ORIAN BRITO PEÑA| EL UNIVERSAL
sábado 29 de marzo de 2014 12:00 AM
Una de las características más notables de los jóvenes que se han mantenido en protesta desde hace más de un mes en Altamira, por ejemplo, es el empeño de estos muchachos por mantenerse en las calles a pesar de la brutal represión sencillamente "porque no hay futuro", muchos manifiestan que el actual esquema político les hace imposible desarrollarse en Venezuela por lo que asumen el riesgo de dejarlo todo con el propósito de alcanzar el cambio.
Un sentimiento común en muchos jóvenes venezolanos quienes más allá del estrato social o ideología política se ven sumergidos en la frustración por no poder capitalizar la estabilidad que se anhela tras años de estudios y sacrificios. De acuerdo con algunas investigaciones realizadas por colegas periodistas, algunos jóvenes manifestantes son padres quienes sufren además las penurias de no encontrar los productos básicos para la alimentación de sus hijos.
Así como en las calles, en las universidades públicas y privadas venezolanas se encuentran un importante número de estudiantes que dedican tiempo, esfuerzo y dinero (que no abunda), con el objetivo firme de capacitarse para establecer una mejor vida, sin embargo, el panorama desde hace un buen tiempo es desalentador.
Un joven con un sueldo medio no tiene la capacidad de independizarse, mucho menos pensar en adquirir un carro porque además posiblemente no haya. Si el muchacho o recién graduado aspira trabajar para tener la oportunidad de viajar, es otro proyecto limitado, porque si no es el alto costo de los boletos, será el viacrucis para obtener las divisas.
Aspectos que no le interesan a quienes controlan el poder, quienes responde con represión, persecución y tortura el clamor de la juventud venezolana. Se juega al cansancio de los muchachos a quienes afortunadamente no han podido doblegar frente a 15 años de gobierno chavista, un aspecto que podría ser calificado como milagroso, tomando en cuenta que muchos posiblemente tengan un vago recuerdo del período democrático, porque indudablemente el esquema actual no tiene ni un ápice de democrático.
Otros jóvenes han tenido la dicha de obtener oportunidades fuera del país en esa búsqueda incansable de progreso y paz, pese a que no es la decisión más sencilla, el ímpetu, las ganas y la paciencia son elementos que le han permitido a muchos aprender, conocer y establecerse en otras tierras.
"Prefiero ser soñador a ser matador de sueños", es parte de la letra de la canción "Me gusta la palabra libertad", interpretada por José Luis Perales, la cual coincide perfectamente con esa lucha de la juventud venezolana por no dejar morir sus sueños, pero una lucha que hasta ahora ha dejado sangre, familias marcadas y jóvenes que posiblemente en este instante están detenidos bajo procesos judiciales viciados.
Así como la efervescencia nos impulsa a hacer cosas increíbles, también es imprescindible mantener la cordura y la inteligencia para mantener esa revolución juvenil, sin armas, sin consigas políticas, alejada de la sangre y la violencia que son los pilares del socialismo represivo porque Venezuela necesita de sus jóvenes vivos.
Un sentimiento común en muchos jóvenes venezolanos quienes más allá del estrato social o ideología política se ven sumergidos en la frustración por no poder capitalizar la estabilidad que se anhela tras años de estudios y sacrificios. De acuerdo con algunas investigaciones realizadas por colegas periodistas, algunos jóvenes manifestantes son padres quienes sufren además las penurias de no encontrar los productos básicos para la alimentación de sus hijos.
Así como en las calles, en las universidades públicas y privadas venezolanas se encuentran un importante número de estudiantes que dedican tiempo, esfuerzo y dinero (que no abunda), con el objetivo firme de capacitarse para establecer una mejor vida, sin embargo, el panorama desde hace un buen tiempo es desalentador.
Un joven con un sueldo medio no tiene la capacidad de independizarse, mucho menos pensar en adquirir un carro porque además posiblemente no haya. Si el muchacho o recién graduado aspira trabajar para tener la oportunidad de viajar, es otro proyecto limitado, porque si no es el alto costo de los boletos, será el viacrucis para obtener las divisas.
Aspectos que no le interesan a quienes controlan el poder, quienes responde con represión, persecución y tortura el clamor de la juventud venezolana. Se juega al cansancio de los muchachos a quienes afortunadamente no han podido doblegar frente a 15 años de gobierno chavista, un aspecto que podría ser calificado como milagroso, tomando en cuenta que muchos posiblemente tengan un vago recuerdo del período democrático, porque indudablemente el esquema actual no tiene ni un ápice de democrático.
Otros jóvenes han tenido la dicha de obtener oportunidades fuera del país en esa búsqueda incansable de progreso y paz, pese a que no es la decisión más sencilla, el ímpetu, las ganas y la paciencia son elementos que le han permitido a muchos aprender, conocer y establecerse en otras tierras.
"Prefiero ser soñador a ser matador de sueños", es parte de la letra de la canción "Me gusta la palabra libertad", interpretada por José Luis Perales, la cual coincide perfectamente con esa lucha de la juventud venezolana por no dejar morir sus sueños, pero una lucha que hasta ahora ha dejado sangre, familias marcadas y jóvenes que posiblemente en este instante están detenidos bajo procesos judiciales viciados.
Así como la efervescencia nos impulsa a hacer cosas increíbles, también es imprescindible mantener la cordura y la inteligencia para mantener esa revolución juvenil, sin armas, sin consigas políticas, alejada de la sangre y la violencia que son los pilares del socialismo represivo porque Venezuela necesita de sus jóvenes vivos.
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