RUBÉN DE MAYO| EL UNIVERSAL
jueves 27 de marzo de 2014 12:00 AM
La intelectualidad opositora venezolana está confundida y perpleja por las protestas que han derivado en violencia y la persistencia tenaz de barricadas en algunas localidades.
Uno de estos analistas, que se cree muy avispado y habla con tono apodíctico y resuelto, como si estuviera dando una homilía a su grey desde el púlpito sagrado de su impresionante cerebro, llegó incluso a tildar a las guarimbas (versión criolla de la ya clásica barricada francesa), en un acceso frenético de amor y paz, de "barranco", porque para él toda violencia es censurable, venga de donde venga.
Para esta intelectualidad de medio pelo lo que importa es el principio altruista de la paz y el respeto a la vida; desde esta perspectiva empalagosa, poco significado tiene la complejidad de las consecuencias suscitadas por las barricadas, que han escapado del liderazgo opositor y de su pedantesca intelectualidad.
La barricada es producto por excelencia de Francia, que bastante conoce de luchas religiosas, gestas libertarias y revoluciones. Nació en la urbe, en París, lo que expresa su condición citadina (¿y civilizada?), hacia finales del siglo XVI, concretamente el 12 de mayo de 1588, conocido como el "día de las barricadas". Como en esta revuelta popular en contra del Rey Enrique III el principal objeto que se utilizó para bloquear las calles y barrios de París fue la barrica, en la cual se almacena y añeja el vino, se le denominó barricada. Este fue el nacimiento oficial de la barricada, la primera vez que se haría uso de este recurso de lucha popular.
La barricada se hizo célebre como instrumento de lucha política en el siglo XIX. La Revolución de 1830, denominada las "Tres Gloriosas", que puso punto final a la monarquía despótica y absolutista de Carlos X, sucediéndole una monarquía constitucional que le devolvió al pueblo la soberanía expropiada por el régimen de la Restauración, fue provocada por las luchas libertarias hechas barricadas en los barrios de París. A tal extremo la barricada fue el recurso por excelencia de quienes levantaron su voz de protesta, que el pintor romanticista Eugène Delacroix le dedicó un famoso cuadro a esta revolución, intitulado: La libertad Guiando al Pueblo, también denominado La Barricada, en el cual una sensual mujer representando la libertad y la patria conduce animosamente a su pueblo en medio de la muerte y los horrores de la guerra civil, empuñando con decisión la bandera francesa. El mismo maestro Delacroix encarece y ensalza la temática de su cuadro afirmando: "he emprendido un tema moderno, una barricada". De tema moderno, entonces, califica Delacroix a la barricada, gran protagonista de esta revolución, que dejó a la ciudad de París ensangrentada con más de 1000 muertos por la represión.
También la barricada tuvo un papel protagónico en la muy importante revolución de 1848, tras la cual se instaura la segunda república francesa, saliendo gananciosa la democracia. Más de 1500 barricadas fueron alzadas por toda la ciudad de París, provocando la abdicación del rey Luis Felipe de Orleans, quien hizo justicia a su mote de "rey de las barricadas", puesto que ellas lo entronizaron en 1830 y luego propiciaron su abdicación.
Napoleón III aprendería la lección, y su modernización de la ciudad de París tuvo como uno de sus objetivos combatir eficazmente la barricada como recurso de lucha popular, dotándola de amplias avenidas que dificultaban su bloqueo y favorecían el libre tránsito. Esta ha sido la importancia histórica de la barricada en Francia, que condicionó incluso la remodelación y el nuevo urbanismo de su capital, París, para rabia y molestia de quienes ven en la barricada, la guarimba, un simple acto censurable de violencia, indigno como manifestación del descontento.
Nuestra barricada ha permitido llamar a los motorizados armados y colectivos por su verdadero nombre: "paramilitares"; también ha mostrado el feo rostro represivo y autoritario del Gobierno (manchándolo de sangre). En su desesperación, el Gobierno ha atentado directamente contra el derecho a la información, lo cual ha vuelto aún más tendencioso lo que se dice desde el poder, restándole credibilidad a todo cuanto dice; también la barricada ha focalizado la protesta popular en problemas comunes a todos: inflación, escasez, inseguridad, etc., generalizando el reclamo, sacándolo de la limitada confrontación polarizada: oficialismo-oposición, aunque se hablara torpemente, al principio, de la "salida". Esta "salida", ya hay conciencia de esto, no pasa por un simple cambio de presidente, sino por una enmienda del sistema económico-político, que deben hacer los mismos chavistas si no quieren ahogarse en sus propias aguas.
