Editorial de www.analítica.com
El Gobierno puede cerrar un medio y callar dentro de la Asamblea Nacional a unos diputados. Pero no puede silenciar a miles de ciudadanos que ven y cuentan lo que ven y lo que sienten sin necesidad de estados mayores ni burocracias
El Presidente y su entorno se
inventan otro organismo de control por la patria pensando, como creen
siempre este tipo de gobiernos, en esta clase de circunstancias, que
controlando, silenciando y ocultando pensamientos, análisis y opiniones
la realidad tendrá paisajes y colores atractivos, gratos y de buen sabor
para todos.
Pero la realidad es siempre la
realidad, está ahí, puede verse, oírse, tocarse y especialmente sufrirse
y, por ello, molestar, indignar. Si como dice el certísimo refrán una
imagen vale más que mil palabras, es apabullante imaginar lo que valen
riadas de imágenes, refranes, opiniones, informaciones difundidas en esa
colosal ola que es, minuto a minuto, la comunicación moderna en las
manos y la voluntad de cada ciudadano. Con un elemento importantísimo:
la emotividad. Si la realidad es una sola y una información objetiva
sólo puede mostrar lo real, la información difundida por la enorme
variedad de eso que ha sido llamado redes sociales agrega libremente las
emociones de sus millones de autores.
El Gobierno podrá silenciar y
controlar la información transmitida por los medios de comunicación,
pero no las percepciones y opiniones de millones de hombres y mujeres,
jóvenes y viejos, ricos y pobres. Con el potente agregado de que en un
ambiente de control de la comunicación, toda comunicación que escapa a
ese control se convierte en un acto de rebeldía y de triunfo personal.
La tecnología al alcance directo
de cada individuo ha dejado atrás a todo control tiránico y los
ejemplos son numerosos, basta recordar los estallidos populares en el
norte de África y la rebeldía activa de blogueros en Cuba, para sólo
citar ejemplos conocidos. El presidente Maduro, su partido, el poder
militar y policial de esta arruinada y desordenada Venezuela actual,
avanzan a paso firme hacia una tiranía con bases tradicionales y
anticuadas de represión incapaces de vencer en la verdadera batalla, la
de una realidad desastrosa frente a la mirada y el reclamo permanentes
de quienes viven y padecen esa verdad de escasez, ingresos
insuficientes, inseguridad e insatisfacción.
El Ejecutivo puede cerrar un
medio y callar dentro de la Asamblea Nacional a unos diputados. Pero no
puede silenciar a miles de ciudadanos que ven y cuentan lo que ven y lo
que sienten sin necesidad de estados mayores ni burocracias. No puede
silenciar esos amores que se pierden minuto a minuto.
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