Editorial El Nacional
Mientras la Mesa de la Unidad Democrática se reúne y declara públicamente que acepta los días 26, 27 y 28 de octubre para la recolección a escala nacional de las firmas destinadas a activar el revocatorio, el gobierno de Maduro se empeña mediante ardides propios de rufianes en provocar situaciones que desestabilicen el clima político y enciendan las protestas.
Ayer fue publicado en la prensa capitalina un cartel judicial en el que se cita al gobernador de Miranda, Henrique Capriles Radonski, para que comparezca en el término de quince días hábiles ante un tal señor Manuel Escauriza Sánchez, director de Determinación de Responsabilidades de la adormecida Contraloría Familiar de la República, de cuya vida y actuación nadie tiene noticia alguna, sino remotos e inaudibles gruñidos cuando desde Miraflores la activan para enredar el juego.
Desde luego, no vale la pena iniciar una averiguación periodística para llegar al meollo del asunto porque estamos, sin duda alguna, ante las viejas tretas que la camarilla civil y militar usa en estos casos en que la oposición comienza a ganar terreno, incluso más de lo que ha logrado en estos últimos meses.
Que se cite por cartel a un alto funcionario como lo es el gobernador de Miranda, electo por una sustancial cantidad de votos populares, es prueba de una estupidez de marca mayor porque todo el mundo sabe en dónde camina, trabaja y duerme el señor Capriles. Pero para la Contraloría “ha resultado impracticable su notificación personal”. ¿Nos reímos o lloramos? ¿Son gafos o se hacen?
Que se cite por cartel a un alto funcionario como lo es el gobernador de Miranda, electo por una sustancial cantidad de votos populares, es prueba de una estupidez de marca mayor porque todo el mundo sabe en dónde camina, trabaja y duerme el señor Capriles. Pero para la Contraloría “ha resultado impracticable su notificación personal”. ¿Nos reímos o lloramos? ¿Son gafos o se hacen?
Si se les hace difícil encontrar al gobernador Capriles, pues imagínense ustedes lo que les costaría encontrar a Diosdedo Cabello o al Pollo Carvajal, que para colmo se cambió el nombre. O al tesorero de la República, teniente Andrade; al ahijado de Douglas Bravo y primo de Rafael Ramírez (embajador en la ONU), Dieguito Salazar, quien fuera el rey de los seguros de Pdvsa, según dicen, y ni se les ocurra citar a la enfermera del comandante Chávez y su supuesta fabulosa fortuna.
Vale destacar lo que el gobernador de Miranda dijo a los periodistas sobre la investigación: “Es una olla que están montando para amedrentarnos, para que yo desista del proceso del revocatorio, para iniciar un proceso de negociación (...) y uno desista de la lucha a cambio de que el procedimiento no llegue hasta el final”.
Mientras la Contraloría Familiar de la República juega a la gallinita ciega, la Mesa de la Unidad Democrática ha logrado recobrar el rumbo y salir del tramo empantanado donde estaba atascada, proponiendo una salida a esta crisis fabricada por las cuatro tortugas del Apocalipsis que reposan en el CNE y que se activan a control remoto desde Miraflores.
Desde luego, lo de la MUD no es el paso de los Andes, pues siempre se está a la expectativa de una propuesta deslumbrante y definitiva, pero sí constituye un reinicio sensato y montado sobre bases ciertas, que si es llevado con espíritu unitario y espantando las ambiciones personales producirá resultados concretos y mejores que los esperados.
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