Sunday, October 20, 2013

Ganadores y perdedores: EL JUEGO POLÍTICO EN ESTADOS UNIDOS

En: http://www.ideasdebabel.com/home/?p=29796

Juan Francisco Misle

Luego de quince días de paro laboral forzoso en Estados Unidos, encerrado en casa, viviendo de mis ahorros, y harto de Facebook, por fin regresé hoy jueves 17 de octubre  de 2013 a mi oficina en NASA, feliz y con las pilas cargadas, y dispuesto a ponerme al día con todo el trabajo acumulado. No me había tomado mi primer cafecito de la mañana, cuando el teléfono empezó a repicar incesantemente con clientes demandando atención prioritaria a sus casos. Del más absoluto y aburrido descanso en que transcurrieron mis dos semanas de paro, pasé, de un solo golpe, sin anestesia, a un nivel de stress elevadísimo que seguro irá cediendo conforme la normalidad vaya ganando terreno. Definitivamente, en mi caso, el stress emocional suele desatarse con los excesos, sea de trabajo o de manguareo.

Es por esa razón que puedo imaginarme bien la sensación de alivio, o como dicen aquí, de relief que experimentaron los actores clave de este culebrón washingtoniano responsables del shutdown del gobierno norteamericano. Estoy seguro que esos personajes por fin habrán podido dormir con tranquilidad la noche del 16 de Octubre luego de que el Congreso acordó aprobar el Presupuesto Nacional, autorizar los fondos al Ejecutivo Nacional para el pago de la deuda, y, muy importante, retirar la exigencia del Partido Republicano que buscaba impedir la implementación del llamado Obamacare, como se también se conoce a la reforma del sistema de salud americano impulsada por el Presidente Obama, aprobada como ley  en 2012.

Lo cierto es que el presidente Obama no había firmado aún el ejecútese a estos acuerdos, con su correspondiente llamado a los trabajadores federales a reintegrarse a sus puestos de trabajos, cuando comenzó otro debate nacional sobre los ganadores y perdedores en este pandemónium. Los norteamericanos parecieran haber descubierto la fascinación de los seres humanos por la competencia, los rankings, y los scores: “lo mejor y lo peor”; “what is hot & what is not“; “lo máximo y lo diminuto”; “ganadores y perdedores”, etcétera. Es como si un impulso primitivo les emergiera del bulbo raquídeo y los conminara a plantearse el mundo en términos ordinales. Los campeones locales de aquí son considerados los campeones “mundiales” en su categoría. La prensa nacional bien habría podido abrir la mañana siguiente a ese acuerdo titulando: “Obama retiene la corona”.

Es una aberración el asunto, pero hay que admitir que reduce las complejidades políticas y técnicas de cualquier  jaleo en algo comprensible y codificable para el americano promedio cuyo interés no suele posarse en temas que planteen demasiada sofisticación intelectual. Acaso sea ésta una tendencia mundial, pero sin duda un fenómeno similar al que se registra en Venezuela.

Cavilando sobre lo ocurrido, decidí participar en el torneo de asignación de ganadores y perdedores de la refriega que acaba de concluir. Y fíjense que escojo cuidadosamente la palabra asignación en lugar de identificación pues cualquier selección que se haga sobre el particular suele ser estar contaminada con las preferencias políticas o ideológicas del sujeto participante, en este caso las mías.

Este es, pues, mi line-up personal de victoriosos y derrotados:

Barak Obama: encabeza la lista de ganadores si el balance se hace entre lo que obtuvo y lo que cedió en la negociación con los congresantes del partido Republicano. Se aprobó su propuesta para el Presupuesto Federal, y además consiguió autorización para elevar el techo de la deuda, evitando así las temibles consecuencias financieras vinculadas a un posible default americano. Pero el asunto más importante para él,  porque se tornó en una cruzada sobre su  prestigio personal, fue que no tuvo que ceder a las pretensiones del ala más conservadora del Partido Republicano, el Tea Party, de negarle los recursos presupuestados para el funcionamiento de la primera etapa del Obamacare. Aunque fuera solo por esto —y sabemos que los otros dos asuntos eran de mayor importancia global para EEUU—  Obama seguramente se habrá ido a la cama en la noche del 16 de octubre con un tazón  gigantesco, repleto de dulce de lechoza. Por cierto, hay que decir que recibió un gran apoyo de Harry Reed, jefe de la bancada demócrata del Senado norteamericano, otro ganador en esta contienda.

