ZULMAIRE GONZÁLEZ| EL UNIVERSAL
sábado 19 de octubre de 2013 12:00 AM
Para desviar los problemas del país y siguiendo el guión cubano, Nicolás Maduro está solicitando poderes especiales para supuestamente atacar la corrupción. Se valió de un show mediático, leyendo un discurso donde citó autores que no ha leído y nunca leerá y asegurando que hay corrupción focalizada del lado de la revolución pero que los grandes corruptos del país están del lado opositor, calificándolos de burguesía parasitaria.
Lo cierto es que Maduro incurrió, al utilizar el mencionado término, en lo que es denominado por psicólogos como una proyección, toda vez que seguramente quiso referirse a la boliburguesía parasitaria para agrupar a los boliburgueses, bolichicos, militares, ministros, altos funcionarios públicos, contratistas rojitos y allegados al régimen que desviándose de sus funciones han llenado sus cuentas en dólares y se han enriquecido a costa de Venezuela.
Esa boliburguesía no deja de sorprendernos cuando se habla de millones de dólares, baños con grifos de oro, ostentosos apartamentos, yates y aviones, que en la actual circunstancia de Venezuela, ciudadanos honestos no podrían alcanzar por la grave crisis económica en la que está sumergido el país, ya que a duras penas el sueldo alcanza para satisfacer las necesidades básicas como alimentación, servicios públicos, transporte y educación.
Sin necesidad de crear nuevas leyes, Maduro podría dedicarse realmente a combatir la corrupción, desenmascarando a la boliburguesía parasitaria que tanto daño ha hecho a Venezuela y demostrar a los venezolanos y al mundo que está dispuesto a luchar contra la corrupción con acciones como: (i) publicar la Declaración Jurada de Patrimonio de los altos funcionarios públicos (incluido el Presidente de la República), alto mando militar, diputados, gobernadores y alcaldes; (ii) desalojar a los inquilinos que se encuentran en La Casona, ya que ese inmueble está destinado para quien ocupa la Presidencia de la República y no para familiares de expresidentes, así como debería eliminar los privilegios que actualmente ostenta la infanta criolla; (iii) investigar a boliburgueses, bolichicos y a los militares, ministros, altos funcionarios públicos, contratistas rojitos y allegados al régimen con la misma pasión y celeridad que lo hacen con los dirigentes opositores; (iv) prescindir de los servicios de su hijo a quien le inventó el cargo de "inspector general" sin tener experiencia ni formación en la materia, creando más burocracia innecesaria en la estructura estatal y nepotismo.
Ahora, volviendo a la realidad, la cruzada anticorrupción que se emprendió esta semana es sólo un pote de humo y los resultados son previsibles: persecución política a la disidencia, imputaciones y encarcelamientos, confiscación de bienes, lo cual en su conjunto forma parte del plan que se orquesta en La Habana para eliminar a la oposición. No debemos olvidar que Nicolás Maduro está subordinado a los hermanos Castro, quienes han sido y son los grandes parásitos del régimen.
Lo cierto es que Maduro incurrió, al utilizar el mencionado término, en lo que es denominado por psicólogos como una proyección, toda vez que seguramente quiso referirse a la boliburguesía parasitaria para agrupar a los boliburgueses, bolichicos, militares, ministros, altos funcionarios públicos, contratistas rojitos y allegados al régimen que desviándose de sus funciones han llenado sus cuentas en dólares y se han enriquecido a costa de Venezuela.
Esa boliburguesía no deja de sorprendernos cuando se habla de millones de dólares, baños con grifos de oro, ostentosos apartamentos, yates y aviones, que en la actual circunstancia de Venezuela, ciudadanos honestos no podrían alcanzar por la grave crisis económica en la que está sumergido el país, ya que a duras penas el sueldo alcanza para satisfacer las necesidades básicas como alimentación, servicios públicos, transporte y educación.
Sin necesidad de crear nuevas leyes, Maduro podría dedicarse realmente a combatir la corrupción, desenmascarando a la boliburguesía parasitaria que tanto daño ha hecho a Venezuela y demostrar a los venezolanos y al mundo que está dispuesto a luchar contra la corrupción con acciones como: (i) publicar la Declaración Jurada de Patrimonio de los altos funcionarios públicos (incluido el Presidente de la República), alto mando militar, diputados, gobernadores y alcaldes; (ii) desalojar a los inquilinos que se encuentran en La Casona, ya que ese inmueble está destinado para quien ocupa la Presidencia de la República y no para familiares de expresidentes, así como debería eliminar los privilegios que actualmente ostenta la infanta criolla; (iii) investigar a boliburgueses, bolichicos y a los militares, ministros, altos funcionarios públicos, contratistas rojitos y allegados al régimen con la misma pasión y celeridad que lo hacen con los dirigentes opositores; (iv) prescindir de los servicios de su hijo a quien le inventó el cargo de "inspector general" sin tener experiencia ni formación en la materia, creando más burocracia innecesaria en la estructura estatal y nepotismo.
Ahora, volviendo a la realidad, la cruzada anticorrupción que se emprendió esta semana es sólo un pote de humo y los resultados son previsibles: persecución política a la disidencia, imputaciones y encarcelamientos, confiscación de bienes, lo cual en su conjunto forma parte del plan que se orquesta en La Habana para eliminar a la oposición. No debemos olvidar que Nicolás Maduro está subordinado a los hermanos Castro, quienes han sido y son los grandes parásitos del régimen.
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