JOSÉ MAYORA| EL UNIVERSAL
viernes 30 de agosto de 2013 12:00 AM
Tratar de llevar un registro coherente de la multiplicidad de eventos que acontecen en este bolivariano recinto, no es sencillo y menos cuando semanalmente debemos darle forma a las ideas para expresar nuestra opinión acerca de alguno de esos eventos de cara a un público de no fácil satisfacción, harto de hipócritas e hipócritos. En el fondo, el asunto se torna más complejo cuando hay que hacer distinciones entre masculinos y masculonas (Andrés Eloy Blanco. Constituyente 1946).
La dificultad estriba en que la amplia gama de acontecimientos derivados de la actuación gubernamental que ameritan un comentario o por lo estridente del acontecimiento, o por lo ilógico del mismo, o por lo pasmante, o por lo lamentable, representan la cotidianidad de un país que transita por las veredas de una decadencia prescrita en el plan socialista.
Aunque pueda parecer paradójico, para un observador externo la imagen puede ser la de un gobierno de gran creatividad e innovación, capaz de producir ideas, misiones, micromisiones, leyes, decretos, denuncias de corrupción opositora, investigaciones de magnicidios, gobiernos callejeros y proyectos de gran envergadura, iniciativas éstas propias de un país pujante.
En la práctica cuando observamos también que tal avalancha de propuestas queda en el reino de lo inconcluso, nos percatamos que este gobierno más que pujante es pujón: puja por mantenerse en el poder independientemente del costo que tal cosa suponga.
Tres reflexiones nos sugieren la candente temática de género. En primer lugar, ¿cuál es la finalidad de estos galimatías? Mientras gran parte del país le da beligerancia a los yerros del discurso oficial, se cumple el objetivo gubernamental de mantener entretenido al pueblo no afecto al régimen, evitando que estos ciudadanos pongan el acento en las verdaderas y espeluznantes realidades del país.
En segundo lugar, tales equívocos en el discurso no se hacen por el origen humilde de quien los pronunció, afirmación que desmerece la dignidad de la pobreza. En la práctica esto ocurre pues quienes así se comportan son pobres en talento, preparación, intención y capacidad de gobierno, por cierto, la peor de las pobrezas estimulada por este pobre régimen.
En tercer lugar, si la idea es reivindicar la figura de la mujer, flaco servicio se le hace a este estratégico sexo en un gobierno cuyos pésimos resultados están atados a la figura femenina: TSJ, Fiscalía, Contraloría, Ministerio de Salud, Ministerio penitenciario, Defensoría del pueblo, Gobierno del DC. En estricto sentido, el deterioro se construye con ineficientes e ineficientas.
En la práctica, las cosas dichas no ocurren al azar. Cuando presenciamos las sesiones circenses de la Asamblea o vemos al inefable ministro del Interior hablar de las pruebas sobre magnicidios, o escuchamos al heredero del trono hablarle a las millonas de venezolanas o a la jefa de la región capital hablarle a los atletos, hay una gran coherencia: tratar de disfrazar una realidad cada vez menos ocultable.
Si bien es verdad que este gobierno le ha dado mucho material a humoristas y caricaturistas, no es menos cierto, que también le ha dado material a todos los profesionales, de ambos géneros, formados en universidades venezolanas y quienes estarían deseosos de que los llamaran a contribuir con la recomposición de Venezuela. Lamentablemente tal llamado no ocurrirá pues en este régimen sólo hay cabida para socialistas y socialistos.
La dificultad estriba en que la amplia gama de acontecimientos derivados de la actuación gubernamental que ameritan un comentario o por lo estridente del acontecimiento, o por lo ilógico del mismo, o por lo pasmante, o por lo lamentable, representan la cotidianidad de un país que transita por las veredas de una decadencia prescrita en el plan socialista.
Aunque pueda parecer paradójico, para un observador externo la imagen puede ser la de un gobierno de gran creatividad e innovación, capaz de producir ideas, misiones, micromisiones, leyes, decretos, denuncias de corrupción opositora, investigaciones de magnicidios, gobiernos callejeros y proyectos de gran envergadura, iniciativas éstas propias de un país pujante.
En la práctica cuando observamos también que tal avalancha de propuestas queda en el reino de lo inconcluso, nos percatamos que este gobierno más que pujante es pujón: puja por mantenerse en el poder independientemente del costo que tal cosa suponga.
Tres reflexiones nos sugieren la candente temática de género. En primer lugar, ¿cuál es la finalidad de estos galimatías? Mientras gran parte del país le da beligerancia a los yerros del discurso oficial, se cumple el objetivo gubernamental de mantener entretenido al pueblo no afecto al régimen, evitando que estos ciudadanos pongan el acento en las verdaderas y espeluznantes realidades del país.
En segundo lugar, tales equívocos en el discurso no se hacen por el origen humilde de quien los pronunció, afirmación que desmerece la dignidad de la pobreza. En la práctica esto ocurre pues quienes así se comportan son pobres en talento, preparación, intención y capacidad de gobierno, por cierto, la peor de las pobrezas estimulada por este pobre régimen.
En tercer lugar, si la idea es reivindicar la figura de la mujer, flaco servicio se le hace a este estratégico sexo en un gobierno cuyos pésimos resultados están atados a la figura femenina: TSJ, Fiscalía, Contraloría, Ministerio de Salud, Ministerio penitenciario, Defensoría del pueblo, Gobierno del DC. En estricto sentido, el deterioro se construye con ineficientes e ineficientas.
En la práctica, las cosas dichas no ocurren al azar. Cuando presenciamos las sesiones circenses de la Asamblea o vemos al inefable ministro del Interior hablar de las pruebas sobre magnicidios, o escuchamos al heredero del trono hablarle a las millonas de venezolanas o a la jefa de la región capital hablarle a los atletos, hay una gran coherencia: tratar de disfrazar una realidad cada vez menos ocultable.
Si bien es verdad que este gobierno le ha dado mucho material a humoristas y caricaturistas, no es menos cierto, que también le ha dado material a todos los profesionales, de ambos géneros, formados en universidades venezolanas y quienes estarían deseosos de que los llamaran a contribuir con la recomposición de Venezuela. Lamentablemente tal llamado no ocurrirá pues en este régimen sólo hay cabida para socialistas y socialistos.
No comments:
Post a Comment