Gustavo Coronel
Hoy
el mundo civilizado espera la sentencia de Leopoldo López. Esta
sentencia deberá ser absolutoria. Leopoldo López no ha hecho otra cosa
que cumplir con su deber y ejercer sus derechos ciudadanos. Fue a la
protesta con miles de otros venezolanos, en acciones de calle que
recibieron la violencia represiva del régimen. Ni en 2002 ni en 2014
Leopoldo López acudió a la violencia o al vandalismo, tal como lo han
tratado infructuosamente de hacer ver sus acusadores.
El
ex-presidente de Bolivia Jorge Quiroga, en reciente artículo, ha dicho
una frase que resume la situación de Leopoldo López frente al régimen.
Quiroga ha dicho que Nicolás Maduro es un preso de Leopoldo López. Y
esto es así por cuanto la autoridad moral de López, ejercida desde su
prisión, ha terminado de desacreditar el régimen de Nicolás Maduro ante
el mundo civilizado. El vigor espiritual con el cual Leopoldo López ha
enfrentado su injusta y abusiva prisión lo ha convertido en un símbolo
de la resistencia del hombre libre frente al atropello totalitario. No
es el primero ni será el último símbolo de la dignidad frente al abuso.
Su entereza es un ejemplo para millones de venezolanos quienes ven cerca
la hora de su liberación y de la desaparición del régimen de horror.
Estoy
con él, esperando. La sentencia de Leopoldo López, en todo sentido,
será también la sentencia del régimen que lo ha llevado a prisión, la
prueba del ácido para mostrar hasta qué punto un juez puede ser
independiente en la Venezuela de hoy.
Los
venezolanos que aman la democracia queremos ver a Leopoldo López libre,
reunido con su familia, ejerciendo plenamente sus derechos y deberes
ciudadanos.
Así debe ser y será.
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