Wednesday, March 29, 2017

Carlos Sánchez Berzaín: Solo un fraude cambiaría tendencia en Ecuador

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Carlos Sánchez Berzaín

La elección presidencial en Ecuador demostró en su primera vuelta que cuando el pueblo defiende sus derechos los falsificadores de la voluntad popular pierden y “el fraude no alcanza”. La segunda vuelta evidencia la manipulación, coacciones, engaño, falsedad, prebenda, encubrimiento y desesperación de la campaña oficialista dirigida por Rafael Correa con fines de impunidad. Que Lenin Moreno-Jorge Glass puedan aparecer como ganadores de la segunda vuelta solo es posible con fraude electoral, pues únicamente con trampa se puede cambiar el repudio de 60,64% de los ecuatorianos a un régimen que puso al Ecuador en el mismo camino de Cuba y Venezuela.
En la primera vuelta del 19 de febrero pasado los resultados fueron: Moreno-Glass, 39,36% de votos; Guillermo Lasso, 28,09%; Cynthia Viteri, 16,32%; Paco Moncayo, 6,71%; Abdalá Bucaram, 4,82%; Iván Espinel, 3,18%; Patricio Zuquilanda, 0,77%; y Washington Pesantes, 0,75%. Esto demuestra que 60,64% votaron contra Moreno-Glass, ese es su porcentaje de rechazo. Si aplicamos a la votación acreditada a los oficialistas un margen de fraude solo de 5%, el repudio del pueblo ecuatoriano a los candidatos del proyecto castrochavista en Ecuador llega fácilmente a los dos tercios.
Moreno no ganó la primera vuelta con 39,35%, la perdió por 60,64%. El resultado real es que “60,64% del pueblo ecuatoriano rechazó y derrotó a los candidatos oficialistas”, incluso tolerando el fraude que de manera increíble no ha sido más publicitado por la oposición. Correa y sus candidatos perdieron la elección y el fraude no les alcanzó ni para llegar al 40% que su mismo régimen –en sus reglas de fraude y favoritismo– fijó como suficiente para ganar. Los candidatos del socialismo del siglo XXI alcanzaron el tope de su apoyo y fraude y no lograron darse por electos como lo había previsto, ordenado y anunciado Rafael Correa. Toda la parafernalia de simulación electoral para sostener el régimen no democrático en el poder se vino abajo y eso se llama derrota por repudio.
La propuesta electoral del oficialismo polarizó con la de todos los demás candidatos, nadie expresó su apoyo al proyecto del socialismo dictatorial que ha llevado a que Ecuador tenga hoy perseguidos, presos y exiliados políticos, crisis económica, megacorrupción, encubrimiento y la “ley mordaza” más infame. Para la segunda vuelta, ninguno de los candidatos apoya a Moreno-Glass, todo lo contrario, se han manifestado a favor de Guillermo Lasso. Todas las ofertas electorales de los candidatos Lasso, Viteri, Moncayo, Bucaram, Espinel, Zuquilanda y Pesantes son modos diversos contra el gobierno y por eso los ecuatorianos votaron por diferentes candidatos pero contra Correa-Moreno-Glass.
En este escenario, la estrategia de Correa como jefe la campaña y dueño de Moreno-Glass, para “ganar la segunda vuelta” es: presentar a sus candidatos en gran movilización para simular el incremento de apoyo popular que política y estadísticamente no puede suceder, no tiene cómo ni de dónde; uso y abuso de medios y patrimonio estatales, con la muestra de cifras e información que respalde la creación de una imagen ganadora para preparar el ambiente; una intensa campaña sucia directa e indirecta contra Lasso-Páez para tapar la corrupción propia; ajustar el fraude electoral para que esta vez sea suficiente.
El fraude electoral ya está en ejecución y el Consejo Nacional Electoral del Ecuador en la persona de su presidente son la primera indicación de la coacción como instrumento de fraude. La destitución del comandante del Ejército, general Castro, es prueba de fraude para manipular en la segunda vuelta el control de ánforas y votos, como no pudieron hacerlo del todo en la primera. La persecución de la ex directora del Poder Electoral venezolano Ana Mercedes Díaz que se constituyó como observadora para la primera vuelta, que fue rechazada personalmente por Rafael Correa y que terminó refugiada en la Embajada de Estados Unidos en Ecuador, con las denuncias de fraude cibernético y de alteración de los datos de los formularios de cómputo que la experta hace, prueban la repetición en Ecuador de la técnica de fraude usada en Venezuela.
También es fraude la expulsión de Ecuador de la señora Lilian Tintori (esposa del preso político venezolano Leopoldo López) por orden de Rafael Correa y justificada por el candidato Lenin Moreno. Solo la descripción del atropello demuestra el manejo absoluto del Estado –presidente incluido– a favor del candidato oficialista y la condición dictatorial del régimen. Correa tiene terror de que los ecuatorianos vean su futuro inmediato en la imagen de la Venezuela destrozada y hambrienta de hoy. Antes, el apoyo de Chávez, Castro, Maduro, Morales y Ortega en las campañas de Correa era vital, pero hoy por las crisis, la corrupción, el narcotráfico y la impopularidad creciente de los dictadores del socialismo del siglo XXI su mención perjudica y no pueden dejar que Lilian Tintori lo recuerde dando testimonio.
El encubrimiento de la corrupción es delito en Ecuador y en cualquier legislación del mundo, pero Rafael Correa en persona oculta y protege públicamente con acciones de gobierno la identidad de funcionarios (tal vez su propio nombre y/o el de sus candidatos) que recibieron 33,5 millones de dólares por sobornos de Odebrecht, y lo hace con fines electorales. Esto, además de delito común, de beneficios criminales en razón del cargo, es prueba de las acciones criminales que se llaman fraude electoral, para cambiar o voltear el repudio ya expresado por más de 60% de los ecuatorianos contra los candidatos Moreno-Glass.

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