Raúl Castro recibe a Jorge Mario
Bergoglio en el aeropuerto de La Habana
En su
primer discurso, aunque breve, el Papa hiló muy fino para, sin propiciar
títulos estridentes, situar ya en el tablero los conceptos de libertad,
dignidad, exilio, justicia, paz, reconciliación… Después de pedir a Raúl Castro
que trasladase a su hermano Fidel su “consideración y respeto”, Bergoglio se
apoyó en textos de José Martí —no hay mejor cuña que la de la misma madera—
para advertir de que la cultura del “diálogo y el encuentro” debe imponerse
“sobre el sistema, muerto para siempre, de dinastía y de grupos”.
Si a
estas palabras se unen las pronunciadas unas horas antes, durante un encuentro
con estudiantes de Nueva York y La Habana, sobre los líderes que se convierten
en tiranos, no es difícil inferir que Francisco, además de reclamar el fin del bloqueo
como espera y necesita el Gobierno cubano, también lanzará destellos de
advertencia a un régimen que no ha cambiado de apellido desde hace más de medio
siglo. “Un buen líder”, explicó el Papa a preguntas de un joven, “es aquel que
es capaz de generar otros líderes. Si un líder quiere sostener el liderazgo, es
un tirano. Los líderes de hoy en día no estarán mañana. Si no siembran la
semilla del liderazgo en otros, no tienen valor. Son dictadores”.
No es difícil prever que en un país donde no existe
libertad de prensa, cada palabra que el papa Francisco pronuncie en La Habana,
Holguín o Santiago será analizada bajo el microscopio de la suspicacia. El
gobierno de Cuba tiene la esperanza de que Jorge Mario Bergoglio, en quien más
que un líder religioso ve a un poderoso aliado diplomático, se manifieste de
forma rotunda contra el bloqueo de EE UU sin inmiscuirse —o al menos no de
forma explícita— en asuntos de política interna. Es casi cuestión de inercia.
No hay
que olvidar que el precio que la Iglesia cubana ha tenido que pagar para
mantener los puentes abiertos haya sido en muchas ocasiones el del silencio
condescendiente. La de no romper bajo ningún concepto las comunicaciones con
Cuba ha sido la línea invariable del Vaticano desde Juan XXIII —que montó en
cólera al enterarse de que la Iglesia cubana puso pies en polvorosa por temor a
las represalia de los barbudos y ordenó que los curas regresaran— hasta ahora,
y Francisco no va a cambiarla. Pero también es previsible que, ahora que Cuba
pide y recibe, Bergoglio incentive su disposición a hacer concesiones. El papa
argentino está dispuesto a rentabilizar la baza que le otorgaron Barack Obama y
Raúl Castro al reconocerle públicamente el pasado diciembre su contribución al
diálogo.
Raúl
Castro por su parte agradeció al Papa su apoyo en el restablecimiento de
relaciones diplomáticas con Estados Unidos, un "primer paso en el proceso
hacia la normalización de los vínculos entre ambos países que requerirá
resolver problemas y reparar injusticias".
Francisco
pide en La Habana "libertad y medios" para que la Iglesia siga
acompañando el proceso de acercamiento a EE UU
"El
bloqueo, que provoca daños humanos y privaciones a las familias cubanas, es
cruel, inmoral e ilegal, debe cesar", afirmó Castro en su discurso de
bienvenida a Francisco. Además del fin del embargo, el mandatario cubano
también demandó la devolución del "territorio que usurpa la base naval de
Guantánamo", "justos reclamos", que según dijo, son compartidos
por los pueblos y la inmensa mayoría de los gobiernos del mundo".
En su discurso en el aeropuerto
de La Habana, el Papa tuvo un recuerdo, casi subliminal, para la disidencia y
el exilio: “Quisiera que mi saludo llegase especialmente a todas aquellas
personas que, por diversos motivos, no podré encontrar y a todos los cubanos
dispersos por el mundo”. Durante el vuelo, el Papa contó que había encontrado a
la familia de refugiados sirios que han sido acogidos en el Vaticano y que su
rostro, en el que estaban reunidos todos los sufrimientos de la guerra y la
huida, le había impresionado. De ahí que pidiera a los periodistas que
reflexionaran sobre la importancia de la paz: “Yo os agradezco todo aquello que
hagáis en vuestro trabajo para hacer puentes. Pequeños puentes, pequeños, pero
un pequeño puente, otro, otro, hacen un gran puente hacia la paz”.
Vía El País. España
Que pasa Margarita
No comments:
Post a Comment