Sebastián Bocanegra
Cuando nos enteramos anoche que cinco presos políticos habían sido liberados de las mazmorras maduro-cabellistas nos alegramos. Nunca debieron estar presos. Con esta decisión del Gobierno de Nicolás Maduro quedaron claro varias cosas: en primer lugar que en Venezuela sí hay presos políticos; en segundo lugar que no existe independencia de los poderes y que los tribunales cumplen al pie de la letra las órdenes de Miraflores; y en tercer lugar que el gobierno de Maduro utiliza la prisión de los ciudadanos como moneda de cambio.
Realmente no es una novedad lo que decimos, cualquier persona más o menos enterada lo sabía, pero en los hechos el Gobierno lo terminó de reconocer. Hasta el momento lo logrado en las conversaciones no es como para lanzar cohetes pero es un avance. Un avance que se pudo lograr hace unos meses pues, como trascendió públicamente, el Gobierno ofreció en los primeros contactos revisar la situación de los presos políticos y buscar las vías adecuadas para dejarlos en libertad, sino a todos a una buena parte de ellos.
En estos meses la administración de Maduro siguió violando los derechos humanos y detuvo, sin razón para ello, a un buen grupo de ciudadanos. Hoy son mucho más los presos políticos existentes que los que había hace tres meses. Uno de los liberados, Carlos Melo, tenía hace más de un mes la orden del tribunal para ser dejado en libertad, pero la misma no llegó nunca al Sebin, cuerpo policial que por cierto no está respetando las decisiones de los tribunales. La detención arbitraria de personas por parte del gobierno venezolano asemeja más a sus integrantes con unos secuestradores que con unos políticos.
No comments:
Post a Comment