MIGUEL ÁNGEL SANTOS| EL UNIVERSAL
miércoles 28 de agosto de 2013 12:00 AM
Desde hace algún tiempo, cada vez que el presidente del BCV acude a presentar los resultados trimestrales, me viene una sensación de déjà vu. Aterriza un hidroavión, con música de ascensor de fondo, y dos personajes trajeados de blanco atraviesan una pradera en dirección a un muelle: "Damas y caballeros, soy el señor Rourke, su anfitrión, y éste es Tatoo. Bienvenidos a la isla de la fantasía".
Según el informe del BCV el volumen de producción (PIB) ha crecido 2,6% en el segundo trimestre, totalizando 1,6% en el semestre. Como viene sucediendo, ese crecimiento está concentrado en el sector público (3,6% en el semestre). Esta distinción es importante, toda vez que el volumen de producción de las empresas del sector público es muy cuestionable, llega al ente emisor vía fax y no sigue la metodología que caracteriza al volumen de producción privado. Pero tomémosle la palabra por buena. El crecimiento reportado es similar al de la población, con lo que el producto (y en consecuencia el ingreso) por habitante se mantiene constante. Peor aún, la cifra es mi- núscula si se contrasta con la cantidad de dinero que el gobierno ha creado para mantener el gasto. Entre enero y junio la liquidez ha crecido 62% en comparación con el año anterior; el volumen de producción apenas 1,6%. En contraste, la inflación en los últimos doce meses asciende a 43%, 61% sólo en el rubro de alimentos.
Hace poco el Ministerio de Finanzas, en una reunión cerrada con la calificadora de riesgo Moody's, celebraba que la impresión de dinero para cubrir gasto se había traducido hasta entonces más en crecimiento que en inflación. Es decir, presumían de llevar rato manejando a doscientos kilómetros por hora sin haberse estrellado (¿alguna duda de por qué la deuda venezolana rinde 12% mientras las petroleras de Nigeria se endeudan a poco más de 6%?). Ahora cuando imprimen dinero la respuesta es cada vez más inflación y menos (o cero) crecimiento. Esta es una condición crítica dada la situación fiscal y la forma en que el gobierno piensa financiar al déficit en lo que resta de año.
En 2012, según las mejores aproximaciones, el déficit fiscal consolidado (gobierno central, Pdvsa, Fondo Chino, Fonden y otros desagües menores) totalizó 18% del PIB. Esa cifra colosal se financió vía impresión de dinero, específicamente a través de préstamos del BCV para cubrir el déficit de caja de Pdvsa. Para 2013 el gobierno se ha planteado realizar un ajuste mínimo en el gasto, manteniendo el déficit alrededor de 15% y financiándolo con más impresión de dinero y deuda interna. Eso equivaldría a crear entre 70% más de bolívares en el 2013 (el ritmo actual es 63%). Dadas las enormes restricciones a la actividad privada y la ineficiencia y corrupción que plagan a las empresas públicas, lo más probable es que, en la tendencia de estos últimos trimestres, esa impresión se traduzca íntegramente en mayor inflación.
Hay otros resultados que el BCV ha preferido no reportar. La remuneración nominal promedio de un trabajador venezolano ha crecido 22% en el primer semestre en comparación con el mismo período del año anterior (25% para un trabajador privado, 17% para un empleado público). Es decir, el gobierno se está financiando con la pérdida de 15% en el poder adquisitivo de los sueldos venezolanos. Estas cifras son públicas, pero no han sido comentadas en la rueda de prensa.
Los reportes no públicos del BCV advierten que en buena parte los resultados positivos del trimestre se deben al mes de abril, en donde se ha registrado un crecimiento muy alto en relación con abril del año pasado, "el de menor índice de actividad de todo 2012". A partir de ahí, se advierte que mayo y junio han presentado resultados negativos. Según los informes, esto se debe "a la situación de inamovilidad laboral de los trabajadores, el ausentismo en casi un 30% (35% en el sector de alimentos), la aplicación de la nueva jornada laboral y las interrupciones no programadas del servicio eléctrico".
Es tarde para que el gobierno se reinvente. No existe ninguna capacidad de reducir el gasto público y compensarlo con mayor inversión privada, no hay posibilidad de diversificar la economía, no pueden cambiar la percepción de riesgo. Sólo les queda imprimir dinero, liquidar los mismos dólares (el flujo de divisas no da para más) y esperar. La oposición sí se puede reinventar. Los resultados económicos nos invitan a (re)crear nuestra propia historia y buscar una manera efectiva de comunicarla. No tiene porqué parecerse a la de ellos. A ratos muchos quisieran la Venezuela que Chávez prometió, pero bien administrada. Es un imposible. El petróleo no alcanza para tanto. De hecho, alcanza para muy poco.