Estos son algunos de los logros de la barricada, para desesperación del chavismo y envidia de alguna intelectualidad opositora que necesita verter las protestas, para entenderlas, en sus gastados y viejos odres.
Uno de estos analistas, que se cree muy avispado y habla con tono apodíctico y resuelto, como si estuviera dando una homilía a su grey desde el púlpito sagrado de su impresionante cerebro, llegó incluso a tildar a las guarimbas (versión criolla de la ya clásica barricada francesa), en un acceso frenético de amor y paz, de "barranco", porque para él toda violencia es censurable, venga de donde venga.
Para esta intelectualidad de medio pelo lo que importa es el principio altruista de la paz y el respeto a la vida; desde esta perspectiva empalagosa, poco significado tiene la complejidad de las consecuencias suscitadas por las barricadas, que han escapado del liderazgo opositor y de su pedantesca intelectualidad.
La barricada es producto por excelencia de Francia, que bastante conoce de luchas religiosas, gestas libertarias y revoluciones. Nació en la urbe, en París, lo que expresa su condición citadina (¿y civilizada?), hacia finales del siglo XVI, concretamente el 12 de mayo de 1588, conocido como el "día de las barricadas". Como en esta revuelta popular en contra del Rey Enrique III el principal objeto que se utilizó para bloquear las calles y barrios de París fue la barrica, en la cual se almacena y añeja el vino, se le denominó barricada. Este fue el nacimiento oficial de la barricada, la primera vez que se haría uso de este recurso de lucha popular.
La barricada se hizo célebre como instrumento de lucha política en el siglo XIX. La Revolución de 1830, denominada las "Tres Gloriosas", que puso punto final a la monarquía despótica y absolutista de Carlos X, sucediéndole una monarquía constitucional que le devolvió al pueblo la soberanía expropiada por el régimen de la Restauración, fue provocada por las luchas libertarias hechas barricadas en los barrios de París. A tal extremo la barricada fue el recurso por excelencia de quienes levantaron su voz de protesta, que el pintor romanticista Eugène Delacroix le dedicó un famoso cuadro a esta revolución, intitulado: La libertad Guiando al Pueblo, también denominado La Barricada, en el cual una sensual mujer representando la libertad y la patria conduce animosamente a su pueblo en medio de la muerte y los horrores de la guerra civil, empuñando con decisión la bandera francesa. El mismo maestro Delacroix encarece y ensalza la temática de su cuadro afirmando: "he emprendido un tema moderno, una barricada". De tema moderno, entonces, califica Delacroix a la barricada, gran protagonista de esta revolución, que dejó a la ciudad de París ensangrentada con más de 1000 muertos por la represión.
También la barricada tuvo un papel protagónico en la muy importante revolución de 1848, tras la cual se instaura la segunda república francesa, saliendo gananciosa la democracia. Más de 1500 barricadas fueron alzadas por toda la ciudad de París, provocando la abdicación del rey Luis Felipe de Orleans, quien hizo justicia a su mote de "rey de las barricadas", puesto que ellas lo entronizaron en 1830 y luego propiciaron su abdicación.
Napoleón III aprendería la lección, y su modernización de la ciudad de París tuvo como uno de sus objetivos combatir eficazmente la barricada como recurso de lucha popular, dotándola de amplias avenidas que dificultaban su bloqueo y favorecían el libre tránsito. Esta ha sido la importancia histórica de la barricada en Francia, que condicionó incluso la remodelación y el nuevo urbanismo de su capital, París, para rabia y molestia de quienes ven en la barricada, la guarimba, un simple acto censurable de violencia, indigno como manifestación del descontento.
Nuestra barricada ha permitido llamar a los motorizados armados y colectivos por su verdadero nombre: "paramilitares"; también ha mostrado el feo rostro represivo y autoritario del Gobierno (manchándolo de sangre). En su desesperación, el Gobierno ha atentado directamente contra el derecho a la información, lo cual ha vuelto aún más tendencioso lo que se dice desde el poder, restándole credibilidad a todo cuanto dice; también la barricada ha focalizado la protesta popular en problemas comunes a todos: inflación, escasez, inseguridad, etc., generalizando el reclamo, sacándolo de la limitada confrontación polarizada: oficialismo-oposición, aunque se hablara torpemente, al principio, de la "salida". Esta "salida", ya hay conciencia de esto, no pasa por un simple cambio de presidente, sino por una enmienda del sistema económico-político, que deben hacer los mismos chavistas si no quieren ahogarse en sus propias aguas.
Estos son algunos de los logros de la barricada, para desesperación del chavismo y envidia de alguna intelectualidad opositora que necesita verter las protestas, para entenderlas, en sus gastados y viejos odres.
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