagrado, sus principios, con tal de garantizar su supervivencia. Y transforma a la persona en un ser humano sumiso, oprimido y tiranizado.
El miedo se pega como la gripe. Y se contagia rápidamente entre las masas por pérdida de los atributos humanos de cada persona al ser despojada de sus datos de civilización: identidad, derecho a la intimidad, sentido de lo razonable y seguridad jurídica. N. Rivera. Y se transforma en un instrumento de dominación política
En consecuencia, el miedo es el instrumento estratégico más importante de los dictadores para lograr propósitos bien definidos: el control absoluto del país, y manejar como marionetas a cada uno de sus habitantes; instalar un movimiento destructivo de la individualidad, capaz de actuar como narcótico moral a través del terror totalitario y, al final, si es necesario, justificar el genocidio como fin político extremo, ya aplicado por Hitler, Eichmann y sus secuaces por toda Europa, en la búsqueda de la sumisión de las masas. Arendt y Robin.
Pero el respeto, por su principio de defensa de los derechos humanos, representa una amenaza contra el poder del dictador. Por esa razón, los déspotas actúan rápidamente para utilizar el instrumento del miedo en la sustitución del respeto.
En Venezuela, por ejemplo, existe un gobierno de miedo. En 13 años ha sustituido el respeto por el miedo, como instrumento de dominación política. Al descalificar e insultar públicamente a personas e instituciones. Al expropiar empresas productivas. Al hacer mutis con la delincuencia y con la corrupción. Con la inseguridad jurídica. Con la impunidad. Con la inflación. Con el control absoluto de todos los poderes del Estado. Y, lo último, este gobierno chavista también ha amenazado con utilizar el recurso final del terror totalitario: el uso de las armas en caso de su derrota electoral en el 2012, o sea al genocidio. Inaceptable.
Por eso, hoy los venezolanos tienen miedo hasta para salir a la calle, para tener o invertir en una empresa productiva, cultivar la tierra, para tener una vivienda, dejar el carro en la vía pública; criticar la mala política del Gobierno, para hablar por teléfono, salir de compras y demás.
Afortunadamente, el miedo también puede actuar como motivador individual y de las grandes masas en la búsqueda del respeto. Y destruye gobiernos, se constituye en factor de cambio o es la causa de males mayores. Rivera. Ya demostrado por los venezolanos en la lucha por la Independencia o contra las dictaduras. O por las poblaciones de Túnez, Egipto, Libia, Siria, Yemen y otros países, en la reciente rebelión contra gobiernos eternizados en el poder.
Por lo tanto, recordemos: de lo que tengo miedo es de tu miedo. W. Shakespeare.
El miedo es la reacción instintiva y desagradable de los seres vivos contra todo lo que amenace su supervivencia. Puede ser provocado intencionalmente. Su máxima expresión es el terror. Y su ausencia es la libertad, porque libertad es la ausencia de miedo. Montesquieu.
El respeto, en cambio, es una reacción afectiva y espontánea del ser humano que genera aceptación incondicional de los derechos de todo ser vivo a ser diferente. Es sinónimo de atención, tolerancia y pluralidad. Es el principio básico de la convivencia. Y es el ingrediente más importante de la paz. Benito Juárez.
El miedo esclaviza y congela el comportamiento de la persona. Y muchas veces la lleva a negociar lo más sagrado, sus principios, con tal de garantizar su supervivencia. Y transforma a la persona en un ser humano sumiso, oprimido y tiranizado.
El miedo se pega como la gripe. Y se contagia rápidamente entre las masas por pérdida de los atributos humanos de cada persona al ser despojada de sus datos de civilización: identidad, derecho a la intimidad, sentido de lo razonable y seguridad jurídica. N. Rivera. Y se transforma en un instrumento de dominación política
En consecuencia, el miedo es el instrumento estratégico más importante de los dictadores para lograr propósitos bien definidos: el control absoluto del país, y manejar como marionetas a cada uno de sus habitantes; instalar un movimiento destructivo de la individualidad, capaz de actuar como narcótico moral a través del terror totalitario y, al final, si es necesario, justificar el genocidio como fin político extremo, ya aplicado por Hitler, Eichmann y sus secuaces por toda Europa, en la búsqueda de la sumisión de las masas. Arendt y Robin.
Pero el respeto, por su principio de defensa de los derechos humanos, representa una amenaza contra el poder del dictador. Por esa razón, los déspotas actúan rápidamente para utilizar el instrumento del miedo en la sustitución del respeto.
En Venezuela, por ejemplo, existe un gobierno de miedo. En 13 años ha sustituido el respeto por el miedo, como instrumento de dominación política. Al descalificar e insultar públicamente a personas e instituciones. Al expropiar empresas productivas. Al hacer mutis con la delincuencia y con la corrupción. Con la inseguridad jurídica. Con la impunidad. Con la inflación. Con el control absoluto de todos los poderes del Estado. Y, lo último, este gobierno chavista también ha amenazado con utilizar el recurso final del terror totalitario: el uso de las armas en caso de su derrota electoral en el 2012, o sea al genocidio. Inaceptable.
Por eso, hoy los venezolanos tienen miedo hasta para salir a la calle, para tener o invertir en una empresa productiva, cultivar la tierra, para tener una vivienda, dejar el carro en la vía pública; criticar la mala política del Gobierno, para hablar por teléfono, salir de compras y demás.
Afortunadamente, el miedo también puede actuar como motivador individual y de las grandes masas en la búsqueda del respeto. Y destruye gobiernos, se constituye en factor de cambio o es la causa de males mayores. Rivera. Ya demostrado por los venezolanos en la lucha por la Independencia o contra las dictaduras. O por las poblaciones de Túnez, Egipto, Libia, Siria, Yemen y otros países, en la reciente rebelión contra gobiernos eternizados en el poder.
Por lo tanto, recordemos: de lo que tengo miedo es de tu miedo. W. Shakespeare.
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