Monseñor Ovidio Pérez Morales
“El exiliado más joven de la historia”. Así califica a Jesús el escritor J.L. Martín Descalzo en su biografía-testimonio de la vida y misterio del Señor.
Los primeros exiliados cristianos: José, María y Jesús. Los dos primeros, conscientes de su fuga. El último, niño llevado por sus padres a una tierra extranjera para salvarle la vida. El poder quería acabar con el pequeño porque temía que iba a encabezar un cambio político. Jesús, Hijo de Dios, compartió así la condición humana también en algo muy doloroso como el abandono forzado de la propia tierra; asumió entrar en el catálogo histórico de los perseguidos y exiliados políticos, para solidarizarse con ellos y salvar a todos: víctimas y victimarios.
Si recuerdo ese exilio es porque hoy Venezuela, por culpa de un grupo de venezolanos, aparece como una madre a quien no le importa la separación, el destierro de sus hijos. Y escribo estas líneas como testimonio de aprecio y encomienda a Dios de tantos, desconocidos, conocidos, amigos y familiares, los cuales han tenido que ir a buscar en otros países la seguridad, el trabajo, la paz, el futuro que esta “tierra de gracia” debe brindar a sus hijos.
De muchas maldades es culpable el actual Régimen: violencia institucionalizada, hambre y desnutrición, enfermos y muertos por falta de medicinas y asistencia sanitaria, presos políticos y criminalización de la disidencia, inflación empobrecedora y producción desmantelada, comunicación encadenada y silenciamiento del pensamiento crítico. A esas maldades se ha agregar otra de particular malignidad y es la de haber convertido a nuestra Patria en hogar invivible, que expulsa a multitud de sus hijos (el volumen es ya millonario) obligados a explorar en otros lares un horizonte abierto y un futuro consistente. ¡Cuántos hogares deshechos y uniones rotas! ¡Cuántas vidas que tienen que recomenzar! ¡Cuántas dramáticas despedidas y trágicas rupturas! Toda persona es importante y única. Pero hay gente, cuya ausencia -en muchos casos definitiva- es pérdida irreparable para el país: profesionales y trabajadores especializados, jóvenes repletos de potencialidades y anhelos. Podemos hablar de un crimen de lesa patria lo que este Régimen dictatorial totalitario ha hecho con su Plan de Anti-Patria.
Por todas estas cosas los Obispos de Venezuela han reiterado en su último mensaje: “Estimamos que el pueblo clama por un cambio profundo de la orientación política del país que sea producto de la decisión del pueblo soberano (CRBV 5): o el Socialismo del Siglo XXI, ausente de la Constitución, o el sistema democrático establecido en la Constitución” (Exhortación del 13.1.2017).
Cambio profundo significa reconvertir a Venezuela en hogar acogedor para todos sus hijos. Substituir los nuevos Herodes por gobernantes que recojan los mejores anhelos y necesidades de la gente y los traduzcan en políticas constructivas, humanizadoras, de genuino e integral progreso. Hacia una nueva sociedad, libre, justa, pacífica y fraterna. Polifónica y multicolor. Como Dios quiere.
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