JUAN ANTONIO MULLER| EL UNIVERSAL
miércoles 21 de agosto de 2013 12:00 AM
Los estudios de opinión reflejan el descontento creciente de la población por las políticas gubernamentales, pero curiosamente, muestran que ello no está siendo capitalizado debidamente por la oposición. ¿Por qué? Pareciera que la explicación a esta paradoja está en errores de estrategias. Creemos que la oposición política se ha colocado gríngolas que le impide ver el entorno y solo tiene la mirada fija en el 8D.
Las elecciones son importantes pero en estos momentos no son lo prioritario. Las encuestas muestran aumento de los indecisos y una peligrosa disminución de la oposición. La estrategia opositora debe liderar la lucha que a diario protagoniza el pueblo afectado por el costo de la vida y la escasez, la inseguridad, el incumplimiento de los contratos colectivos, la falta de vivienda, las fallas eléctricas y el desastre hospitalario. Los políticos tienen que incorporarse a este combate sin complejos.
También deben tomar en cuenta la defensa de los derechos ciudadanos: entre estos la propiedad. En el país hay millones de ciudadanos que han visto perdido o reducido su patrimonio con las expropiaciones y las leyes de inquilinato y de compraventa de vehículos.
Tienen que combatir los controles gubernamentales que propician la corrupción y matan la iniciativa individual, defender el acceso libre a las divisas de viajeros y empresarios que reciben solo migajas y desbaratar el adefesio cultural recientemente aprobado cargado de centralismo y de intolerancia.
Ya es hora de responder a las agresiones físicas y verbales con otros medios. Ya es hora de crear brigadas para proteger a manifestantes, de desnudar a los corruptos con nombres y apellidos. Ya es hora de salir a defender a los oprimidos y los más pobres. Sólo así podremos ser mayoría.
Las elecciones son importantes pero en estos momentos no son lo prioritario. Las encuestas muestran aumento de los indecisos y una peligrosa disminución de la oposición. La estrategia opositora debe liderar la lucha que a diario protagoniza el pueblo afectado por el costo de la vida y la escasez, la inseguridad, el incumplimiento de los contratos colectivos, la falta de vivienda, las fallas eléctricas y el desastre hospitalario. Los políticos tienen que incorporarse a este combate sin complejos.
También deben tomar en cuenta la defensa de los derechos ciudadanos: entre estos la propiedad. En el país hay millones de ciudadanos que han visto perdido o reducido su patrimonio con las expropiaciones y las leyes de inquilinato y de compraventa de vehículos.
Tienen que combatir los controles gubernamentales que propician la corrupción y matan la iniciativa individual, defender el acceso libre a las divisas de viajeros y empresarios que reciben solo migajas y desbaratar el adefesio cultural recientemente aprobado cargado de centralismo y de intolerancia.
Ya es hora de responder a las agresiones físicas y verbales con otros medios. Ya es hora de crear brigadas para proteger a manifestantes, de desnudar a los corruptos con nombres y apellidos. Ya es hora de salir a defender a los oprimidos y los más pobres. Sólo así podremos ser mayoría.
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