ARGELIA RÍOS| EL UNIVERSAL
viernes 23 de agosto de 2013 12:00 AM
Es un recurso desesperado cuya efectividad ni siquiera está garantizada. La campaña contra la corrupción es la prueba manifiesta del entumecimiento del régimen: su escogencia, según se ha sabido, fue el producto de un ejercicio cuyo resultado reflejó la entera inconveniencia de abordar asuntos que sólo evocarían el incumplimiento de las viejas promesas electorales.
El oficialismo no tiene temas atractivos para ofertar, pero sí muchos que evadir. Retener los votos de la revolución se ha convertido en una tarea descomunal. "La sucesión" no sólo heredó la tragedia económica que Chávez ocultó arteramente. Además recibió un país inauditable, secuestrado por mafias aplicadas en el refinamiento de las más modernas prácticas del saqueo.
Cuando Maduro exhorta al saneamiento del "proceso", admite que el legado de Chávez es una olla podrida y pone en duda, por omisión culposa, la supuesta majestad moral de quien le regaló la Presidencia de la República. Pontificar sobre la corrupción, para escribirse una historia personal que lo erija en el redentor de la decencia -y ya no de los pobres y desvalidos-, plantea un contraste en el que el finado sale muy mal parado.
Ante los hechos, la oposición tiene una ocasión de oro para debatir sobre la putrefacción que nos gobierna, pero es preciso que lo haga relacionando el tema con la carestía, la inflación y el desmejoramiento de la calidad de vida de los venezolanos, todos consecuencias de la inmundicia con que se ha administrado la renta petrolera.
El manejo de la economía está infectado por mafias acobijadas desde el pináculo del Estado. Un "Estado delincuente" cuyas autoridades se llenan la boca anunciando la depuración de la política nacional, mientras acepta y auspicia en silencio la descarada recolección del libro donde Carlos Tablante y Marcos Tarre muestran el diagrama del maridaje entre los gánsteres de la boliburguesía y algunos cuantos funcionarios descarados que ahora prometen una revolución libre de perversiones.
El imprescindible relato intentará volver a las librerías precisamente hoy viernes; pero también está dispuesto en la página www.estadodelincuente.wordpress.com, el sitio desde donde sus autores insistirán en que el país conozca los nombres de los forajidos bolivarianos y los turbios negocios por medio de los cuales han desfalcado a Venezuela. Si Maduro estuviera genuinamente comprometido con el lema de su campaña, no sólo permitiría que el libro se convirtiera en el best seller que con seguridad sería si sus malas juntas no siguen impidiendo su circulación, a través de la compra masiva de sus ejemplares: también ordenaría las investigaciones que ameritarían los casos allí expuestos. Pero, no: también ésta es una promesa de hojalata.
El oficialismo no tiene temas atractivos para ofertar, pero sí muchos que evadir. Retener los votos de la revolución se ha convertido en una tarea descomunal. "La sucesión" no sólo heredó la tragedia económica que Chávez ocultó arteramente. Además recibió un país inauditable, secuestrado por mafias aplicadas en el refinamiento de las más modernas prácticas del saqueo.
Cuando Maduro exhorta al saneamiento del "proceso", admite que el legado de Chávez es una olla podrida y pone en duda, por omisión culposa, la supuesta majestad moral de quien le regaló la Presidencia de la República. Pontificar sobre la corrupción, para escribirse una historia personal que lo erija en el redentor de la decencia -y ya no de los pobres y desvalidos-, plantea un contraste en el que el finado sale muy mal parado.
Ante los hechos, la oposición tiene una ocasión de oro para debatir sobre la putrefacción que nos gobierna, pero es preciso que lo haga relacionando el tema con la carestía, la inflación y el desmejoramiento de la calidad de vida de los venezolanos, todos consecuencias de la inmundicia con que se ha administrado la renta petrolera.
El manejo de la economía está infectado por mafias acobijadas desde el pináculo del Estado. Un "Estado delincuente" cuyas autoridades se llenan la boca anunciando la depuración de la política nacional, mientras acepta y auspicia en silencio la descarada recolección del libro donde Carlos Tablante y Marcos Tarre muestran el diagrama del maridaje entre los gánsteres de la boliburguesía y algunos cuantos funcionarios descarados que ahora prometen una revolución libre de perversiones.
El imprescindible relato intentará volver a las librerías precisamente hoy viernes; pero también está dispuesto en la página www.estadodelincuente.wordpress.com, el sitio desde donde sus autores insistirán en que el país conozca los nombres de los forajidos bolivarianos y los turbios negocios por medio de los cuales han desfalcado a Venezuela. Si Maduro estuviera genuinamente comprometido con el lema de su campaña, no sólo permitiría que el libro se convirtiera en el best seller que con seguridad sería si sus malas juntas no siguen impidiendo su circulación, a través de la compra masiva de sus ejemplares: también ordenaría las investigaciones que ameritarían los casos allí expuestos. Pero, no: también ésta es una promesa de hojalata.
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