ANTONIO RIVAS| EL UNIVERSAL
martes 20 de agosto de 2013 12:00 AM
El poder ciudadano es la mayor fuerza que como oposición tenemos y lo estamos subestimando. La oposición no es solo Capriles y la MUD, somos absolutamente todos los que adversamos a este régimen inepto e inescrupuloso, y las acciones del poder ciudadano son sorprendentemente poderosas.
Basado en ello, y sin ser un estratega político sino un ciudadano más que, como millones, siente la indignación de ver al país en ruinas, tanto en lo económico, como lo social, lo moral y lo político, me tomo el atrevimiento de hacer algunas sugerencias en cuatro frentes de acción que como oposición debemos considerar.
1- Voto: comenzando por lo electoral (que ha sido tan cuestionado posterior a las elecciones de abril), considero innegable la necesidad de mantener la lucha de los votos, así se pierda, y así hagan trampa, porque sencillamente hay que obligarlos a que salgan de sus madrigueras y evidencien su nefasto proceder a la vez que demostramos nuestra fortaleza numérica, ante Venezuela y ante el mundo. Si votamos y hacen trampa la verdad nos pertenece, si no votamos la verdad los protege. Y por haber dado muestras arrolladoras de poder en las urnas electorales ya se han precisado las grietas del sistema que los han favorecido, cada vez somos menos vulnerables. Lo contrario es cometer el error de la Asamblea en años pasados, cuyas consecuencias aún hoy estamos sufriendo.
2- Calle: el poder de los ciudadanos debe manifestarse en acciones de calle no violentas, sin descanso. Considero un éxito rotundo el haber obligado a Maduro a inventar una "marcha anticorrupción" que no hizo más que dejarlo en ridículo. Hasta los mismos chavistas empiezan a hervir por sentirse burlados. Cuando llegaron decían que en los gobiernos de la Cuarta República la corrupción había acabado con el pueblo, ahora resulta que la corrupción sigue pero en la oposición. Eso es evidentemente torpe y descarado, y todo vino de un esfuerzo atropellado de querer minimizar el llamado a calle de Henrique Capriles hace tres semanas. Todo un éxito opositor. La presencia del pueblo en las calles es la gota que horada la roca de la ambición de poder eterno. Sigamos el ejemplo de los estudiantes y salgamos organizadamente a la calle. A eso le tienen pánico, por algo es.
3- Denuncia: una vez más, no denunciar es ser cómplice, tanto como no votar. Cada vez que uno de estos acreditados psuuvistas civiles o militares, sea partícipe en nuestras narices de corrupción, intimidación, soborno, amenazas, tenemos el deber de denunciar. Hay que presentar pruebas, hay que usar los pocos medios libres que quedan y presentar los casos ante las autoridades. Si no resuelven, no importa, cuando recuperemos el país muchos jueces entonces tendrán que dar explicaciones de su vista gorda. Mientras tanto ahí debe seguir la presión. Todas son semillas que germinarán en su momento.
4- Ejemplo: adicionalmente está lo que puede llamarse educación liberadora, que no es más que hacerle ver a esa parte del pueblo que está enceguecida, que esta neoburguesía los están utilizando vilmente para hacerse del poder y de las riquezas del país. Que no tienen que dar gracias al gobierno por su pan, que no los pueden despedir por pensar distinto, que los tienen de rodillas. Tanto como nosotros, ese pueblo también es humillado por el hampa, por la escasez, por la inflación, solo que están esclavizados en el discurso opresor del gobierno. Hacerles ver, poco a poco, el poder que tienen y lo manipulados que están siendo es una tarea titánica y larga, no por ello imposible ni poco loable, pero hay que darles razones para hacerlo con ejemplos contundentes y con una mano de hermandad.
No faltará quien me diga que todo esto suena muy bien, pero que mientras los mal llamados socialistas sigan mandando nada va a cambiar, y que solo acciones radicales solucionarían el problema. Mi humilde opinión es que lo radical no es opción, porque son muchos hermanos venezolanos que apoyan a este gobierno, y porque lo que se logra a golpes, se desbarata a golpes. Esto no sería una batalla pueblo-gobierno, sino pueblo contra pueblo, de ahí mi último punto. Chávez intentó dar un golpe de Estado que lo llevó a la cárcel. La vía electoral lo llevó al poder. No podemos menos que eso. Sin confundir paciencia con pasividad, creo que actuando en lo anteriormente expuesto podemos transitar el camino de recuperación del Estado y de la sociedad en un impulso constructor, en el marco de la legalidad y con resultados perdurables en el tiempo sin caer en letargo ni tampoco la desesperación. Eso sí, hay que trabajar en los cuatro frentes, todo el tiempo
Basado en ello, y sin ser un estratega político sino un ciudadano más que, como millones, siente la indignación de ver al país en ruinas, tanto en lo económico, como lo social, lo moral y lo político, me tomo el atrevimiento de hacer algunas sugerencias en cuatro frentes de acción que como oposición debemos considerar.
