Sunday, August 18, 2013

Maduro y el Titanic bolivariano

En: http://www.eluniversal.com/opinion/130818/maduro-y-el-titanic-bolivariano

FABIO RAFAEL FIALLO| EL UNIVERSAL
domingo 18 de agosto de 2013 12:00 AM
A pesar de que el precio del crudo se ha multiplicado por diez durante los 14 años del chavismo en el poder, la economía venezolana se viene abajo. Las cifras hablan por sí solas. Una inflación que sobrepasa el 30% anual. Devaluaciones a repetición. Un mercado paralelo de divisas en el que el bolívar se cotiza muy por debajo del tipo de cambio oficial. Un desabastecimiento que afecta uno de cada cinco artículos de primera necesidad. Una dependencia alimentaria que obliga a importar 70% de los alimentos consumidos, contra el 30% anterior a Chávez. Ahí está también la destrucción del sector exportador manufacturero y, para colmo de males, la caída de 25% de la producción petrolera con respecto a la época pre-chavista.

Ese patético cuadro tiene sus orígenes en el afán del "comandante eterno" de poner la economía en manos del Estado. Su famoso "Exprópiese" hartas veces pronunciado simboliza a la perfección el tipo de política que ha llevado la economía venezolana al descalabro.

En abril del año en curso un informe confidencial del propio partido gobernante calificó la situación venezolana de "bomba atómica económica" capaz de provocar un "estallido social" [1].

Pero el sucesor designado, Nicolás Maduro, no hace nada por contener el desplome y revertir la evolución.

Por el contrario, se la pasa viajando al exterior, incurriendo en gastos faraónicos. Tratando de tapar los huecos del desabastecimiento, importando a la carrera toneladas de papel higiénico. Como si esto fuera poco, propone alianzas absurdas con el Vaticano. Denuncia conspiraciones sin mostrar pruebas. Presenta "condiciones" para la normalización de relaciones con el "Imperio", ignorando que el régimen chavista depende de sus ventas de petróleo a EE UU y carece de cartas para regatear. Observa pajaritos en el aire atribuyéndoles místicas implicaciones. Duerme en el mausoleo de su mentor en espera de una macabra ósmosis espiritual. Confunde banderas. Y con sus "millonas" abulta el léxico de la ridiculez.

De la misma manera en que el Titanic se hundía mientras la orquesta seguía tocando, en Venezuela la economía naufraga mientras Maduro y su combo continúan entreteniendo al pueblo al ritmo de una desafinada prestidigitación verbal.

No tiene nada de sorprendente, pues, que sondeos recientes reflejen la decepción y el pesimismo de los venezolanos, presagiando una humillante derrota para el chavismo en las elecciones municipales de diciembre próximo.

Aturdido por los signos precursores de un revés electoral, Maduro ha decidido cumplir su amenaza de "radicalizar la revolución" que formuló al inicio de su impugnada presidencia, lo que significa incrementar la represión, a troche y moche, al igual que en Cuba.

Esto explica su intención de arrogarse "poderes especiales".

Aunque el objetivo declarado de los mismos sea luchar contra la corrupción, las frases acusatorias de jerarcas del régimen y del mismo Maduro muestran que tales poderes serían en realidad utilizados para intimidar y acorralar arbitrariamente a la oposición y la prensa independiente antes de las elecciones de diciembre.

Así como Chávez destruyó la economía venezolana con su famoso "Exprópiese", ahora Maduro pretende acabar con un abusivo "Reprímase" lo que queda en Venezuela de debate regenerador.

No obstante, después de tres lustros de un autoritarismo chavista que ha puesto a Venezuela entre los países más corruptos del mundo en el índice de la ONG Transparency International, a Maduro y los suyos les va a ser imposible alegar que la oposición tiene algo que ver con la monumental corrupción que gangrena el país.

Salvo los incondicionales aliados ideológicos del chavismo, los gobernantes de nuestro continente y las comisiones internacionales de derechos humanos no tienen ningún interés en hacerse de la vista gorda y convertirse en cómplices de la campaña de represión lanzada por el impugnado presidente venezolano.

Ya Mujica, Roussef y Humala han dado a entender al chavismo en varias ocasiones que la aquiescencia tiene límites. Y ni qué decir de Santos, Piñera, Peña Nieto y otros más.

Tampoco los representantes de la Iglesia Católica en Venezuela podrán quedarse de brazos cruzados mientras el régimen de Maduro intenta instaurar el tipo de represión que impusieron en Cuba Fidel y Raúl Castro.

Ni siquiera las cúspides del chavismo y de las fuerzas armadas verán con regocijo los "poderes especiales" que Maduro intenta atribuirse. Pues el presidente impugnado puede aprovechar la oportunidad para –esgrimiendo el slogan de la lucha contra la corrupción– tratar de deshacerse de sus rivales actuales o potenciales dentro de su propio movimiento así como de militares considerados como independientes o no pro cubanos.

Si se añade que la economía venezolana continúa en franco descalabro y que la paciencia de los venezolanos está a punto de agotarse, todas las condiciones están dadas para que, como el Titanic, el gobierno de Maduro se hunda en las tempestuosas aguas de la represión, el caos y la ilegitimidad.

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