DÁMASO JIMÉNEZ| EL UNIVERSAL
martes 27 de agosto de 2013 12:00 AM
A veces nos preguntamos por las verdaderas pretensiones que tiene Maduro y sus aliados castristas en cada paso por concretar su desesperada habilitante antes del 8-D.
Ya politizó el tema de la corrupción, inició su cruzada de persecución contra diputados y candidatos de la oposición sometidos al escarnio público, implementó políticas homofóbicas y cerró filas con los verdaderos peces gordos que gobiernan a su lado, ahora intenta que el país se pronuncie entre la lucha de la corrupción que ellos dicen representar y la disidencia a esa forma autocrática de gobernar, intenta quebrar la conciencia a fuerza de realazos de algún parlamentario desubicado y convertirlo en el diputado 99 de su causa, y por último dio inicio al mercadeo de su habilitante a través de la venta de vehículos a precios comunistas, sólo para aquellos que demuestren devoción a ciegas por la revolución.
No será corrupción que el Gobierno sea el único emporio empresarial con derecho a comprar y vender vehículos en un país entrampado en una crisis económica sin precedentes, con los dólares secuestrados y el quiebre inducido de concesionarios que dejaron de vender vehículos por el libre mercado, sólo porque al régimen le dio la gana de cortar el oxigeno a la iniciativa privada en su afán por convertirnos al comunismo, mientras ellos gozan de las mieles de los petrodólares.
Peor aún si se trata de esa publicidad engañosa que tanto gusta emitir esta hegemonía comunicacional oficialista, que sin escrúpulos comienza a hacer listados falsos de carros, viviendas, electrodomésticos, viajes turísticos, y cualquier otra irregularidad pagada con los dineros del Gobierno al mejor estilo "mayamero" de Sábado Gigante, con el propósito de buscar a cómo dé lugar sus poderes especiales. Doblemente corrupto el propósito de Maduro para combatir la corrupción.
Ya se ha demostrado hasta la saciedad que no es necesaria ninguna Ley Habilitante para enfrentar la corrupción, ya que nuestra propia Carta Magna tiene en sus páginas los instrumentos suficientes para enfrentar un debate sobre el tema para tomar las medidas pertinentes.
Por el contrario, ha sido la propia Asamblea Nacional con mayoría chavista, la que se ha negado a discutir hasta el momento cada uno de los escándalos que aún arden en la memoria colectiva de los venezolanos, quienes esperan el momento indicado para pronunciarse contra los funcionarios que dilapidaron los dineros públicos de toda una nación, hasta dejarla en el hueso de la desidia, el abandono y la disfuncionalidad.
La corrupción se combate con disposición y voluntad política para no mirar atrás. No se puede combatir la corrupción, por ejemplo, sin los poderes autónomos del Estado, o sembrando el terror y el miedo entre los trabajadores, los medios de comunicación críticos, las oficinas públicas, o castrando nuevamente la labor del Parlamento en plena campaña electoral para torcer la voluntad democrática en función de los intereses de los Castro en Venezuela.
Para la cubanidad en el poder es ahora o nunca. Estuvieron a punto de lograrlo con Chávez y la anunciada implementación del Estado Comunal en las elecciones de octubre pasado, pero murió. Esa reforma que intenta llevarnos hasta el paroxismo de la dependencia a un Estado totalitario ya fue rechazada por el pueblo en el 2007, pero poco a poco fueron ahogando las competencias soberanas de la Fiscalía, los tribunales y el hemiciclo parlamentario y no descansarán hasta buscar el aniquilamiento de las gobernaciones y alcaldías, y transferir sus competencias y recursos a las comunas y el consejo de trabajadores, que sustituirá a la larga toda gerencia del sector público y privado. Es la estación previa al rancio mar del comunismo que solo disfrutan los hermanos Castro y sus adláteres desde La Habana y Miraflores.
Al igual que Chávez utilizó la habilitante de la emergencia por las lluvias en el 2010 para las expropiaciones de fincas y ejecutar a su medida la Ley Orgánica del Trabajo, la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas, la Ley de Costos y Precios, tenencia de la tierra y régimen sobre la propiedad de las viviendas, ahora la versión de Maduro del 2013 intenta utilizar esta habilitación enmascarada para el combate de la corrupción, con el propósito de radicalizar las bases legales para la imposición del engavetado Estado Comunal, antes de la eventual derrota que pudiera sufrir en las municipales del 8-D.
Ya dijo que si le niegan la habilitante en la AN buscará de inmediato otros caminos mientras asoma la posibilidad de una Constituyente para noviembre. Entre cadena y cadena busca convencer que todas las taras del abandono, la corrupción y la indolencia de estos 15 años son consecuencia del capitalismo y que la única solución a tanta ruina solo es posible a través del poder comunal, única salida para desmantelar no sólo el propósito de las gobernaciones y alcaldías, sino quitarse de encima las municipales.
