...Llega mintiendo, riéndose de todos, rodeado de cadetes postrados de rodillas
ELEONORA BRUZUAL | EL UNIVERSAL
viernes 29 de julio de 2011 12:00 AM
Creo que cualquier venezolano con amor propio tiene que enardecerse cuando se enfrenta al irrespeto grotesco que impone Hugo Chávez. Irrespeto que ha corrompido desde nuestros símbolos patrios, nuestro héroe máximo y nuestra condición de país soberano, pasando por el arrebato a la propiedad privada hasta llegar a asuntos relativamente menores como pueden ser las veces que un militarote avalentonado insulta a ciudadanos y obliga a todo un pueblo a calarse sus peroratas ridículas, su narcisismo, sus mentiras y su superlativa cursilería.
Hugo Chávez es ese trasgresor provocador que nos impone su capricho como una manera de dominación. El que en una tarde de sancocho y ruidos junto con una niña -su hija- a la que le aseguró que entre sus juguetes están los símbolos patrios, decidió cambiarnos el Escudo Nacional. El mismo que agradece al chulo cubano Fidel Castro haberle retornado al poder el 2002 y paga su gratitud con nuestro país. El que no entrega cuentas sobre miles de millones de dólares perdidos, regalados, birlados, porque a él nadie puede exigirle un balance de gestión ya que su palabra basta y su prepotencia sella cualquier finiquito.
Y resulta que cebado tras 12 años de hacer lo que le viene en gana, junto a sus amos cubanos, decidió que la erosión a su popularidad en las masas que alguna vez lo siguieron, puede solventarse con el cuento de un cáncer que terminará venciendo, porque él es un súper hombre, un iluminado, un inmortal. Esa supuesta enfermedad además mantendrá a todos girando bien lejos de lo que en verdad es la tragedia y atomizará cualquier estrategia opositora, garantizando que tiene fácil conservar el poder si lo quiere hasta el 2030 y seguir defecándose en todos...
El Burlón regresa intempestivamente después de convocar a sus compinches a celebrar un Openhouse en La Habana, llega mintiendo, riéndose de todos, rodeado de cadetes postrados de rodillas. Llega a corroborar que aquí se le permite lo que le salga de lo que dice tener libre de malignidades.
Hugo Chávez es ese trasgresor provocador que nos impone su capricho como una manera de dominación. El que en una tarde de sancocho y ruidos junto con una niña -su hija- a la que le aseguró que entre sus juguetes están los símbolos patrios, decidió cambiarnos el Escudo Nacional. El mismo que agradece al chulo cubano Fidel Castro haberle retornado al poder el 2002 y paga su gratitud con nuestro país. El que no entrega cuentas sobre miles de millones de dólares perdidos, regalados, birlados, porque a él nadie puede exigirle un balance de gestión ya que su palabra basta y su prepotencia sella cualquier finiquito.
Y resulta que cebado tras 12 años de hacer lo que le viene en gana, junto a sus amos cubanos, decidió que la erosión a su popularidad en las masas que alguna vez lo siguieron, puede solventarse con el cuento de un cáncer que terminará venciendo, porque él es un súper hombre, un iluminado, un inmortal. Esa supuesta enfermedad además mantendrá a todos girando bien lejos de lo que en verdad es la tragedia y atomizará cualquier estrategia opositora, garantizando que tiene fácil conservar el poder si lo quiere hasta el 2030 y seguir defecándose en todos...
El Burlón regresa intempestivamente después de convocar a sus compinches a celebrar un Openhouse en La Habana, llega mintiendo, riéndose de todos, rodeado de cadetes postrados de rodillas. Llega a corroborar que aquí se le permite lo que le salga de lo que dice tener libre de malignidades.
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