OSWALDO PÁEZ-PUMAR| EL UNIVERSAL
sábado 19 de octubre de 2013 12:00 AM
Hace un tiempo un vocero del gobierno expresó que "el sector privado está pidiendo dólares y el gobierno le dará dolores". La expresión trasluce que este sujeto estima que el gobierno es dueño de los dólares y que los dispensa a quien quiere; y el desprecio por la norma según la cual las monedas o billetes que usted y yo tenemos son "libremente convertibles al portador y a la vista... por el BCV mediante cheques... sobre fondos depositados en bancos de primera clase del exterior y denominados en moneda extranjera... ".
Se cree...
El control de cambios induce al gobierno a creerse dueño de las divisas y esa creencia se acrecienta mientras más tiempo lleva vigente. Una estafa a la población, porque la ley obliga a los ciudadanos a aceptar esos billetes porque "son libremente convertibles al portador y a la vista", mientras que el contrato entre el BCV y el gobierno los priva de ese carácter a pesar de que "los contratos no tienen efecto sino entre las partes contratantes y no dañan ni aprovechan a los terceros". El resultado es que el gobierno obliga a los ciudadanos a recibir una moneda de papel. Algo más que una estafa, porque en la estafa el estafado da su consentimiento así sea por el engaño que sufre, aquí es a la fuerza.
El gobierno se cree dueño y no administrador de los dólares. Luego los gobernantes de turno se creen dueños. Los dólares pasan del patrimonio del Estado al patrimonio de sus administradores vía presupuesto que estima ingresos a $50 por barril de petróleo que venden a 100; lo que explica la maleta en Bulgaria con 407 mil euros y la de 800 mil dólares de Antonini en Argentina y todas las otras maletas menos una, una donde hay dos mudas de ropa y una tarjeta de crédito que permite al dueño, perseguido en el aeropuerto, disponer de $2.500 pagados con sus bolívares.
Los gobiernos recurren al control de cambio en situaciones críticas. No así en Venezuela. Castro lo recomendó hace 10 años como arma política, tal como la aplica en Cuba desde 1959. El anuncio de Ramírez sobre los días contados del dólar paralelo, es frase de y una persona que cree que hace gracias, cuando el pueblo cuenta los días para salir del gobierno más inepto de nuestra historia.
Se cree...
El control de cambios induce al gobierno a creerse dueño de las divisas y esa creencia se acrecienta mientras más tiempo lleva vigente. Una estafa a la población, porque la ley obliga a los ciudadanos a aceptar esos billetes porque "son libremente convertibles al portador y a la vista", mientras que el contrato entre el BCV y el gobierno los priva de ese carácter a pesar de que "los contratos no tienen efecto sino entre las partes contratantes y no dañan ni aprovechan a los terceros". El resultado es que el gobierno obliga a los ciudadanos a recibir una moneda de papel. Algo más que una estafa, porque en la estafa el estafado da su consentimiento así sea por el engaño que sufre, aquí es a la fuerza.
El gobierno se cree dueño y no administrador de los dólares. Luego los gobernantes de turno se creen dueños. Los dólares pasan del patrimonio del Estado al patrimonio de sus administradores vía presupuesto que estima ingresos a $50 por barril de petróleo que venden a 100; lo que explica la maleta en Bulgaria con 407 mil euros y la de 800 mil dólares de Antonini en Argentina y todas las otras maletas menos una, una donde hay dos mudas de ropa y una tarjeta de crédito que permite al dueño, perseguido en el aeropuerto, disponer de $2.500 pagados con sus bolívares.
Los gobiernos recurren al control de cambio en situaciones críticas. No así en Venezuela. Castro lo recomendó hace 10 años como arma política, tal como la aplica en Cuba desde 1959. El anuncio de Ramírez sobre los días contados del dólar paralelo, es frase de y una persona que cree que hace gracias, cuando el pueblo cuenta los días para salir del gobierno más inepto de nuestra historia.
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