Leonardo Silva
El Mar, 15/10/2013 - 20:45.
Debemos estar orgullosos de compartir gentilicio con Gabriela
Montero, que enfrentándose con decisión a la dictadura se hace digna
heredera del pasado histórico musical de Venezuela en el que hubo
hombres como el maestro Vicente Emilio Sojo y Alfredo Sánchez Luna, el
gran Alfredo Sadel. Muchos venezolanos no conocen que estos dos artistas
demócratas a toda prueba fueron héroes de la lucha por la libertad bajo
la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, y que no solamente pusieron en
peligro sus obras, sino también sus vidas, arriesgándolo todo para
derrotar la opresión.
Vicente Emilio Solo, el adusto educador, músico, compositor,
musicólogo y compilador de nuestro folklore, rechazó displicentemente la
solicitud del dictador de dirigir la orquesta para actos de gobierno, e
incluso, de su cumpleaños. Públicamente confrontó a un régimen conocido
por sus torturas y asesinatos perpetrados por la Seguridad Nacional de
Pedro Estrada y Miguel Silvio Sanz (autor, este último, del asesinato
del cantante Genaro Salinas quien misteriosamente cayó al vacío en el
túnel frente la iglesia San Pedro, presuntamente por un asunto de
faldas).
El caso de Alfredo Sadel es digno de una novela de John Le Carré.
Este insigne luchador libertario, en el momento en que se encontraba en
la cima de su popularidad como cantante; cuando disfrutaba de los
laureles que solamente antes había tenido Carlos Gardel (de quien toma
su seudónimo: “Sadel” es una palabra formada por las dos primeras letras
de su apellido Sánchez, y las tres últimas de Gardel); cuando gozaba de
grandes ingresos gracias a un público que desde el Río Grande hasta la
Patagonia pagaba por escuchar sus discos e ir a sus presentaciones y
películas; cuando tenía un arrastre planetario que –en una comparación
injusta para Alfredo- recuerda al que hoy pueden tener cantantes como
Luis Miguel y Shakira; decidió jugarse la vida fungiendo de correo
encubierto para la resistencia, no solo para sus compañeros de Acción
Democrática en la clandestinidad, y financiando la lucha, sino además
encargándose de la manutención de líderes como Carlos Andrés Pérez,
Rómulo Betancourt y otros, cuando vivían en el exilio en países como
Costa Rica. El heroico bolerista que más tarde llegaría a ser uno de los
tenores líricos más importantes del siglo XX, escogió el posible
sacrificio de su bienestar y su vida antes que el cómodo disfrute de sus
bienes, en solidaridad con sus hermanos compatriotas y por su patria.
Una de las mentes más admirables que ha dado Venezuela es sin duda la
de José Antonio Abreu, laureado con toda clase de premios que van desde
el Príncipe de Asturias hasta el Nobel Alternativo. Hombre que ha
brillado como economista y gerente, tanto como talentosísimo músico.
Este organista y director, alumno de Vicente Emilio Sojo, es creador de
uno de los más grandes aportes que venezolano alguno haya dado a su
país: el Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles. Esta
magna obra ha formado a cientos de miles de niños y jóvenes, principal
pero no exclusivamente de extracción pobre, como músicos, disminuyendo
así la posibilidad de que sucumbieran a plagas como la delincuencia y
las drogas, al tiempo de darles educación en un oficio digno; dándoles
una vida digna y valiosa.
Su hoja de vida prueba que tuvo la habilidad para congraciarse, y
obtener el apoyo para su obra, con todos los gobiernos de la democracia,
desde el primero de Carlos Andrés Pérez (durante el cual y con su
decidido patrocinio fundó El Sistema), hasta el último de Rafael
Caldera. Llegó a ser Ministro de Cultura de Carlos Andrés Pérez,
Presidente del Consejo Nacional de la Cultura y diputado al congreso.
Desde la década de 1970, Abreu se constituyó en líder fundamental del
movimiento cultural gracias a su privilegiado intelecto y a sus dotes
para nadar en el proceloso mar de la política. Abreu devino así en uno
de los iconos más representativos de lo que hoy sus amos llaman “la
Cuarta República”.
Pero muchos vimos con angustia cómo ese ídolo de la era democrática,
servidor insigne tanto con adecos como con copeyanos, pasó a brindar sus
inestimables servicios a la dictadura de Hugo Chávez. Muchos pudieron
justificar su “neutralidad”, su tolerancia del mal, con su gran obra.
Argumentaron que El Sistema debía ser protegido (lo que es cierto) y que
colaborando con el régimen, Abreu salvaba el futuro, además, de 400.000
niños para quiénes este era su única esperanza.
