RUBENS YANES| EL UNIVERSAL
miércoles 28 de agosto de 2013 12:00 AM
Lo confieso, soy un poco masoquista. Era de los que solía escuchar a Chávez aunque no estuviese en cadena, veía La Hojilla en las noches para medir mi resistencia y, de vez en cuando, me metía en Aporrea para leer a sus articulistas y foristas, a sabiendas que terminaría enojado.
Ese ejercicio me llevó a identificar varias carencias de nuestra oposición. Cuando los chavistas decían que nos faltaba un líder, lo decían desde la convicción que da saberse dominados por un caudillo. Cuando Chávez explicaba su muy criollo socialismo, otorgaba un discurso poderoso a sus acólitos para defender la revolución. En sus peores días, la oposición no tenía ni líderes ni ideas.
Pero mucha agua ha corrido bajo los puentes. Chávez murió y empezó la era Maduro. La Hojilla salió del aire, y los foristas de Aporrea se han convertido en los más acérrimos críticos del proceso.
Basta con revisar algunos de los últimos títulos de sus artículos para percatarse de ello:
• ¿Una ley habilitante para qué?, por Nicmer Evans
• Las víctimas del 11-A, están donde deben estar; démosle a Simonovis, la medida humanitaria, por José A. Velásquez
• A cinco meses de tu ausencia, y ya nos cambiaron la canción; ya no hay lucha, por Jesús Chua Espinoza
• ¿Será que en la escogencia interna de los candidatos para alcaldes y concejales se repetirá el kikiriguiki?, por Arnaldo Cogorno
En Aporrea se ha criticado desde la selección a dedo de los candidatos a alcaldes hasta la solicitud de una habilitante para la corrupción. A diario se leen quejas sobre la ingobernabilidad, la ineficiencia, los desmanes del poder, etc.
Obviamente, existe una "ala radical" en Aporrea y en el chavismo que clama por la profundización de la revolución y el aplastamiento definitivo de la oposición. Pero sus voces coinciden en una crítica al proceso de tonos más comedidos y racionales.
Al leer este giro en la opinión de la izquierda, uno puede pensar que ahora son los chavistas quienes se ven cómo la oposición de otrora: sin líder fuerte, sin discurso, sin brújula. Abrumados por la realidad en que nos ha sumido la lucha política y la inequívoca realidad económica y social.
Comienzan a caer en cuenta que defienden no un proceso de cambio, sino la gestión de una cúpula voraz, de limitadas habilidades políticas, que pareciera querer perpetuarse en el poder por el simple gusto al poder y las riquezas.
Siempre he pensado que el chavismo se desplomará como consecuencia de sus contradicciones internas, tal y como paso con la IV República. No será algo de un día para otro, pero llegará el día. Al leer Aporrea en estos días, me convenzo más de ello.
Ese ejercicio me llevó a identificar varias carencias de nuestra oposición. Cuando los chavistas decían que nos faltaba un líder, lo decían desde la convicción que da saberse dominados por un caudillo. Cuando Chávez explicaba su muy criollo socialismo, otorgaba un discurso poderoso a sus acólitos para defender la revolución. En sus peores días, la oposición no tenía ni líderes ni ideas.
Pero mucha agua ha corrido bajo los puentes. Chávez murió y empezó la era Maduro. La Hojilla salió del aire, y los foristas de Aporrea se han convertido en los más acérrimos críticos del proceso.
Basta con revisar algunos de los últimos títulos de sus artículos para percatarse de ello:
• ¿Una ley habilitante para qué?, por Nicmer Evans
• Las víctimas del 11-A, están donde deben estar; démosle a Simonovis, la medida humanitaria, por José A. Velásquez
• A cinco meses de tu ausencia, y ya nos cambiaron la canción; ya no hay lucha, por Jesús Chua Espinoza
• ¿Será que en la escogencia interna de los candidatos para alcaldes y concejales se repetirá el kikiriguiki?, por Arnaldo Cogorno
En Aporrea se ha criticado desde la selección a dedo de los candidatos a alcaldes hasta la solicitud de una habilitante para la corrupción. A diario se leen quejas sobre la ingobernabilidad, la ineficiencia, los desmanes del poder, etc.
Obviamente, existe una "ala radical" en Aporrea y en el chavismo que clama por la profundización de la revolución y el aplastamiento definitivo de la oposición. Pero sus voces coinciden en una crítica al proceso de tonos más comedidos y racionales.
Al leer este giro en la opinión de la izquierda, uno puede pensar que ahora son los chavistas quienes se ven cómo la oposición de otrora: sin líder fuerte, sin discurso, sin brújula. Abrumados por la realidad en que nos ha sumido la lucha política y la inequívoca realidad económica y social.
Comienzan a caer en cuenta que defienden no un proceso de cambio, sino la gestión de una cúpula voraz, de limitadas habilidades políticas, que pareciera querer perpetuarse en el poder por el simple gusto al poder y las riquezas.
Siempre he pensado que el chavismo se desplomará como consecuencia de sus contradicciones internas, tal y como paso con la IV República. No será algo de un día para otro, pero llegará el día. Al leer Aporrea en estos días, me convenzo más de ello.
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