FERNANDO OCHOA ANTICH| EL UNIVERSAL
domingo 25 de agosto de 2013 12:00 AM
La solicitud hecha por Nicolás Maduro de una ley habilitante para combatir la corrupción administrativa es de tal cinismo que produce en los venezolanos un sentimiento de frustración y de angustia. Hay que protestar. No es posible aceptar que uno de los responsables del saqueo del erario público se rasgue las vestiduras como si él no tuviera nada que ver con lo que ha ocurrido en nuestro país en estos quince años. También debemos rechazar que se hable "del comandante eterno de la revolución" y se cubra con grandes afiches de su figura los edificios públicos, cuando Hugo Chávez permitió el desbarajuste económico que enfrenta actualmente nuestro país. El pueblo humilde y la clase media, que se ven obligados todos los días a enfrentar el hambre que produce la inflación, deben exigir sanciones para los culpables de la actual debacle nacional.
El chavismo tiene quince años en el poder. No son dos días. Es imposible aceptar que, después de tantos años en el gobierno, se venga a enarbolar la bandera contra la corrupción y mucho menos que se trate de satanizar a unos contados funcionarios de la oposición. El 90% de la administración pública es controlada por el PSUV. Si hay corrupción, como claramente la hay, son miembros de ese partido, que ejercen cargos públicos, los que roban descaradamente los dineros de la nación. No es una exageración cuando hablo de saqueo del erario público. No son casos aislados de corrupción. No sólo se ha desperdiciado una de las más auspiciosas oportunidades de nuestra historia para consolidar el desarrollo y la modernidad en Venezuela, sino que se ha destruido todo lo alcanzado por varias generaciones en el siglo XX.
Voy a tratar, sin ser un especialista, de resaltar la tragedia que estamos viviendo. Empecemos por la deuda pública. Sin exageraciones, Venezuela, con el precio del petróleo a 120 dólares por barril, tiene una deuda externa e interna de más de 230.000 millones de dólares, es decir, que el gobierno de Chávez y de Maduro, han endeudado al país siete veces la deuda que tenía el gobierno de Rafael Caldera. Para que se asusten, el servicio de la deuda en los años 2013 y 2014 superará los 28 mil 600 millones de dólares, es decir, el monto de la deuda que tenía el gobierno de Rafael Caldera con el barril de petróleo a 8 dólares. Lo sorprendente, es que no existe una sola obra de infraestructura que pueda justificar, de alguna manera, ese endeudamiento. Además, todos los servicios públicos están en crisis.
Analicemos el proceso de destrucción de Pdvsa ocurrido en estos últimos años. Veamos: el balance financiero al cierre de 2012 presentaba un pasivo de 142 mil quinientos noventa y seis millones de dólares y cuentas por cobrar a los países que forman Petrocaribe por 41 mil 706 millones de dólares, entre financiamiento a largo plazo y algunos casos de morosidad. Lo sorprendente es comparar ese pasivo con el balance financiero de 2010. Allí se establece que el pasivo de la empresa petrolera para ese año era de 76 mil 451 millones de dólares, es decir, que en dos años se ha duplicado su pasivo. También adeuda 11 mil millones de dólares a proveedores y accionistas minoritarios. Eso hace que el pasivo de Pdvsa sea de 153 mil 596 millones de dólares. La conclusión es sencilla: está quebrada.
Es imposible guardar silencio. La contratación irresponsable de esa inmensa deuda pública y la inmanejable situación financiera de Pdvsa debilita nuestra soberanía nacional y compromete el destino de Venezuela y de las generaciones futuras. Los grandes responsables de esta tragedia, sin lugar a dudas, son: Nicolás Maduro, ministro de Relaciones Exteriores y miembro del Consejo de Ministros que aprobó dichos endeudamientos; Nelson Merentes, actual ministro de Finanzas y anterior presidente del Banco Central; Jorge Giordani, anterior ministro de Finanzas y actual ministro de Planificación, y Rafael Ramírez, ministro de Minas e Hidrocarburos y presidente de Pdvsa. El gran culpable, Hugo Chávez. El juicio de la historia sobre su figura será implacable. Dirán sobre él lo que realmente hizo: destruir a Venezuela.
El chavismo tiene quince años en el poder. No son dos días. Es imposible aceptar que, después de tantos años en el gobierno, se venga a enarbolar la bandera contra la corrupción y mucho menos que se trate de satanizar a unos contados funcionarios de la oposición. El 90% de la administración pública es controlada por el PSUV. Si hay corrupción, como claramente la hay, son miembros de ese partido, que ejercen cargos públicos, los que roban descaradamente los dineros de la nación. No es una exageración cuando hablo de saqueo del erario público. No son casos aislados de corrupción. No sólo se ha desperdiciado una de las más auspiciosas oportunidades de nuestra historia para consolidar el desarrollo y la modernidad en Venezuela, sino que se ha destruido todo lo alcanzado por varias generaciones en el siglo XX.
Voy a tratar, sin ser un especialista, de resaltar la tragedia que estamos viviendo. Empecemos por la deuda pública. Sin exageraciones, Venezuela, con el precio del petróleo a 120 dólares por barril, tiene una deuda externa e interna de más de 230.000 millones de dólares, es decir, que el gobierno de Chávez y de Maduro, han endeudado al país siete veces la deuda que tenía el gobierno de Rafael Caldera. Para que se asusten, el servicio de la deuda en los años 2013 y 2014 superará los 28 mil 600 millones de dólares, es decir, el monto de la deuda que tenía el gobierno de Rafael Caldera con el barril de petróleo a 8 dólares. Lo sorprendente, es que no existe una sola obra de infraestructura que pueda justificar, de alguna manera, ese endeudamiento. Además, todos los servicios públicos están en crisis.
Analicemos el proceso de destrucción de Pdvsa ocurrido en estos últimos años. Veamos: el balance financiero al cierre de 2012 presentaba un pasivo de 142 mil quinientos noventa y seis millones de dólares y cuentas por cobrar a los países que forman Petrocaribe por 41 mil 706 millones de dólares, entre financiamiento a largo plazo y algunos casos de morosidad. Lo sorprendente es comparar ese pasivo con el balance financiero de 2010. Allí se establece que el pasivo de la empresa petrolera para ese año era de 76 mil 451 millones de dólares, es decir, que en dos años se ha duplicado su pasivo. También adeuda 11 mil millones de dólares a proveedores y accionistas minoritarios. Eso hace que el pasivo de Pdvsa sea de 153 mil 596 millones de dólares. La conclusión es sencilla: está quebrada.
Es imposible guardar silencio. La contratación irresponsable de esa inmensa deuda pública y la inmanejable situación financiera de Pdvsa debilita nuestra soberanía nacional y compromete el destino de Venezuela y de las generaciones futuras. Los grandes responsables de esta tragedia, sin lugar a dudas, son: Nicolás Maduro, ministro de Relaciones Exteriores y miembro del Consejo de Ministros que aprobó dichos endeudamientos; Nelson Merentes, actual ministro de Finanzas y anterior presidente del Banco Central; Jorge Giordani, anterior ministro de Finanzas y actual ministro de Planificación, y Rafael Ramírez, ministro de Minas e Hidrocarburos y presidente de Pdvsa. El gran culpable, Hugo Chávez. El juicio de la historia sobre su figura será implacable. Dirán sobre él lo que realmente hizo: destruir a Venezuela.
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