Nitu Pérez Osuna
Por razones de trabajo -que en mi país me niegan- he tenido que viajar al exterior con alguna frecuencia. En cada aeropuerto al que he llegado, siempre hay un venezolano esperando a otro venezolano, con su mirada cargada de nostalgia, de recuerdos y hasta de esperanza.
Un par de veces al tomar el taxi, el conductor ha resultado ser un compatriota que para más señas, fue botado de PDVSA. La abrazan a una como para percibir el olor de nuestra tierra, para sentir esa calidez tan venezolana. ¿Cuántos jóvenes, recién graduados, hombres y mujeres nos hemos topado en hoteles, cafeterías y supermercados realizando trabajos dignos, pero que nada tienen que ver con los estudios por ellos realizados? Cuántos arquitectos como meseros, ingenieros de cajeros, abogados de maleteros, médicos cirujanos haciendo el trabajo de enfermeros, administradores como cocineros en cadenas de comida rápida, en fin, están por todas partes, haciendo de todo, con la esperanza de volver pronto a sus afectos y paisajes, olores y sabores, ríos, mares, montañas y sabanas.
También nos topamos en los medios de comunicación internacionales con decenas de colegas, técnicos y artistas que dan lo mejor si para demostrar, en la tierra que les recibió, que los venezolanos “tenemos con qué”, que somos preparados, eficientes y responsables. Incluso trabajadores sin horarios, no sólo por la necesidad de percibir un salario mayor que les permita una vida digna en un país que no es el suyo, sino también por entrega, por pasión de hacer bien el trabajo encomendado. Ese es el venezolano y venezolana que reconozco y encuentro fuera de nuestra patria.
Emprendedores todos, con ganas de superarse y abrirse camino para ellos y sus familias. Ser extranjero no es fácil, no ser nacional del país donde se reside te coloca en minusvalía con relación a los propios. Y es lógico, los gobiernos brindan protección y oportunidades a sus nacionales, ellos son su prioridad. Así que los compatriotas en el exterior no la tienen fácil, pero tienen seguridad física, esa que nos robo la revolución. He conocido a muchos más de los que quisiera… Lamentablemente, se agranda la diáspora venezolana día a día.
De los perseguidos y exiliados políticos de verdad, de esos que el chavismo-madurismo amenazó con cárcel por pensar distinto, hay historias en demasía. Estudiantes torturados, humillados y violados quienes tratan de olvidar los golpes pero que llevan el tricolor tatuado en la piel. Otros, ya no tan jóvenes, que llevan 10, 12, 14 años sin poder pisar su tierra, que han llorado a solas la muerte de padres, madres, hermanos y amigos a quienes no pudieron darles el último adiós.
Venezolanos en el exilio: sus compatriotas de aquí, no tenemos por ustedes más que agradecimiento ya que se convirtieron en nuestra caja de resonancia en todo el planeta. En la voz de millones de hombres y mujeres a quienes pocos en el mundo escuchaban sobre el horror de la dictadura venezolana. Ustedes lograron abrir los sentidos a la comunidad internacional para que pudiese conocer de primera mano, la grave crisis humanitaria que vive nuestro pueblo. Gracias, mil gracias por sus esfuerzos, la unión de voluntades, la firmeza en la palabra al contarle a los pueblos que les dieron protección y cobijo, que millones de venezolanos dentro y fuera de nuestras fronteras luchamos por el rescate de la libertad y la justicia, la instauración de la democracia y la re-institucionalidad en Venezuela y que esperamos su acompañamiento.
Pronto, tendremos que comenzar juntos a rehacer esta tierra que es de todos. Aquí los esperamos.
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