Entre servicios deficientes y escasez en general, San Cristóbal cumple hoy 455 años de fundada. Sus hijos y quienes se han interesado por su historia y aman su ciudad, recuerdan que un día como hoy llegó el capitán español, Juan Maldonado y Ordóñez de Villaquirán, procedente de Pamplona, Colombia, a establecer las bases de la nueva ciudad, en lo que llamó “el Valle de las Auyamas”.
El historiador J. J. Villamizar Molina relata, de sus investigaciones y documentos sobre la historia de la ciudad, que el 31 de marzo de 1561, y por asignación del Cabildo de Pamplona, Maldonado y Ordóñez llegó con diecinueve hombres montados a caballo, once vecinos y ocho soldados.
Al parecer, las autoridades de Pamplona consideraron necesario fundar una comunidad intermedia entre esa población colombiana y Mérida, para garantizar el descanso, la alimentación de las personas en el largo recorrido, además de la protección ante las amenazas del indígena, que luchó por la defensa de los suyos.
De lento crecimiento
Los historiadores señalan que el crecimiento poblacional fue escaso, por cuanto en 1571, diez años después de la fundación, San Cristóbal tenía los mismos treinta vecinos e incluso estuvo a punto de desaparecer, porque hasta 1700 la población llegó a los 700 habitantes, a juicio del doctor Villamizar Molina, “por la acción de los nativos Chinatos y el aislamiento por la falta de vías de comunicación”, pues estaba lejos de Bogotá y de Caracas.
Mario Díaz, investigador y vexilólogo, expresó que por la distancia entre ambas capitales, San Cristóbal estuvo prácticamente olvidada durante casi 400 años, “y no tuvo atención jamás, ni de Santa Fe de Bogotá ni de la Capitanía General de Venezuela”.
— San Cristóbal creció como ciudad en los últimos sesenta años, mientras tanto se mantuvo como una ciudad pueblerina, aunque cuando se hace la división político- territorial en 1856, y se crea al estado Táchira, se nombra a San Cristóbal como capital.
El historiador y cronista de la ciudad, Luis Hernández Contreras, citando al historiador Aurelio Ferrero Tamayo, expresó que el capitán Juan Maldonado, nacido en Salamanca, España, bautizó la villeta como San Cristóbal, posiblemente en recuerdo del barrio San Cristóbal de su ciudad natal, Barco de Ávila.
—Igualmente nombró como Tormes a su río principal, como el existente en su tierra. Desde 1856, aproximadamente, Tormes fue cambiando su denominación, por uso de la gente, a Torbes. Maldonado participó en la expedición que fundó Pamplona en 1549 y se casó con María Velasco de Montalvo, hija de Ortún Velásquez de Velasco, uno de los fundadores de esa población. Fue varias veces alcalde ordinario de Pamplona. Participó como maestre de Campo de Gonzalo Jiménez de Quesada, fundador de Bogotá, y murió pobre en Pamplona, posiblemente en 1570, a los 45 años de edad.
Sobre el lento desarrollo de la villeta, señala que en octubre de 1568, el rey Felipe II se dirigió al presidente y oidores de la Real Audiencia de Santa Fe de Bogotá, “pidiéndoles informaciones sobre la necesidad que la Villa tenía, de tres mil pesos, para edificar de piedra y ladrillo, por cuanto la iglesia que había era de paja”.
El cronista dice que San Cristóbal sufrió varias embestidas de la naturaleza, entre ellas el terremoto de 1601. Citando a Ferrero Tamayo, dice que en 1605, el rey Felipe III recibió una petición de los habitantes de San Cristóbal para lograr terminar la construcción de la iglesia, “arruinada por la poca población indígena y por un recio temblor que había ocurrido en esa época”.
— Sus vecinos proveían el vino, el aceite y la cera para la iglesia, que no tenía campanas en 1610, pero las calamidades continuaron. Un terremoto la destruye en 1644, y una epidemia de disentería se desató en 1664. El 8 de diciembre de este año, el tachirense monseñor Gregorio Jaimes de Pastrana, obispo de Santa Marta, llevó de San Cristóbal a Táriba, en debida procesión a pie, la imagen de la Virgen de la Consolación, “con toda la decencia debida, revestido de capa de coro y debajo de palio”.
Una metrópoli comercial y de estudiantes
Hoy nuestro municipio capital tiene una superficie de 241 kilómetros cuadrados, según las cifras que maneja la municipalidad, y si bien por el Censo 2011 del INE, San Cristóbal tenía 350 mil habitantes, autoridades municipales estiman que pasan del millón.
