Leandro Area Pereira
¡VOTA UNIDAD!
Lo escribo, me
la juego y me persigno para darme la fuerza y el valor de creer y así exponerlo,
que se puede construir un mejor país que el que tenemos. Y ello sin grandes
alharacas, sin las trompetas ni las espadas
que la violencia partera de la historia exige, pues dejaría heridas sempiternas,
derrotas bíblicas, que de eso no se trata.
Prefiero las
transformaciones sociales que provienen de lo más hondo, que son las que más
duran y convencen, a las derivadas de
traumas que siempre mal curados alientan odios ancestrales donde se posarán, a
través de los siglos, tantas épicas moscas y siniestras.
Pero
entiendo que, por más que se las quiera, hay ambiciones como ésta que anhelo
que se cansan, empobrecen o enconan en el fondo sin fondo de la esperanza fastidiada
de los días y que acaban por convertir lo que fuera ilusión en desencanto y
rabia, en marchito no más, proclive a otros destinos.
Frente a esa
innegable realidad es que vengo a exponer que podemos cambiar sin empezar de
cero, sin complejos de Adán, sin destruirnos, sin abrumes de guerra o de
suicidio, sin histerias, sin derrames de resentimiento convertido en persecuciones
y en justificación a revanchismos posteriores. Sin repetir al que decimos
negar.
Con justicia,
eso sí, nada de impunidad, para que no queden dudas y migajas sobre la mesa.
Pero además con hechos civiles y electorales, magníficos y contundentes, como
el del reto que tenemos enfrente que implicará la determinación ciudadana de
salir a la calle y votar como huella primera, para cambiar democráticamente un
modelo de vida insostenible aquí y donde
sea.
La historia
sabe, por vieja y diabla, que necesita de nuestro envejecimiento para
alimentarse. Ella conoce hasta la saciedad que nada es de una vez o para siempre
y que se requiere de madurez o ruina para que las condiciones se presten a la
transformación. Y ya de corrompidos y corruptos estamos hasta el tuétano. Somos
lo que no llegamos a ser por inconclusos, mineros y desafinados, por la
desproporción o el abandono, y ya es hora de asumir esa experiencia vital
acumulada a favor de nuestra memoria inteligente. Así sea.
Pero hoy hay
gente que tiene frente a sí, cómo no comprenderlos, un farallón de dudas, un
abismo de sinsabores y de mal aliento, un dragón visceral que nos hace
salobres, desconocidos que nunca imaginamos llegaríamos a ser lo que ahora
somos.
Por esa
comprensión del otro, ese ponernos en los zapatos de ellos, es que nuestra
pasión debe concentrar todo su esfuerzo en transformar en energía política
convincente, voto unitario, todo el pozo de malestar acumulado entre tanta
gente que ni bandera tiene.
¡Fuera
abstención, desunión, dejadez, tristeza, odio, desilusión, apatía, abatimiento,
melancolía, venganza, cansancio, descorazonamiento, abulia, aburrimiento,
iracundia, vergüenza, tedio, yo no me meto en eso! ¡Adiós aves de mal agüero!
Bienvenida
sea la conciencia, la esperanza de que nuestra participación política en este
tiempo que se nos viene encima y presuroso, puede sembrar las semillas que
deseamos y recoger los frutos del esfuerzo.
No dejemos
pasar esta oportunidad electoral que ya se acerca frente a un gobierno incapaz
y perverso que intentó, y mire usted que lo logró transitoriamente, sepultar
nuestras vidas en el sarcasmo de sus aberraciones y ganancias banqueras.
¡Hagamos mucho, todos a la vez, juntos por si
te quedan dudas o temores. Aún no es tarde. Por la memoria que seremos!
Leandro Area
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