Liderazgo republicano en el Congreso: La iniciativa política del Partido Republicano recayó en John Boehner, speaker of the House y líder de la fracción mayoritaria en la Cámara de Representantes de EEUU, y en Mitch McConnell, en la Cámara del Senado. Tanto Boehner como McConnell terminaron siendo los mayores perdedores del torneo. Ellos acogieron, sin cuestionarla suficientemente, la estrategia planteada por el senador Ted Cruz, representante de Texas y líder del Tea Party, que consistía en condicionar la aprobación del Presupuesto Federal a que Obama aceptase eliminar los fondos requeridos para la entrada en vigor de la nueva fase del Obamacare. Pocos días después los republicanos agregaron otro condicionamiento (chantaje Obama dixit): además de desbloquear la aprobación del Presupuesto, el Ejecutivo sería autorizado a aumentar su capacidad de endeudamiento para honrar sus compromisos financieros, si y solo si, Obama aceptaba postergar por una año la implementación de la nueva ley de salud americana.

Esa radicalización en las demandas republicanas precipitaron el cierre del gobierno, lo que fue percibido como un grave error que Obama explotó hábilmente con aquella célebre declaración que hizo al principio del proceso: “el gobierno no negocia con secuestradores”. Pasada la primera semana del paro forzoso que afectó a 800 mil empleados federales, quedaba claro que los republicanos se habían colocado en un rincón sin otra salida distinta a tener que ceder en sus exigencias, y tragarse sus propias amenazas. Si allí hubo una situación de rehenes podría afirmarse que el liderazgo republicano en el Congreso terminó siendo un rehén del Tea Party. La presión política y social fue en aumento hasta que finalmente Boehnner aceptó su derrota a la víspera del 17 de octubre, justo antes de que culminara el período que autorizaba al Ejecutivo a adquirir nueva deuda. Las aspiraciones maximalistas de los republicanos quedaron hechas añicos “por ahora” y tendrán que esperar una nueva oportunidad de chocar los guantes con Obama a principios del 2014 cuando expiren los acuerdos negociados sobre estos temas.

Ted Cruz y el Tea Party: A pesar de que su estrategia fue derrotada, ni Ted Cruz ni el Tea Party salieron como perdedores. Cruz, un senador novato en el Congreso norteamericano, consiguió una amplia notoriedad a nivel nacional que ya quisieran para sí muchos de sus compañeros de bancada con mayor experiencia en Washington. En su propio estado, Texas, la cotización del hombre está por las nubes y su reelección como senador  es un hecho que nadie disputa. Ted Cruz se erigió como el líder más importante del Tea Party, ala derechista del Partido Republicano, con gran influencia en la población cristiana, blanca y  protestante de los EE.UU. y cuya plataforma ideológica es ultra liberal en lo económico y ultra conservadora en lo social. Como críticos que son del establishment republicano en Washington DC, han planteado que no se trató de una derrota de ellos, sino de Boehner y McConnell, a quienes acusan de falta de compromiso con los principios conservadores del partido.

Sería incompleto este análisis si no incluyera entre los perdedores a la economía de EEUU. De acuerdo con la agencia de riesgo Standard & Poor el cierre del gobierno significó una pérdida de 24 billones de dólares en esas dos semanas. Esa misma agencia estima que se produjo una caída de medio punto en el crecimiento económico de EEUU en 2013, lo que tendrá un impacto negativo en el resto del mundo. No solo eso, hasta el mismo Barack Obama sufrió una merma en sus niveles de aprobación que lo llevó por primera vez a cotas negativas en términos netos. La más reciente encuesta hecha por el think-tank Public Policy Polling (http://www.publicpolicypolling.com/main/2013/10/approval-of-obama-remains-consistent-americans-blame-congress.html#more) hecha en octubre de 2013 muestra que el 52 % de los norteamericanos desaprueban la gestión de Obama, en tanto que 45% la aprueban. Si Obama no salió bien librado de esta pelea, la bancada demócrata en el Congreso norteamericano tampoco salió ilesa: 56 % de los consultados desaprobó su gestión, en tanto que 39 % la aprobó. Pero la peor parte, sin dudas, se las llevó el Partido Republicano cuya valoración neta es de -36 %  (29 % los aprueban y 65 % los desaprueban).

Estamos en los rounds iniciales de esta pelea y la ventaja es para Obama y los demócratas. El acuerdo alcanzado fenece en enero y febrero de 2014, de modo que el Congreso y el Ejecutivo americano tendrán que  negociar otra vez sobre estos mismos temas. Es difícil prever cuál será el resultado de este nuevo careo, pero podemos apostar que la estrategia republicana será más prudente y menos radical que la de octubre 2013. No hay que olvidar que el año entrante habrán elecciones parlamentarias en los EE.UU.

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