Según el informe del BCV el volumen de producción (PIB) ha crecido 2,6% en el segundo trimestre, totalizando 1,6% en el semestre. Como viene sucediendo, ese crecimiento está concentrado en el sector público (3,6% en el semestre). Esta distinción es importante, toda vez que el volumen de producción de las empresas del sector público es muy cuestionable, llega al ente emisor vía fax y no sigue la metodología que caracteriza al volumen de producción privado. Pero tomémosle la palabra por buena. El crecimiento reportado es similar al de la población, con lo que el producto (y en consecuencia el ingreso) por habitante se mantiene constante. Peor aún, la cifra es mi- núscula si se contrasta con la cantidad de dinero que el gobierno ha creado para mantener el gasto. Entre enero y junio la liquidez ha crecido 62% en comparación con el año anterior; el volumen de producción apenas 1,6%. En contraste, la inflación en los últimos doce meses asciende a 43%, 61% sólo en el rubro de alimentos.
Hace poco el Ministerio de Finanzas, en una reunión cerrada con la calificadora de riesgo Moody's, celebraba que la impresión de dinero para cubrir gasto se había traducido hasta entonces más en crecimiento que en inflación. Es decir, presumían de llevar rato manejando a doscientos kilómetros por hora sin haberse estrellado (¿alguna duda de por qué la deuda venezolana rinde 12% mientras las petroleras de Nigeria se endeudan a poco más de 6%?). Ahora cuando imprimen dinero la respuesta es cada vez más inflación y menos (o cero) crecimiento. Esta es una condición crítica dada la situación fiscal y la forma en que el gobierno piensa financiar al déficit en lo que resta de año.
En 2012, según las mejores aproximaciones, el déficit fiscal consolidado (gobierno central, Pdvsa, Fondo Chino, Fonden y otros desagües menores) totalizó 18% del PIB. Esa cifra colosal se financió vía impresión de dinero, específicamente a través de préstamos del BCV para cubrir el déficit de caja de Pdvsa. Para 2013 el gobierno se ha planteado realizar un ajuste mínimo en el gasto, manteniendo el déficit alrededor de 15% y financiándolo con más impresión de dinero y deuda interna. Eso equivaldría a crear entre 70% más de bolívares en el 2013 (el ritmo actual es 63%). Dadas las enormes restricciones a la actividad privada y la ineficiencia y corrupción que plagan a las empresas públicas, lo más probable es que, en la tendencia de estos últimos trimestres, esa impresión se traduzca íntegramente en mayor inflación.
Hay otros resultados que el BCV ha preferido no reportar. La remuneración nominal promedio de un trabajador venezolano ha crecido 22% en el primer semestre en comparación con el mismo período del año anterior (25% para un trabajador privado, 17% para un empleado público). Es decir, el gobierno se está financiando con la pérdida de 15% en el poder adquisitivo de los sueldos venezolanos. Estas cifras son públicas, pero no han sido comentadas en la rueda de prensa.
Los reportes no públicos del BCV advierten que en buena parte los resultados positivos del trimestre se deben al mes de abril, en donde se ha registrado un crecimiento muy alto en relación con abril del año pasado, "el de menor índice de actividad de todo 2012". A partir de ahí, se advierte que mayo y junio han presentado resultados negativos. Según los informes, esto se debe "a la situación de inamovilidad laboral de los trabajadores, el ausentismo en casi un 30% (35% en el sector de alimentos), la aplicación de la nueva jornada laboral y las interrupciones no programadas del servicio eléctrico".
Es tarde para que el gobierno se reinvente. No existe ninguna capacidad de reducir el gasto público y compensarlo con mayor inversión privada, no hay posibilidad de diversificar la economía, no pueden cambiar la percepción de riesgo. Sólo les queda imprimir dinero, liquidar los mismos dólares (el flujo de divisas no da para más) y esperar. La oposición sí se puede reinventar. Los resultados económicos nos invitan a (re)crear nuestra propia historia y buscar una manera efectiva de comunicarla. No tiene porqué parecerse a la de ellos. A ratos muchos quisieran la Venezuela que Chávez prometió, pero bien administrada. Es un imposible. El petróleo no alcanza para tanto. De hecho, alcanza para muy poco.
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