José Guerra
12 Marzo, 2014
Derrotado el ministro Giordani, quien hasta el último minuto se opuso a la apertura de un nuevo mercado de permuta para el dólar, comenzó a operar el Sicad II. Era lógico que Giordani tratara de obstaculizar este mecanismo porque fue por su iniciativa y decisión que en mayo de 2010 se eliminó ese mercado alternativo donde se vendía con cierta libertad dólares y la tasa de cambio la determinaba el mercado. Giordani no solamente acabó con esa opción para adquirir divisas, sino también con las casas de bolsa a quienes llevó a la ruina y a la cárcel a buena parte de sus directivos. Recientemente los tribunales competentes dictaminaron que los dueños de las casas de bolsa eran inocentes y que los supuestos delitos por los cuales Giordani los acusó y metió presos nunca existieron. En el camino los bienes de esas casas de bolsas fueron literalmente saqueados en algunos casos y muchos interventores se enriquecieron con el dinero ajeno.
Ciertamente la economía requiere un respiro en materia cambiaria. Pero no toda propuesta es aconsejable. Lo que ha planteado Rafael Ramírez quien dirige la política económica es que con el Sicad II se podrá adquirir divisas sin ninguna restricción, tanto por parte de personas naturales como jurídicas. Igualmente ha señalado Ramírez que no habrá topes a la compra de moneda extranjera y tampoco para el tipo de cambio. Según eso se tratará de una flotación limpia del tipo de cambio, de acuerdo con las condiciones del mercado. Rara vez en Venezuela ha habido una flotación del tipo de cambio como la anunciada por Ramírez.
Ese tipo de cambio flotante convivirá con dos tasas fijas, una a Bs/US$ 6,30 y otra en el entorno de Bs/US$ 12. Así, es difícil conocer qué rol jugará en realidad el tipo de cambio. Un sistema como este, extraordinariamente complejo no servirá ni para estabilizar la inflación ni para fortalecer al sector externo. Contribuirá si a un masivo y corrupto traspaso de rentas desde el Estado a los afortunados que logren obtener las divisas a los dos primeros tipos de cambio.
El Sicad II tiene dos propósitos explícitos y un implícito. Esos dos propósitos son bajar o eliminar el tipo de cambio negro y disminuir la inflación. La lógica con lo cual Ramírez ha explicado esto es como sigue. Muchos precios de bienes se han fijado según la elevada cotización del dólar negro, de manera tal que creando un mercado alternativo con una cotización más baja los costos de los bienes importados disminuirá en la medida en que los importadores no tendrán que recurrir a ese mercado paralelo o negro. Ello supone que ante el cierre del mercado oficial de divisas y la eliminación del Sitme, los importadores han estado recurriendo masivamente al mercado paralelo. El gran error de esta tesis de Ramírez estriba en el hecho de que la fijación del precio de un bien importado no depende exclusivamente de cuanto cuesta hoy un dólar, sino más bien si la tasa de cambio es estable y predecible para el importador y ese es uno de los problemas que enfrentará el Sicad II, la posibilidad cierta de que el bolívar se deprecie sostenidamente o abruptamente.
El objetivo tácito del Sicad II es proporcionarle caja a PDVSA y otras empresas petroleras extranjeras actualmente asfixiadas por un tipo de cambio oficial que hace inviable cualquier actividad económica en Venezuela, incluyendo la petrolera. Se supone que con un tipo de cambio del Sicad II en torno a Bs/US$ 30,0, PDVSA estará en mejores condiciones financieras y no tendría que recurrir al BCV para obtener fondos mediante impresión de dinero y así disminuir las presiones inflacionarias. La viabilidad del Sicad II depende de dos condiciones. La primera, la oferta de dólares con la cual alimentar al sistema y la segunda, la evolución de la cantidad de bolívares en la economía. Visto que las reservas internacionales del BCV están exhaustas y el ente emisor no puede suplir dólares suficientes para satisfacer la demanda, recurrirá el gobierno a lo mismo que hizo con el Sitme y que fracasó ruidosamente: la emisión de deuda y los préstamos con China. Igualmente, puede PDVSA canalizar parte del flujo de dólares por exportaciones al Sicad II pero ello implicará menos divisas para satisfacer la demanda de los segmentos a Bs/US$ 6,30 y Bs/US$ 12,0. Desde el punto de vista de la liquidez en bolívares, si el BCV pone freno a la expansión monetaria ello significará empezar a secar al mercado monetario, lo que puede llevar a un alza de la tasa de interés o a un racionamiento del crédito, ambas con efectos claramente contractivos sobre la economía.
Mi opinión es que el bolívar va a experimentar una importante depreciación en el Sicad II producto de la inconsistencia de la política fiscal y monetaria con un régimen cambiario donde una tasa de cambio flotaría libremente como anunció Ramírez. Entre tanto, Giordani, aguarda su momento para cobrarle a Ramírez y a Merentes la depreciación del bolívar en el Sicad II.
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