Friday, September 30, 2016

Ni de vaina Trump

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Juan Vicente Gómez S.

Los políticos republicanos estadounidenses todavía están sacudiéndose el bofetón de esta semana luego de que su candidato perdiera estrepitosamente el primer debate televisado con la candidata del partido demócrata. La improvisación y el populismo de Donald Trump no le hizo ni cosquillas a una Clinton mucho más curtida en los terrenos circenses del “face to face”, un careo paradójicamente “personal”, puesto que se presentaba frente a una audiencia record en hechos similares.

Como si de un Chávez gringo se tratara, el equilibrista Trump confió en su labia avasallante y subió a la cuerda floja sin resguardarse con alguna red (fichas, estudios, papeles) que amortiguara el tortazo en caso de caída. El encantador de serpientes fracasó, la figura del magnate se derritió frente a su oponente dialéctica, ella se infló y a él todavía lo están tratando de recomponer para que mitigue los efectos de este primer round donde perdió 63 a 27% según el sondeo de CNN.
Por cierto, CNN en español no respetó la máxima de que “los hechos son sagrados y la opinión es libre” pues presentó comentaristas castigando a la figura o el discurso de Trump en momentos donde todavía había información relevante que resaltar. Allí la cadena incurrió en “el pecado” periodístico de parcializarse en su contra, incluso en la selección de los entrevistados que en algún caso llegaron a ser “republicanos que no votarán por el candidato designado por el partido.”
Más allá de lo mediático, los resultados del debate solo confirman lo que ya venía observándose como tendencia en las encuestas electorales, la ventaja de Clinton por un margen aún estrecho, diferencia que debería aumentar si la candidata del partido demócrata logra afianzar el respaldo de indecisos, minorías raciales y latinos, sectores donde ya tiene bastante terreno ganado, bien sea por sus aciertos políticos o por las metidas de pata de su rival.
La mención de Alicia Machado en la parte final del debate pareció ser una puntilla minuciosamente estudiada, un buche regurgitado de los prejuicios de Trump, esos que le han ganado rechazo o antipatía en amplios sectores de la sociedad. Justo allí, entre hispanos, afroamericanos y asiáticos se concentrará un tercio de la población con derecho a voto, un sector que –sumado al de los indecisos- podría sellar la suerte de la elección presidencial.
La campaña continúa, los sondeos podrían cambiar y la política también puede deparar sorpresas pero al sol de hoy me apetece coquetear con la premisa de que Trump no llegará a la Casa Blanca, de que los gringos rechazarán mayoritariamente el surgimiento de ese “líder mesiánico” que representa el magnate y de que será Clinton, arrolladora, sin aspavientos, la sucesora de Barack Obama.
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