José Guerra
Con el anuncio de los resultados de la asignación de divisas el viernes 18 de octubre, el ministro de Energía y Petróleo, presidente de PDVSA y ahora designado Vicepresidente para el Área Económica, Rafael Ramírez, expuso que durante el año 2014 no se devaluaría el bolívar y que el país tenía suficientes reservas. Dijo textualmente Ramírez: “Quienes están esperando una nueva devaluación se van a quedar con las ganas”. Igualmente fue algo más temerario Ramírez al concluir que “Aquí no hay problemas de divisas”. Posteriormente, el presidente Maduro para no quedarse atrás, afirmó algo que luce insólito para alguien medianamente informado de la situación financiera de Venezuela. Dijo Maduro: “A Venezuela le sobran las divisas que necesita la economía y la sociedad. Por Cadivi se han entregado 33 mil millones de dólares y llegaremos a 40 mil millones el 31 de diciembre”.
Un examen somero del estado de los activos en divisas en manos del BCV, según la información del mismo ente emisor da cuenta de una situación muy distinta a la que vocean Maduro y Ramírez. La realidad es la siguiente: las reservas totales del BCV cerraron el 31 de diciembre de 2012 en US$ 29.887 millones y al 17 de octubre de 2013, nueve meses y diez y siete días después, esas mismas reservas alcanzan a US$ 21.382 millones. Es decir, las reservas del BCV, que son la base de la emisión del dinero y el fundamento de los pagos externos de la República, disminuyeron US$ 8.505 millones, equivalente al 28,0%, tal como se muestra en el gráfico. Se trata de una caída de casi US$ 900 millones mensuales. Si esto no constituye un problema bien serio para un país, que presencia cómo se esfuman velozmente sus divisas, estamos entonces en Venezuela en manos de unos irresponsables en el manejo de los asuntos financieros y económicos.
Un grupo de analistas, sin que les falte razón han argumentado que Venezuela tiene un conjunto de activos en moneda extranjera que no están contabilizados en el BCV, tales como las divisas que poseen Fonden y el Fondo Chino, cuyo monto exacto se desconoce debido a la política que ha seguido el gobierno de esconder información importante para que no se conozca la verdadera situación del país. Algunos se han aventurado a decir que en esos dos entes, Fonden y el Fondo Chino, hay disponibles aproximadamente US$ 15.000 millones. Esa cifra luce razonable. Sin embargo, el buen contabilista toma en cuenta para sus juicios, los activos pero también los pasivos. Venezuela, con el gobierno anterior y durante los seis meses de madurismo, se ha transformado en un país que no paga a tiempo sus compromisos externos y por eso buena parte de los proveedores extranjeros le vende con sobre precio. Así, por ejemplo, a los exportadores colombianos se les adeuda más US$ 300 millones, a las empresas automotrices se le adeuda más de US$ 1.500 millones, con la industria farmacéutica las cuentas por pagar están por alrededor de US$ 400 millones y con los proveedores de equipos médicos casi US$ 300 millones. Y si lo anterior no fuese suficiente, entre octubre y diciembre de 2013, el Gobierno Central y Pdvsa deben pagar por concepto de capital e intereses de su deuda externa US$ 2.700 millones.
Como puede apreciarse, no es cómoda la situación de Venezuela desde el punto de vista de sus activos y pasivos en divisas, la cual se va a agravar porque el gobierno decidió que la situación de aguda escasez que sufre la economía es mejor encararla con importaciones antes que incentivando la producción nacional. Ello sugiere que el drenaje de reservas internacionales va a continuar y de esa manera se encarecerán los costos de las importaciones públicas para el fisco nacional una vez que se materialice la inevitable devaluación después de las elecciones municipales del 8 de diciembre.
Con un banco central con sus reservas menguadas, con una cuentas por pagar que cada día crecen y con una política monetaria y fiscal incompatible con un esquema cambiario, consistente en un amasijo de tasas de cambios, dos de ellas fijas y otra flotante, es claro que la devaluación es un hecho cierto durante 2014. Pero no será una devaluación cualquiera, sino una mayor que la del 46,0% aplicada el 8 de febrero de 2013.
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