MARIANELLA SALAZAR
28 DE SEPTIEMBRE 2016 - 12:01 AM
La Mesa de la Unidad Democrática pareció muy sorprendida por las condiciones dictadas por el CNE para impedir el referéndum revocatorio, como si no hubiese previsto un escenario predecible que todo el mundo conocía. Con anterioridad, dirigentes del llamado G4, entre ellos Ramos Allup, había señalado que “en el CNE no existe movimiento para hacer revocatorio este año”, entonces, por qué la MUD lució tan desconcertada, ¿acaso esperaban algo distinto que facilitara un proceso que han llenado deliberadamente de grandes obstáculos para evitar que el régimen sea revocado este año?
Las condiciones inconstitucionales impuestas por el CNE son claramente desfavorables para la oposición, pero no son imposibles de superar; pueden revertirse al asumir el reto de la calle en forma pacífica. A la oposición no le queda otra salida que calle y más calle, esa es su gran fortaleza, mucho más hoy, cuando el oficialismo está cuesta abajo en su rodada al perder estrepitosamente la mayoría y hacer que los venezolanos cada día lo aborrezcan más.
Nunca hubo un descontento social tan profundo como el de ahora; para muestra están los hechos de Villa Rosa, donde la indignación hizo que los habitantes de ese sector salieran a protestar, incluso a insultar a Maduro en su cara. El desafío de la MUD es capitalizar ese motor, no dejar que se apague, movilizar todas esas voluntades con el propósito de ejercer la presión ciudadana y obtener una salida constitucional. Sería un suicidio en primavera malversar el gigantesco esfuerzo movilizador del 1-S. Por eso debe abrir sus puertas a la sociedad civil, incluir a otros actores, a todas las oposiciones, desde los moderados hasta los más radicales, para alcanzar una unidad real y poder imponer el referéndum revocatorio.
La unidad de todos los factores opositores es una aspiración sentida en la ciudadanía, el estratega y consultor político J. J. Rendón alertó sobre la necesidad de ampliar la base de participación y consulta de la MUD. Fue una crítica acertada; sin embargo, molestó terriblemente que hablara de “la muerte de la MUD”, que no es otra cosa que “su ampliación, diversificación, pluralización. Dejar de ser lo que es para ser algo mejor, más incluyente, más fuerte”, según lo escrito en su cuenta de Twitter.
El lunes, durante el acto de la MUD donde se anunció la hoja de ruta, el gobernador Capriles Radonski se mostró incluyente al señalar que “en la Unidad caben todas las personas y todos los pensamientos” y expresó de forma contundente: “Si no hay unidad entre nosotros, no habrá victoria”. Esa es una demostración de responsabilidad en el liderazgo, de poner al país por delante de ambiciones e intereses en un momento trascendente, cuando el gobierno se encuentra acorralado y asume una actitud saboteadora contra el RR, con la intención de provocar una revuelta civil –escenario posible, dada la gravedad de la conflictividad social– como un recurso que obligue a la FANB a actuar y prolongar su agonía, pero se equivoca al pensar que puede sostenerse sobre las botas militares. Ese no es un bastión blindado. Allí sienten la misma indignación que en el resto de la población.
El presidente Nicolás Maduro tiene unos índices de rechazo por encima de 76% –según el más reciente sondeo de Venebarómetro–; más de 70% de la población quiere revocarlo este año, y eso incluye a los militares, que solo esperan que la oposición queme el último cartucho de la recolección del 20% de las firmas. Si cierran definitivamente el revocatorio, hay hombres dispuestos a tomar acciones con otros sectores para producir una salida este mismo año. El camino está abierto.
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