"Todo el poder para las comunas", como rezaron los fracasados modelos en Rusia, China, Corea del Norte y Cuba. Ese es el norte de la habilitante comunista de Maduro.
Ya politizó el tema de la corrupción, inició su cruzada de persecución contra diputados y candidatos de la oposición sometidos al escarnio público, implementó políticas homofóbicas y cerró filas con los verdaderos peces gordos que gobiernan a su lado, ahora intenta que el país se pronuncie entre la lucha de la corrupción que ellos dicen representar y la disidencia a esa forma autocrática de gobernar, intenta quebrar la conciencia a fuerza de realazos de algún parlamentario desubicado y convertirlo en el diputado 99 de su causa, y por último dio inicio al mercadeo de su habilitante a través de la venta de vehículos a precios comunistas, sólo para aquellos que demuestren devoción a ciegas por la revolución.
No será corrupción que el Gobierno sea el único emporio empresarial con derecho a comprar y vender vehículos en un país entrampado en una crisis económica sin precedentes, con los dólares secuestrados y el quiebre inducido de concesionarios que dejaron de vender vehículos por el libre mercado, sólo porque al régimen le dio la gana de cortar el oxigeno a la iniciativa privada en su afán por convertirnos al comunismo, mientras ellos gozan de las mieles de los petrodólares.
Peor aún si se trata de esa publicidad engañosa que tanto gusta emitir esta hegemonía comunicacional oficialista, que sin escrúpulos comienza a hacer listados falsos de carros, viviendas, electrodomésticos, viajes turísticos, y cualquier otra irregularidad pagada con los dineros del Gobierno al mejor estilo "mayamero" de Sábado Gigante, con el propósito de buscar a cómo dé lugar sus poderes especiales. Doblemente corrupto el propósito de Maduro para combatir la corrupción.
Ya se ha demostrado hasta la saciedad que no es necesaria ninguna Ley Habilitante para enfrentar la corrupción, ya que nuestra propia Carta Magna tiene en sus páginas los instrumentos suficientes para enfrentar un debate sobre el tema para tomar las medidas pertinentes.
Por el contrario, ha sido la propia Asamblea Nacional con mayoría chavista, la que se ha negado a discutir hasta el momento cada uno de los escándalos que aún arden en la memoria colectiva de los venezolanos, quienes esperan el momento indicado para pronunciarse contra los funcionarios que dilapidaron los dineros públicos de toda una nación, hasta dejarla en el hueso de la desidia, el abandono y la disfuncionalidad.
La corrupción se combate con disposición y voluntad política para no mirar atrás. No se puede combatir la corrupción, por ejemplo, sin los poderes autónomos del Estado, o sembrando el terror y el miedo entre los trabajadores, los medios de comunicación críticos, las oficinas públicas, o castrando nuevamente la labor del Parlamento en plena campaña electoral para torcer la voluntad democrática en función de los intereses de los Castro en Venezuela.
Para la cubanidad en el poder es ahora o nunca. Estuvieron a punto de lograrlo con Chávez y la anunciada implementación del Estado Comunal en las elecciones de octubre pasado, pero murió. Esa reforma que intenta llevarnos hasta el paroxismo de la dependencia a un Estado totalitario ya fue rechazada por el pueblo en el 2007, pero poco a poco fueron ahogando las competencias soberanas de la Fiscalía, los tribunales y el hemiciclo parlamentario y no descansarán hasta buscar el aniquilamiento de las gobernaciones y alcaldías, y transferir sus competencias y recursos a las comunas y el consejo de trabajadores, que sustituirá a la larga toda gerencia del sector público y privado. Es la estación previa al rancio mar del comunismo que solo disfrutan los hermanos Castro y sus adláteres desde La Habana y Miraflores.
Al igual que Chávez utilizó la habilitante de la emergencia por las lluvias en el 2010 para las expropiaciones de fincas y ejecutar a su medida la Ley Orgánica del Trabajo, la Ley Orgánica de las Fuerzas Armadas, la Ley de Costos y Precios, tenencia de la tierra y régimen sobre la propiedad de las viviendas, ahora la versión de Maduro del 2013 intenta utilizar esta habilitación enmascarada para el combate de la corrupción, con el propósito de radicalizar las bases legales para la imposición del engavetado Estado Comunal, antes de la eventual derrota que pudiera sufrir en las municipales del 8-D.
Ya dijo que si le niegan la habilitante en la AN buscará de inmediato otros caminos mientras asoma la posibilidad de una Constituyente para noviembre. Entre cadena y cadena busca convencer que todas las taras del abandono, la corrupción y la indolencia de estos 15 años son consecuencia del capitalismo y que la única solución a tanta ruina solo es posible a través del poder comunal, única salida para desmantelar no sólo el propósito de las gobernaciones y alcaldías, sino quitarse de encima las municipales.
"Todo el poder para las comunas", como rezaron los fracasados modelos en Rusia, China, Corea del Norte y Cuba. Ese es el norte de la habilitante comunista de Maduro.
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