Era difícil argumentar contra tal planteamiento de aparente lógica
incontestable. Además, alegar la falsedad de tal argumento rayaba en el
pecado capital, tanto para oficialistas como opositores, que veían como
intocable la figura de este “grande y ejemplar venezolano”. Invocar su
posible interés crematístico basado en el nepotismo manifiesto en su
gerencia de El Sistema, equivaldría a la pérdida de la nacionalidad y el
exilio. Argüir que el principal móvil del brillante músico podía ser su
necesidad de estar siempre al lado del poder, podría conducir al
ostracismo del osado.
De nada serviría alegar que en los conciertos internacionales de la
Orquesta Simón Bolívar, dirigida por su talentoso pupilo y socio
colaboracionista, el también servil Gustavo Dudamel, suerte de fenómeno
de mercadeo capitalista, de producto de consumo masivo musical; se
presente a El Sistema como obra de la revolución bolivariana y de Hugo
Chávez, negando la historia, e incluso se pronuncien palabras y se
repartan panfletos de propaganda del gobierno chavista. El atrevimiento
de hablar contra Abreu inexorablemente conduciría al desprecio social.
Pero en los días siguientes al fraude electoral del 14 de abril de
2013 Venezuela vio asqueada al grande hombre sentado en primera fila,
sonriendo y vitoreando mientras aplaudía efusivamente, incorporándose,
al ilegítimo Nicolás Maduro cuando era sujeto de la ultrajante
proclamación express como presidente electo, y luego en la toma de
posesión expedita. A muchos entristeció esa imagen, a otros nos confirmó
lo que pensábamos desde hacía ya unos años.
¿Pero es válida la defensa de que Abreu protege a 400.000 niños que
sin El Sistema serían arrojados a la perdición? Lo primero que hay que
decir es que esos 400.000 niños, si los amos del prohombre tienen éxito,
para lo cual gozan de su colaboración, estarán condenados a vivir en
una sociedad totalitaria y en un país arruinado por un socialismo del
Jurásico. Que El Sistema eventualmente servirá para el lavado de sus
cerebros, lo que permitirá el control de sus voluntades por parte del
Hermano Mayor. Que serán zombies de un comunismo a la Corea del Norte y
Cuba; es decir, que serán muertos en vida tocando melodías tristes en
sus violines que más que instrumentos de libertad serán cepos de una
sociedad. ¿Es esto salvación? Muy por el contrario, Abreu le brinda a la
dictadura un huerto fértil de cerebros maleables para la propagación de
la dominación por parte de una élite corrupta. Le brinda prisioneros y
futuros carceleros.
En la reciente visita de la Orquesta Simón Bolívar a Salzburgo,
capital europea de la música y lugar de nacimiento de Wolfgang Amadeus
Mozart, vimos a un Abreu sonriente caminando tomado del brazo del mismo
Andrés Izarra que días antes había dirigido la atroz represión militar
de los indígenas que protestaban en el Estado Amazonas, quien por
cierto, subió al escenario a compartir créditos con los jóvenes de la
orquesta y Dudamel, la Coca Cola roja rojita de la dirección orquestal;
el Von Karajan de la robolución. Así cumple Abreu con otra de las
funciones principales de El Sistema: elemento vital del aparato de
propaganda del régimen; embajador cultural de la dictadura comunista.
Con su privilegiado intelecto, difícilmente podrá defenderse diciendo
que no conoce a los Goebbels de la historia.
Por lo demás, el nombramiento en meses pasados de una directiva del
SOV casi exclusivamente formada por robolucionarios ajenos al mundo de
la cultura y la música, presidida por Jesse Chacón, teniente que el
único instrumento que ha conocido es el fusil usado contra inocentes en
la toma del Canal 8 el 4F, demostró que Abreu se encaminó a su propia
aniquilación al capitular con una dictadura de delincuentes de rasgos
psicopáticos; y con ella, colabora a la de la patria dominada por un
colonizador cubano que le impone el comunismo.
Nota: He escrito el presente a sabiendas de que sufriré la repulsa de
una sociedad que se resiste a ver la realidad. Por lo menos me alivia
saber que esa es la misma sociedad que llevó a Chávez al poder. Pero no
puedo callar. @LeoSilvaBe
“Cuando lo que se tolera es la maldad, la tolerancia es un crimen” (Thomas Mann)
“Por la definición, (el artista) no puede estar al servicio de
quienes escriben la historia, sino al servicio de quienes la padecen…
Personalmente, no puedo vivir sin mi arte, pero jamás he puesto mi arte
por encima de toda otra cosa” (Albert Camus)
“El lugar más recóndito y oscuro del infierno está reservado para aquellos que en momentos de crisis permanecen neutrales” (Dante Alighieri)
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