Díaz, quien prefiere -dice- hablar de las fortalezas de lo que denomina la metrópoli, exalta la que tiene en materia educativa, pues achaca al “sistema” los problemas que tiene la jurisdicción “por falta de recursos”.
— Para hablar del crecimiento de la ciudad, hay que hablar de los últimos 60 años, pero hay algo glorioso y es que se hace la capital de los Andes venezolanos porque pasa a ser una ciudad comercial, pero mucho más estudiantil; hoy tiene más de veinte centros de educación superior.
Enaltece además la Feria Internacional de San Sebastián porque, a su juicio, “viene a hacer la gran capital a partir de los años 60; estoy hablando de 1856, cuando se cumple el centenario de la división de ella como capital. La ciudad creció gracias a ese evento de arraigo popular, la hace el pueblo, y haya la crisis que haya no puede faltar porque es la gran ventana hacia América y el mundo. La Fiss ha contribuido a construir la gran ciudad, la plaza de toros está gracias a la feria, así como los pabellones Colombia y Venezuela, las avenidas España, Carabobo, la Octava, la 19 de Abril, y la Vuelta al Táchira, que da a conocer a la ciudad, con ella se ha construido la Ciudad de la Cordialidad, llamada así por la educación y buenos modales de su gente.
Con carencias de servicios
A cuatrocientos cincuenta y cinco años de su fundación y en pleno siglo XXI, nuestra ciudad sigue teniendo carencias de servicios a pesar de los esfuerzos que manifiestan sus autoridades por mejorarlos. Las calles están deterioradas, no solamente en las barriadas sino en calles y avenidas; hay días en que la basura y los malos olores son insoportables, según denuncias de los usuarios; muchos consideran que en San Cristóbal no hay sitios de esparcimiento, porque hay parques, por ejemplo, que parecieran abandonados.
Además de problemas de ornato por aceras deterioradas, algunas están enmontadas, y entre otras cosas, restos de mobiliario entorpeciendo el paso peatonal en aceras e islas de las avenidas. La población también carece de servicios públicos óptimos, pues el del gas por ejemplo, un material delicado que debe ser manipulado por personal técnico, es manejado por la misma población, que se ha visto obligada incluso a “perseguir” a los camiones que lo traen, en su necesidad de disfrutar del servicio, por cuanto dura hasta un mes o más en conseguirlo.
El servicio de electricidad es racionado continuamente, al igual que el del agua; hay quejas de los usuarios por el del transporte, no solamente por el aumento del pasaje, que consideran superior al autorizado en Gaceta Oficial, sino porque algunos conductores no ofrecen buen trato al pasajero; también hay falla de telefonía móvil y servicios de datos.
Por otra parte, hay momento en que los usuarios tienen dificultades para movilizarse en la ciudad pues, por una parte, están los huecos, por las condiciones en que se encuentran las vías, y por el otro están los carros mal estacionados en la ciudad, además de los motorizados, que cada día aumentan en la ciudad.
Además, según estimaciones de la municipalidad, dadas a conocer por el ingeniero Jesús Salcedo, presidente de la comisión de Transporte y Movilización del Concejo Municipal, diariamente por el municipio ruedan alrededor de ciento cincuenta mil carros, entre ellos 20 mil taxis y 15 mil busetas, y unas 36 mil motos, tanto mototaxis como particulares. El edil aclaró que muchos son vehículos que transitan de seis de la mañana a ocho de la noche, provenientes de los municipios dormitorios de la entidad.
Salcedo reconoce los problemas de la movilidad que afectan sobre todo las horas pico, y dice que también es por falta de vías, pues la única que han hecho es la “trocha”, que a su juicio no resolvió el problema de las colas hacia la zona norte de la ciudad. Por otra parte, los problemas de servicios se evidencian con las colas que se forman para comprar los productos regulados, y el “bachaqueo” interno, los cuales son otras de las características que tiene nuestra Ciudad de la Cordialidad que reducen la calidad de vida de la gente; posiblemente, una buena parte de quienes hacen las colas adquieren los productos para revenderlos o llevarlos por los caminos verdes al vecino país, es decir, de contrabando, pero la otra parte de la población, que amerita de los productos para alimentarse, se ve obligada a buscar los sitios para conseguirlos y subsistir, debido al encarecimiento de los precios que sufren casi a diario los alimentos básicos y productos de primera necesidad.
Marina Sandoval Villamizar
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