Gustavo Coronel
24 Marzo, 2014
El siglo XXI venezolano no nos ha traído, hasta ahora, el país luminoso y cordial que deseábamos. Por el contrario, en estos primeros 15 años hemos asistido a una sinfonía macabra compuesta de tres movimientos de pesadilla, aunados a una esperanza de redención.24 Marzo, 2014
El segundo movimiento de esta sinfonía macabra puede llamarse La Tragedia. Después de la muerte del difunto, quien sabe donde, cuando y como, después de las mentiras humillantes sobre su enfermedad, a las cuales fuimos sometidos por el grupo de la boliburguesía militarizada, nos fué impuesto como sucesor a un pobre diablo, nacido en cinco sitios diferentes, cuya máxima credencial era la de haber sido el mensajero del difunto y quien ni como chofer de autobús había tenido una honesta carrera. Durante los meses que este prsonaje ha estado en el poder el país ha sufrido un colapso de naturaleza casi irreversible que necesitará de largos años y mucho amor por Venezuela para ser remediado. Bajo su manadato Venezuela es hoy la verguenza de América, un país abiertamente tutelado por Cuba, financieramente entregado a China, con una industria petrolera ya en ruinas, con un nivel de corrupción e ineptitud gubernamentales como nunca había existido en el país. Del horror hemos pasado a la tragedia de ver a un país en desintegración, sin reservas monetarias adecuadas a pesar del gigantesco ingreso recibido, sin producción propia, en el cual la gente muere como moscas ante la indiferencia de las llamadas autoridades. De la Venezuela de Betancourt, de Gallegos y de Uslar Pietri hemos pasado a ser la Venezuela de Maduro, Cabello e Iris Varela. Nuestra tragedia espiritual ha llegado a ser aun peor que la tragedia material. Cuando esto sucede las raíces mismas de la nacionalidad se debilitan, porque un país puede recuperarse de su ruina material pero dificilmente se recupera de su ruina espiritual.
El tercer movimiento puede denominarse La Traición. Hablo no solo de la traición de los venezolanos quienes hicieron posible el horror y la tragedia, sino de la traición de toda una comunidad regional que se ha negado a honrar sus compromisos con la democracia y la libertad para apoyar la violación de Venezuela. Desde la Rouseff de los contratos hasta el Mujica que dobla la testuz ante el petróleo, desde la Kirchner de los maletines llenos de dólares hasta los anónimos primeros ministros de los mini-estados mendicantes del Caribe que reciben petróleo a cambio de cambures, desde el salvadoreño que obtiene diesel venezolano para financiar su campaña presidencial hasta el boliviano de mano permanetemente extendida o el pedófilo nicaraguense que se embolsilla los ingresos de Albanica. Desde el insulzo ex-panzer, hoy jineteado por tiranos baratos, hasta el tembloroso y acomplejado Chaderton, toda una “menagerie” de oprobio cuyos nombres vivirán siempre asociados con la traición. Esta demostración colectiva de desverguenza, celebrada por un cínico Chaderton como una “victoria”, representa el inicio de la gran derrota para ese sub-mundo de invertebrados.
Porque la respuesta se ha hecho esperar pero ha llegado. El cuarto movimiento es uno de esperanza y redención, es el Heroísmo , expresado en coraje ciudadano y en valentía ante el peligro y la represión. Desde el Cochez panameño que dió en la OEA un primer paso adelante hasta el Leopoldo López que habló en clara y fuerte voz. Desde María Corina, equilibrada e inquebrantable ante el abuso hasta Ledezma, constante en su postura democrática. Desde los estudiantes hasta las amas de casa. Desde San Cristóbal a Valencia, desde Maracaibo hasta Porlamar, el heroe venezolano anónimo está de pié. La represión no podrá hacer nada en contra de la decisión del país de rechazar abiertamente el horror y la tragedia y de reírse de la traición. La juventud venezolana insurge contra la traición y la indiferencia. Ver http://www.youtube.com/watch?feature=youtu.be&v=FQGriYDWIms&app=desktop
Gracias al heroísmo de estos venezolanos y de sus amigos de la región, el horror, la tragedia y la traición pasarán a ser, en el corto plazo, una pesadilla evanescente. Y los venezolanos que vendrán recordarán estos primeros 15 años de nuestro siglo XXI como una etapa en la cual algunos de los peores venezolanos jamás nacidos en nuestra patria (y uno que otro impostor) trataron de destruír el país, así como el gran gesto de los mejores venezolanos, el cual nos pone de nuevo en el camino de la libertad y de la democracia. Marchemos con ellos, no hay tiempo que perder.
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