La novela Vieja verde de Alicia Freilich (Caracas, 1939) es un texto donde se despliega una prosa de gran exuberancia. En efecto, mediante ricas texturas, la autora construye varios planos discursivos que apuntan a lo que fue el cambio del sistema político y el descalabro o “deslave” que significó la revolución bolivariana que sustituyó al sistema democrático que imperó en Venezuela hasta 1998.
Esa multiplicidad de planos y la musicalidad del discurso devienen en una suerte de acontecer caleidoscópico donde quedan en primer plano las vivencias de Fulgencia; una mujer ya madura que de pronto y con una vida en cierto modo “hecha” se ve experimentando un país donde todos los valores y referencias conocidos han sido trastocados en pos de un supuesto mar de la felicidad que nunca llegó y que, a estas alturas, a pesar de que el discurso oficial sostenga lo contrario, tampoco llegará. Ese hecho de tener que empezar de cero luego del arrase que significó la llegada de una casta política que lo demolió todo es justo a lo que se refiere el título de la pieza, a la necesidad de ser resilientes en esta nueva realidad. El ensamblaje de los planos narrativos recuerda formas propias del jazz y de la música latina. Hay, si se quiere, una representación excelsa de lo que es el tempo y la rítmica urbana criolla.
Los referentes relativos a la cultura popular, asimismo, abundan en el relato. El lector permanecerá sorprendido frente a imágenes que fluyen con suma potencia y que hacen que la memoria apunte a diversos momentos históricos y personajes de la Venezuela de antaño. Fue magistral la referencia al deslave de Vargas del año 1999, en el sentido de que dicho evento es en sí el artificio del artefacto. Todas las anécdotas que van apareciendo luego en torno a la protagonista tienen que ver con el descalabro en todos los órdenes que significó la llegada del chavismo. Adicionalmente, el fenómeno comunicacional que significó la revolución, al igual que las lecturas mediáticas que dicha maquinaria informativa daba a uno u otro personaje, así como a eventos históricos, está muy bien planteado en el texto. A ello justamente se refiere la manera cómo en la segunda parte de la novela la protagonista aparece perseguida por diversos cuerpos de seguridad que tenían todos entre sí contradicciones respecto al personaje tras cuya pista estaban. Pienso que los matices que aparecen en dichas secuencias, más allá de la estética propia de la novela policiaca, tienen tonalidades muy kitsch al estilo del “secret agent” de los años sesenta.
Es importante decir que cualquier gradación de naturaleza erótica que pueda aparecer en el texto es más bien secundaria, aquí de lo que se trata es de una reflexión de fondo en torno al devenir político y social de la nación.
Quizá la larguísima trayectoria y maestría de Alicia Freilich como observadora y escritora de un país que ha experimentado profundos cambios a través de sus distintos períodos históricos le dan una perspectiva superlativa en torno a la identidad e implicaciones últimas de la venezolanidad. Esta autora ha tenido un aporte sustancial a la nación mediante sus años escribiendo textos de gran agudeza para El Nacional, al igual que para otros importantes medios. Asimismo, su contribución a través de los medios audiovisuales fue sumamente relevante.
Freilich ultimadamente extiende al venezolano actual una invitación a reflexionar en relación a la realidad presente; a sus causas y al quiénes somos, al igual que al camino hacia el cual se dirige el porvenir nacional. Pienso que más allá de las consideraciones estéticas en torno a esta potente prosa, hay aquí de fondo un trabajo que responde a un sesudo cuestionamiento, así como una propuesta al lector para la inauguración de un nuevo territorio donde prevalezcan la libertad y los valores del individuo, más allá de las abstracciones de un colectivo que ha servido de pretexto para la violación sistemática de los derechos individuales.
Asistimos con esta novela de Alicia Freilich a una obra muy sedimentada y donde todo responde a una honda elaboración; este texto es un homenaje a una autora que ha tenido una contribución perseverante y decisiva en el quehacer de nuestros valores culturales, así como de nuestra conciencia histórica.
Vieja verde
Alicia Freilich
Editorial Eclepsidra
2da edición. Caracas, 2015
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