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Beatriz De Majo
No es un secreto para nadie la cooperación militar que se ha estado armando entre China y Rusia para contrarrestar una expansión militar americana en el mar del sur de China. Lo que puede estar ocurriendo es que las irresponsables ansias de poderío militar del nuevo presidente norteamericano hayan actuado en el sentido de acercar a los otros dos titanes en este delicado terreno de la seguridad. Sin embargo, es preciso aclarar que no estaba aún Donald Trump en el poder cuando Putin y Xi habían armado un confite cooperativista.
Esta sinergia, pues, no data de ayer. Solo en el año 2016 Vladimir Putin y Xi Jinping celebraron 4 reuniones de acercamiento, pero es bueno llevar la cuenta de las 19 veces que los 2 mandatarios se han reunido desde que Xi tomó el poder en el año 2012.
No se trata de simpatías personales lo que los lleva a intercambiar regalos –literalmente– a cada paso, sino una detallada y minuciosa estrategia de interacción tanto en momentos de paz, como si se hiciera necesario por una amenaza conflagracionista.
Este tipo de encuentros son de enorme trascendencia porque son útiles para reafirmar las coincidencias que China y Rusia comparten en su política exterior incluso en temas muy sensibles para Washington, como los que tienen que ver con Siria y Afganistán y Medio Oriente. En países como Siria ya es claro que China no se ha hecho presente de una manera activa, pero la presión de Rusia a menudo será incisiva.
El desafío para Estados Unidos es grande porque la amistad entre China y Rusia puede ser más sólida y eficiente que lo imaginable. Rusia ha sido el principal proveedor chino de energía petrolera o dentro de la última década, lo que los ha ayudado a construir una relación comercial sólida, cumplidora y respetuosa. No es una casualidad que hace menos de un año los dos cabezas de Estado hayan firmado una declaración conjunta que propone el fortalecimiento de la estabilidad estratégica mutua, un tema que va mucho más allá que los intercambios comerciales entre ambos.
La piedra en el zapato tanto de Rusia como de China es la misma y tiene que ver con las intenciones expansionistas norteamericanas en las aguas cercanas a China. Dentro de ello hay un manifiesto empeño de los sectores militares de Estados Unidos para montar en la región una barrera misilística, lo que pone en guardia a los militares de los otros dos países, quienes, por su lado, motivan a sus respectivos gobiernos a emprender acciones de salvaguarda.
Es por todo lo anterior que somos de la opinión de que la declinación de las relaciones entre China y Estados Unidos y las dificultades recientes que han surgido en la interacción de Washington con Rusia solo actúan en el sentido de abonar el acercamiento entre Putin y Xi.
Este es un tema a seguir de cerca porque el equilibrio mundial dependerá en materia de seguridad y de ejercicio de primacías en todos los terrenos, del equilibrio prudente que se logre armar, no de manera inercial, sino muy proactivamente entre los tres grandes poderes nucleares. Y las personalidades tan distantes de cada uno de los tres no abona el terreno sino para que se generen dificultades.
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