CLAUDIO NAZOA / @CLAUDIONAZOA
20 DE NOVIEMBRE 2016 - 11:01 PM
Escrito 15 años atrás. Vigente aún.
Carlos Raúl Villanueva pasea por la Universidad Central de Venezuela. Se detiene frente al reloj. Compra una chicha ligadita con ajonjolí.
Alguien lo llama. Es el gran reloj el que le habla:
—¡Maestro! ¡Ayúdenos! Estas horas son negras y pesadas. Son horas de brutalidad e ignorancia. Por favor, sáqueme de aquí. Regréseme al diseño que soñó sobre su mesa de dibujo.
Calcinado por el sol, el gran reloj de la UCV continúa:
—Yo siempre apuré a profesores y alumnos, quienes llenos de alegrías y proyectos pasaban por aquí. No fui diseñado para girar hacia atrás. Debo ir hacia delante.
Villanueva, escuchaba.
—Mi base helicoidal me inspira a ir hacia arriba. Soy símbolo del tiempo universitario que marca la inteligencia sublime que siempre me ha rodeado.
Mis segundos se convierten en minutos, en horas… en años. Soy, mi estimado profesor, el tiempo útil de jóvenes que aprenden a vivir.
Marcando las doce, el reloj unió sus agujas como si fuera a orar.
—Dígale a Calder que nos preste las nubes de la cubierta arqueada que flotan sobre nuestra Aula Magna. Dígale que, montados sobre ellas, volaremos hacia la UCV que soñó. ¡Apúrese, maestro! Vargas espera. El mundo no es de los violentos. Es de los justos.
Villanueva terminó de tomar su chicha.
—Querido reloj. Tú, Calder, Vargas y yo, nos quedamos. Acompañaremos a la UCV, a los justos, a quienes piensan, enseñan, estudian y aman en libertad… Lo que aquí hay es un problema de plomería. Se rompió una cloaca y la porquería, las ratas y las cucarachas, invadieron este recinto... No te preocupes. Ya vienen plomeros de boinas azules a limpiar.
El reloj, más erguido que nunca, miró con nostalgia. Uno de sus números, cual si fuera una lágrima, se desprendió y cayó sobre la Plaza del Rectorado.
—Calma –dijo el arquitecto–, no eres el único que sufre en Venezuela. Los relojes como tú nos alertan que el tiempo se diluye… Te pido tiempo. El que marcas. El que no avergüenza… Tranquilo. Todo será como antes. Eres testigo de que la UCV siempre vence las sombras.
Vinicio Adames, acompañado por los integrantes del Orfeón Universitario, tapizan el cielo con voces insustituibles de quienes, al igual que el rector Jesús María Bianco, el poeta Aquiles Nazoa, el cantante Alí Primera y el profesor Luis Castro Leiva, nos dejaron prematuramente. Ellos, desde la inmortalidad, luchan para que el espíritu ucevista se enaltezca con el orgullo de pertenecer a la Universidad Central de Venezuela.
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