1- Voto: comenzando por lo electoral (que ha sido tan cuestionado posterior a las elecciones de abril), considero innegable la necesidad de mantener la lucha de los votos, así se pierda, y así hagan trampa, porque sencillamente hay que obligarlos a que salgan de sus madrigueras y evidencien su nefasto proceder a la vez que demostramos nuestra fortaleza numérica, ante Venezuela y ante el mundo. Si votamos y hacen trampa la verdad nos pertenece, si no votamos la verdad los protege. Y por haber dado muestras arrolladoras de poder en las urnas electorales ya se han precisado las grietas del sistema que los han favorecido, cada vez somos menos vulnerables. Lo contrario es cometer el error de la Asamblea en años pasados, cuyas consecuencias aún hoy estamos sufriendo.
2- Calle: el poder de los ciudadanos debe manifestarse en acciones de calle no violentas, sin descanso. Considero un éxito rotundo el haber obligado a Maduro a inventar una "marcha anticorrupción" que no hizo más que dejarlo en ridículo. Hasta los mismos chavistas empiezan a hervir por sentirse burlados. Cuando llegaron decían que en los gobiernos de la Cuarta República la corrupción había acabado con el pueblo, ahora resulta que la corrupción sigue pero en la oposición. Eso es evidentemente torpe y descarado, y todo vino de un esfuerzo atropellado de querer minimizar el llamado a calle de Henrique Capriles hace tres semanas. Todo un éxito opositor. La presencia del pueblo en las calles es la gota que horada la roca de la ambición de poder eterno. Sigamos el ejemplo de los estudiantes y salgamos organizadamente a la calle. A eso le tienen pánico, por algo es.
3- Denuncia: una vez más, no denunciar es ser cómplice, tanto como no votar. Cada vez que uno de estos acreditados psuuvistas civiles o militares, sea partícipe en nuestras narices de corrupción, intimidación, soborno, amenazas, tenemos el deber de denunciar. Hay que presentar pruebas, hay que usar los pocos medios libres que quedan y presentar los casos ante las autoridades. Si no resuelven, no importa, cuando recuperemos el país muchos jueces entonces tendrán que dar explicaciones de su vista gorda. Mientras tanto ahí debe seguir la presión. Todas son semillas que germinarán en su momento.
4- Ejemplo: adicionalmente está lo que puede llamarse educación liberadora, que no es más que hacerle ver a esa parte del pueblo que está enceguecida, que esta neoburguesía los están utilizando vilmente para hacerse del poder y de las riquezas del país. Que no tienen que dar gracias al gobierno por su pan, que no los pueden despedir por pensar distinto, que los tienen de rodillas. Tanto como nosotros, ese pueblo también es humillado por el hampa, por la escasez, por la inflación, solo que están esclavizados en el discurso opresor del gobierno. Hacerles ver, poco a poco, el poder que tienen y lo manipulados que están siendo es una tarea titánica y larga, no por ello imposible ni poco loable, pero hay que darles razones para hacerlo con ejemplos contundentes y con una mano de hermandad.
No faltará quien me diga que todo esto suena muy bien, pero que mientras los mal llamados socialistas sigan mandando nada va a cambiar, y que solo acciones radicales solucionarían el problema. Mi humilde opinión es que lo radical no es opción, porque son muchos hermanos venezolanos que apoyan a este gobierno, y porque lo que se logra a golpes, se desbarata a golpes. Esto no sería una batalla pueblo-gobierno, sino pueblo contra pueblo, de ahí mi último punto. Chávez intentó dar un golpe de Estado que lo llevó a la cárcel. La vía electoral lo llevó al poder. No podemos menos que eso. Sin confundir paciencia con pasividad, creo que actuando en lo anteriormente expuesto podemos transitar el camino de recuperación del Estado y de la sociedad en un impulso constructor, en el marco de la legalidad y con resultados perdurables en el tiempo sin caer en letargo ni tampoco la desesperación. Eso sí, hay que trabajar en los cuatro frentes, todo el tiempo
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